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A MEDIA TINTA

Los textileros aùn no han podido salir de su crisis, pero creen que ahora sí llegó la época de engordar las vacas.

21 de agosto de 1995

HACE POCO EL PRESIDENTE DE TEJICONdor, Abel Pérez Gil, le dijo a uno de sus grandes amigos, Ernesto Samper, algo que logró inquietarlo: "Yo sé que el alto gobierno está lleno de buenas intenciones, pero el problema es que los mandos medios se están pasando por la faja las medidas". Esa frase, de una conversación informal, resume el pensamiento de la mayoría de los textileros, que le aplauden al gobierno decisiones como la de firmar un acuerdo conjunto de competitividad para el sector, pero a la vez le piden más vigilancia para acabar con el contrabando, que según sus cálculos es dueño ya del 40 por ciento del mercado de textiles colombiano.
Para nadie es un secreto que los sectores de textiles y confecciones han pasado por sus peores años, después de que el gobierno anterior entró en la senda de la apertura económica y se mezclaron al mismo tiempo el incremento en las importaciones, el contrabando, en la mayoría de los casos ligado al lavado de dólares, el dumping y la revaluación de la moneda. Todo eso llevó a esa industria a convertirse en la que más número de concordatos ha tenido que afrontar en los últimos años. Los balances de las compañías evidenciaron la problemática: la producción está de capa caída desde 1993, y ni hablar del empleo, que ha tenido una permanente disminución, pues sólo en las textileras ha bajado 3,3 por ciento en los últimos tres años; las utilidades apenas lograron un pequeño repunte en 1994, luego de que las empresas vendieran gran parte de sus activos para no seguir dando saldos en rojo como los de 1993.
Y aunque para este año se esperaba una recuperación, las cosas no tuvieron un buen inicio en el primer semestre del año. Tejicóndor tuvo pérdidas por 3.500 millones de pesos entre enero y junio y Fabricato no es muy optimista sobre los resultados, aunque no los dio a conocer porque falta su aprobación por parte de la junta directiva. Coltejer, por su parte, logró un balance favorable. La crisis ha tocado a todos, y por ejemplo Enka -el más grande proveedor de materias primas para las textileras- tuvo una reducción del 35 por ciento en las ventas para el sector, la cual compensó con un aumento de igual proporción en las exportaciones.
En cuanto a las empresas de confecciones, que en su mayoría son de pequeño y mediano tamaño, hay unas 30 en Bucaramanga que están padeciendo problemas de tal magnitud que han pensado en la posibilidad de cerrar las fábricas o de entrar en concordato, cada una con un promedio de 30 empleados. Y es que donde se ha dado la mayor competencia, leal y desleal, de productos importados es en telas confeccionadas. Pese a ello, hay algunos que durante la época de vacas flacas han tenido algunos de sus mejores años, como es el caso de las empresas de ropa interior costosa y de alta calidad. Alejandro Ceballos, presidente de Leonisa, dice que "nuestra ventaja es que la industria corsetera ha adquirido importancia a nivel nacional e internacional y está dirigida a un segmento alto, de manera que no se ha visto tan perjudicada por el contrabando, y además, para defendernos de la revaluación trabajamos con productos diferenciados y especializados ".

