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Ricardo Silva Romero, escritor y columnista.

LIBROS

Viaje a la semilla

Una novela de no ficción que enlaza la historia de una familia con la historia de Colombia.

Luis Fernando Afanador
21 de mayo de 2016

Historia oficial del amor

Ricardo Silva Romero

Alfaguara, 2016

540 páginas

Tal vez la única historia que uno debería contar es la historia de su familia. Ahí está todo. Es lo que hacen los novelistas, encubiertos. Un striptease al revés, decía Vargas Llosa: se desnudan vistiéndose de personajes. En Historia oficial del amor, Ricardo Silva Romero coge el toro por los cuernos: cuenta la historia de su familia sin ficción, sin inventar nada, tal como fue. Una narración autobiográfica que no es biografía sino novela por las técnicas literarias que utiliza: está contada hacia atrás, como el relato Viaje a la semilla, de Alejo Carpentier; está contada selectivamente: cada capítulo es un día significativo de cada año, desde enero de 2015 hasta abril de 1932. Hay un planteamiento narrativo. Se trata, entonces, de una novela de no ficción, algo de lo que tanto hablan ahora los periodistas literarios y que inventó hace muchos años Truman Capote en A sangre fría.

¿Contar la historia de la familia con nombres propios? Suena pretencioso. ¿Declarar en público el amor a los padres? Parece cursi. Es posible. Aunque todo depende del tono: Historia oficial del amor es presentada desde la perspectiva de un narrador asombrado, de un novelista que sabe que cualquier vida, incluso la propia, bien mirada, resulta increíble. Don Cesáreo Buj, de Fuentes de Nava, un pueblito cercano a Palencia, España, recibe una herencia de su cuñado, un sacerdote en la lejana Cartagena de Indias. Quema las naves y se embarca con su esposa y sus hijos en busca del tesoro que no será fácil de recuperar: tienen que pelearla nada menos que con la orden religiosa del cuñado. Entretanto, su hija Aurora se casa con el abogado de la familia, Alfonso Romero Aguirre, un masón anticlerical nacido en Sincé y obsesionado con la política. En la otra rama familiar, Antonio Silva, un paciente y juicioso linotipista de El Tiempo, muere muy joven y deja tres hijos. El menor, Eduardo, se quedará con su madre que vuelve a casarse y a tener más hijos, hecho que lo convierte no en un huérfano, como era de esperarse, sino en un maestro de sí mismo y en un lector casi infalible del tarot. ¿De qué manera se unen la desmesura y la templanza? Hay algo siempre azaroso en el origen de las familias. Hay algo que se decidió antes de que naciéramos y nos rige la vida como un mapa invisible. Ricardo Silva Romero se pregunta por sus mitos familiares y, vadeando el exhibicionismo y la cursilería –con buenas dosis de humor–, consigue que el lector lo acompañe en ese propósito.

Las taras familiares son claras: la locura y la política. Y las virtudes, honestidad y rectitud, ¡resultan un problema en Colombia! Marcela Silva Romero, secretaria jurídica de la Presidencia durante el gobierno de Virgilio Barco y quien ideó la extradición por vía administrativa mientras la Corte Suprema era intimidada por Pablo Escobar, no solo tiene que protegerse de los atentados sino de sus vecinos de copropiedad que sin sutilezas le piden que abandone el edificio para que no los ponga en riesgo. Marcela, la hija de Romero Aguirre, un liberal radical –en otros países, un liberal a secas–, la hermana de Romero Buj, un maoísta que defendía a los trabajadores y fue ajusticiado por sus camaradas que lo consideraban un traidor solo por estar en desacuerdo, debe convivir con la estigmatización. Pero, más peligrosas que los narcotraficantes en su profesión de abogada y consultora, han sido las propuestas indecentes de los funcionarios corruptos. “De inmediato le aclara que no necesitan que cambie el concepto, ‘que nadie necesita que seas deshonesta’, sino que simplemente lo retire: ‘No es más’, por 500, por 1.000, por 1.500 millones para premiarla por su trabajo extraordinario”.

Evitar la política que conduce a los extremos; irse de Colombia o quedarse; mantener la cordura; la sensatez; vivir en paz una vida normal. Los fantasmas, los miedos y los anhelos de esta familia se enlazan y chocan con la historia de un país delirante. Las novelas, hasta las de no ficción, tienen que ser la historia privada de una nación.