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Sergio Clavijo, Leonardo Villar e Iván Duque.

PUNTOS DE VISTA

Tres puntos de vista del año económico 2016

Para Sergio Clavijo, director de Anif, como para Leonardo Villar, director de Fedesarrollo, 2016 será un año de ajustes. El senador del Centro Democrático Iván Duque ve muchas nubes negras.

5 de diciembre de 2015

Sergio Clavijo

El año económico 2015 fue de una transición relativamente ordenada. Los vientos de cola del buen desempeño de 2010-2014 le permitirán al país aterrizar en un crecimiento entre 2,5 y 3 por ciento, frente al 4,5 por ciento que traíamos.

Por contraste, en el año económico 2016 se experimentará una desaceleración algo más marcada, hacia el rango 2-2,5 por ciento y, seguramente, ello traerá aparejado un repunte del desempleo hacia niveles promedio-año del 9,5 por ciento, frente al 9 por ciento que se habría registrado para 2015.

En 2016, la prolongada turbulencia internacional también tendrá repercusiones sobre los países emergentes y Colombia no será la excepción, pues continuaremos con fuertes procesos de ajuste, tanto en nuestra balanza de pagos (con faltantes del 5 por ciento del PIB) como en el frente fiscal (con un déficit de gobierno central cercano al 4 por ciento del PIB). Si el precio del petróleo se logra estabilizar en los niveles de 55-60 dólares por barril (Brent) durante 2016, Colombia podría evitar registros macrofinancieros como los de 2009, cuando nuestra economía solo creció a ritmos del 2 por ciento.

Todo lo anterior requerirá de un accionar consistente del Banco de la República y del gobierno. En el caso del banco central, será imperioso reanclar las expectativas de inflación a través de llevar la tasa repo hacia el 5,25 por ciento antes de finalizar 2015 y, complementariamente, hacia el 5,75 por ciento durante el primer semestre de 2016.

En el caso del gobierno, sus tareas son mucho más exigentes, pues deberá impulsar reformas estructurales en los campos tributario y pensional, si es que quiere evitar una ‘sacada de tarjeta amarilla’ por parte de las calificadoras de riesgo.

Mirarse en el espejo del Brasil puede serle útil al gobierno de Colombia, pues esas imágenes revelan que la pérdida del grado de inversión ocurrió en tan solo dos años (2013-2015) y Colombia prácticamente ya ha desperdiciado la mitad de dicho lapso, tal vez obnubilado por un acertado pero complejo proceso de paz. Pero este no puede constituirse en una prolongada anestesia que impida actuar en los frentes fiscales estructurales, pues de lo contrario sería imposible darle la vuelta al desbalanceado sector productivo, excesivamente recargado sobre los commodities y descuidando el agro y la industria.

Actuar de forma decisiva en todos estos frentes estructurales -temprano en 2016- será la única forma de reencontrar el camino de crecimientos sostenidos del 5 por ciento anual, con déficits externos inferiores al 3 por ciento del PIB e inferiores al 2 por ciento en el frente fiscal. Esta solidez macroeconómica será la mejor semilla para un proceso de paz exitoso.

Leonardo Villar

El año que entra no será fácil para la economía colombiana. Fedesarrollo proyecta que el PIB crecerá en 2016 a un ritmo de 2,7 por ciento, incluso menor al 3 por ciento que estima para 2015. El impacto de la caída en los precios del petróleo sobre las finanzas públicas se sentirá plenamente en la medida en que las empresas petroleras, entre ellas Ecopetrol, estarán pagando impuestos y dividendos sobre las menguadas utilidades que generaron este año. Esto hará indispensable que el gobierno haga recortes en el gasto público y anuncie una nueva reforma tributaria para aumentar el recaudo, algo que conllevará menores niveles de consumo e inversión de los hogares y las empresas.