MEJOR PUNTADA
Pese a que los resultados hasta ahora no son los mejores, los textileros consultados por SEMANA coincidieron en decir que ahora sí comienza una etapa de recuperación, que se asomará en los balances de final del año y será evidente en los de 1996. Lo que sí descartaron es un temor que cada día preocupa más a los banqueros: que las grandes textileras entren en una ola de concordatos. "Todos los empresarios hemos adelantado labores de reestructuración interna en las compañías y además, como el contrabando nos ha llevado a perder mercado interno, nos hemos vuelto más competitivos a nível externo y le hemos agregado valor a nuestras exportaciones. Por otro lado, aún no se ha incumplido ningún compromiso financiero" dijo el presidente de Coltejer, René Gómez.
La última tabla de salvación que le llegó al sector fue el acuerdo de competitividad de la cadena textil-confecciones que se firmó el 5 de julio en Bogotá, en el cual participaron los gremios y el gobierno. Los empresarios se comprometieron a reducir la brecha de productividad entre los líderes mundiales y los nacionales en un plazo de cinco años, y en los cinco siguientes tendrán que cumplir con los parámetros mundiales de competitividad, fecha en la cual entra a regir plenamente la Organización Mundial del Comercio -OMC-. Para ello tendrán que capitalizar sus compañías y modernizar sus procesos, así como capacitar a su personal. El gobierno, por su parte, puso a disposición del sector 540.000 millones de pesos para ayudarle a emprender programas de reconversión industrial y modernización.
La decisión se une a otras que habían sido aplicadas con anterioridad, como la cláusula de salvaguardia a los textiles de China -aunque según algunos empresarios se están presentando casos de triangulación a través de Panamá-; los precios mínimos y de referencia a las importaciones para controlar la subfacturación; o el frente común de la Dian y el Ministerio de Defensa para combatir el contrabando. El ministro de Desarrollo, Rodrigo Marín Bernal, dijo que "nunca un gobierno había tenido tanta voluntad y eficacia para enfrentar los problemas del sector productivo y, por ejemplo, nunca habìa conseguido elevar al nivel dé delito el lavado de dinero, que es uno de los principales problemas con que se enfrentan los textileros".
Además de eso, la tasa de cambio ha variado su rumbo y el ritmo de devaluación anual está cercano al 14 por ciento, lo cual ha mejorado la competitividad de las exportaciones. Sin embargo, según Abel Pérez Gil, "debíamos estar en por lo menos el 18 por ciento, para compensar la mayor inflación que se ha presentado en el año. Sin embargo hay que abonarle a este gobierno que quiere hacer algo para mejorar la situación del sector, porque el anterior lo iba a acabar".
Los empresarios recibieron con buenos ojos el convenio de competitividad. Sin embargo, coincidieron en decir que es apenas el punto de partida. El presidente de Fabricato, Jorge Restrepo, dijo a SEMANA que "el convenio está dirigido a señalarle objetivos y derroteros al sector para que se adecúe a una economía internacionalizada. Sin embargo, hay que entender que buena parte de los factores que afectan su competitividad no son de la esencia misma de la internacionalización sino que obedecen a desviaciones paralelas, como las prácticas desleales de comercio y el contrabando, y la resolución de esos factores es condición necesaria para que el pacto tenga resultados".
Aparte del contrabando, lo que preocupa a los empresarios es la situación de México, pues la devaluación en ese país, unida a la crisis de demanda interna, puede llevar a un aumento en las exportaciones que llegan a Colombia, teniendo en cuenta que existe el Grupo de los Tres, el cual ofrece condiciones favorables para el intercambio comercial entre las dos naciones, lo mismo que con Venezuela. Según Jorge Restrepo, ya se nota un incremento en los registros de importaciones provenientes de México, lo cual es un mal síntoma. Así mismo, hay preocupación porque aumente la importación de insumos para la industria desde el país azteca, a menores precios, lo cual pondría en desventaja a las compañías nacionales de materias primas.

PIEZA CLAVE
Las decisiones para salvar a los sectores de textiles y confecciones tienen una razón de ser: se trata de una pieza clave dentro de la industria nacional, pues aporta cerca del 10 por ciento del producto manufacturero nacional y más del 2,5 por ciento del Producto Interno Bruto -PIB-. En total, la cadena genera unos 200.000 empleos directos y más de 600.000 indirectos y exporta más de 650 millones de dólares al año, según datos de 1994.
Sólo la industria textil produce 800 millones de metros cuadrados al año, que alcanzarían para hacerle un cinturón de 20 vueltas a la Tierra. Y en lo que tiene que ver con la de confecciones, exporta principalmente a Estados Unidos para firmas del prestigio de Oxford Industries, Sara Lee, Levi Strauss, Liz Claiborne, Gitano y Vanity Fair.
Pese a su importancia, los pronósticos de que ahora sí llegó la época de la bonanza sólo serán posibles si se logra mezclar el acuerdo para ser más competitivos con una verdadera lucha para acabar el contrabando, pues como dijo el director ejecutivo del Instituto para la Exportación y la Moda -Inexmoda-, Roque Ospina, "las intenciones sin acciones se convierten en ilusiones, de manera que si no se adquieren compromisos y se asignan responsabilidades una vez firmado el acuerdo para la competitividad, es poco lo que se va a avanzar".