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REQUIEM PARA UNA VOZ

Muere Tito Gobbi, una de las voces más admiradas de la opera

16 de abril de 1984

El mundo de la ópera está de luto. El pasado 5 de marzo falleció en la eterna Roma Tito Gobbi, una de las voces masculinas más admirables y admiradas del siglo. Tras batallar con una larga y penosa enfermedad, murió a la edad de 70 años, dejando a la posteridad uno de los legados musicales más valiosos dentro de la interpretación operática de nuestro tiempo. Indiscutible heredero del gran arte de Enrico Caruso, este sinigual barítono italiano hizo historia con sus magníficas actuaciones en los más célebres teatros y festivales del mundo desde los años 30. Pavarotti y Plácido Domingo han reconocido en Tito Gobbi a uno de los grandes maestros del "bel canto". Con María Callas grabó y representó lo mejor de la ópera italiana bajo la batuta de Tullio Serafín, en versiones que no han alcanzado parangón dentro de escenario o sala de grabación alguna y que constituyen auténticas joyas discográficas.
Nacido en los suburbios de Venecia un año antes de la primera guerra, Tito Gobbi, tras abandonar sus estudios de derecho, debutó en su larga carrera artística con un importante triunfo al ganar el Festival Musical Internacional de Viena a la edad de 26 años. Dos años más tarde, desplegaría todo su potencial dramático con una memorable representación del viejo Germont en La Traviata. De asombrosa capacidad histriónica y con un extenso registro en su voz, Tito Gobbi interpretó un centenar de roles diferentes a lo largo de su abigarrado quehacer artístico. Toda suerte de héroes operáticos fueron encarnados por el multifacético solista, algunos de ellos contrapuestos y antagónicos: desde Rigoletto y Scarpia hasta Guillermo Tell y Wozzeck, pasando por Simón Boccanegra y Falstaff, Macbeth y Fígaro. Exuberante y mefistofélico, elegante y preciosista, combinó con afortunada maestría su voz prodigiosa y suave con una técnica vocal y dramática vibrantes. Arquetipo de los paladines shakesperianos recreados por Verdi, también cantó madrigales clásicos (Carissimi, Durante, Vivaldi, Scarlatti, Pergolesi, Monteverdi), odas romáticas (D'Annunzio) y canciones populares napolitanas. Avido lector, caricaturista espontáneo, pintor de paisajes, cuentista esporádico, amaba también los autos deportivos y las lanchas con motor fuera de borda, como suele ocurrir con otros artistas de nuestra época (Herbert von Karajan pilotea su propio jet). Fue, además, director de orquesta en recientes ocasiones en Chicago y en Londres. Su deceso significa una de las más sentidas pérdidas para el arte operático, ya que a través de las grabaciones que dejó en la memoria musical del siglo se percibe el testimonio vivo de un talentoso cantante: el gran Tito Gobbi, ese sinigual Barbero que enardeció multitudes y que él mismo, artísticamente considerado, fue una multitud.
Jaime Valencia Villa