Por su parte, la desaceleración en la actividad económica se verá reforzada por el aumento en las tasas de interés que ha tenido que hacer el Banco de la República para anclar las expectativas de inflación y frenar las presiones inducidas por la devaluación del peso y el fenómeno de El Niño. Todo esto, además, se dará en un contexto internacional complejo en el que la Fed estará aumentando sus tasas de interés y, por si fuera poco, varias economías latinoamericanas, Venezuela y Brasil en particular, estarán enfrentando recesiones económicas profundas.

En estas condiciones, la sorpresa no es que estemos enfrentando una desaceleración económica. Lo realmente llamativo es que Colombia esté sobrellevando sin grandes traumatismos un conjunto de factores tan adversos. Entre los países medianos y grandes de América Latina, el nuestro es el que, conjuntamente con Perú, tiene las proyecciones de crecimiento más altas, incluso por encima de Chile, que durante muchos años fue el ejemplo a seguir para la región.

El ambicioso programa de concesiones de 4G en el área de infraestructura permitirá que el sector privado construya grandes carreteras en los próximos años sin estar restringido por los problemas fiscales de corto plazo. La producción manufacturera, por su parte, tiene buenas perspectivas con las mejores condiciones para competir que surgen tras la devaluación del peso, a lo cual se une la entrada en funcionamiento de Reficar.

Colombia tiene la fortuna de contar con la credibilidad internacional que requiere para financiar las necesidades de divisas y de recursos fiscales asociados con la caída en los ingresos petroleros durante estos años de ajuste. Pero lo fundamental es entender que esa credibilidad solo se mantendrá si se toman oportunamente las decisiones requeridas ante un entorno externo menos favorable, aun si son difíciles y dolorosas.

Iván Duque

Para 2016, el estimativo de crecimiento de la economía colombiana está en un rango entre 2,3 y 2,6 por ciento. Esto debido a la debilidad de nuestros socios comerciales, el bajo precio del petróleo, la turbulencia internacional, la caída en los términos de intercambio, las presiones inflacionarias y el menor dinamismo de la demanda interna.

No se espera un repunte en el precio del petróleo para el próximo año. Teniendo en cuenta el bajo crecimiento de la economía mundial, el aumento de la producción de crudo en países Opep y no Opep, el alto nivel de las actuales existencias de petróleo, la débil demanda influenciada por la

desaceleración china y el mayor dinamismo iraní en este mercado, el precio del barril podría fluctuar entre 40 y 50 dólares en 2016.

El próximo año Colombia sentirá con mayor fuerza la disminución de los ingresos petroleros y el débil desempeño económico afectará el recaudo y se incrementarán las necesidades de financiamiento. Esto llevará al déficit del gobierno central a niveles cercanos al 4 por ciento del PIB.

En el frente externo, la disminución de las importaciones, a causa de la devaluación y la menor demanda interna, disminuirá el déficit en cuenta corriente respecto al nivel actual. Sin embargo, las exportaciones continuarán en terreno negativo y si no se toman medidas estructurales para estimular la industria y el sector agropecuario, el déficit en cuenta corriente para 2016 se podrá ubicar entre 5,5 y 5,8 por ciento del PIB.

El fenómeno de El Niño estará presente hasta mediados del próximo año y presionará la inflación de alimentos. Los resultados actuales muestran que el aumento de los precios al consumidor ya no obedece a un choque de oferta transitorio, por lo que el próximo año la inflación estará entre 5,5 y 5,8 por ciento en el primer trimestre y posiblemente se ubicaría entre 4,3 y 4,8 por ciento a finales de 2016.

En respuesta a la mayor inflación se prevé que la tasa de interés de intervención del Banco de la Republica aumente y se ubique entre 5,5 y 6 por ciento.

La tasa de cambio se moderará el próximo año, pero como esta depende del precio del petróleo y sus pronósticos son bajistas estimamos que la tasa representativa del mercado podría oscilar entre 2.700 y 2.850 pesos.

El menor crecimiento económico también afectará la tasa de desempleo, la cual rondará entre el 9,2 y 9,6 por ciento el próximo año.