Bernie MadoffInversionista acusado de fraude
De ascendencia judía y nacido en Queens, a los 22 años decidió fundar su propia firma de inversiones: Wall Street Bernard L. Madoff Investment LLC. | Foto: afp

INVERSIONISTAS

Falleció Bernie Madoff, el estafador que fue del cielo al infierno

Un triste final tuvo uno de los asesores de inversión más buscados de Wall Street y reconocido filántropo. El descuadre en las cuentas de la pirámide que construyó por casi dos décadas le puso fin a su carrera.

17 de abril de 2021

Cuando en 1999 el financista de origen griego Harry Markopolos comenzó a denunciar las prácticas poco ortodoxas de la compañía asesora de inversiones de Bernie Madoff, en ese momento el mayor gurú del mercado de valores en Nueva York, muchos pensaron que estaba loco. “Nadie quería escuchar”, se quejó Markopolos una década después, cuando la Justicia por fin identificó el que es considerado el peor fraude en la historia de Estados Unidos, cometido por una sola persona. Y así tituló el libro que lanzó en 2010, en el que cuenta cómo fue uno de los primeros en descubrir esta estafa.

Madoff, el protagonista de esa historia, murió esta semana a los 82 años en una prisión de Carolina del Norte, donde pagaba una condena de 150 años de prisión por delitos de fraude en valores y lavado de activos, entre otros.

Bernard Madoff

No le faltó razón a Markopolos cuando empezó a sospechar que, como reza el adagio popular, de eso tan bueno no dan tanto. Su formación como matemático lo llevó a revisar los modelos que podía estar usando el fondo de inversiones de Madoff para ofrecer rentabilidades alrededor del 10 por ciento, y siempre estables, a pesar de que los mercados enfrentaran grandes aumentos o profundas caídas. En ese momento trabajaba en una pequeña firma de inversiones que quería captar nuevos clientes imitando el modelo creado por Madoff. Pero cuando vio que las cuentas no cuadraban, comenzó a desconfiar de la legalidad del modelo.

Markopolos tenía razones para pensar que la firma de inversión de Madoff podría ser el epicentro de un esquema Ponzi: una pirámide en la que no hay rendimientos reales, sino que los nuevos inversionistas pagan los rendimientos de quienes ya están adentro.

Comenzó entonces a enviar informes a las autoridades encargadas de vigilar el mercado de valores, sin lograr resultados para el año 2000, cuenta en su libro. Y se queja de que sus denuncias lo pusieron en el ojo del huracán y lo hicieron temer por su vida. Correr el velo que cubría el entramado ilegal creado por Madoff no fue fácil. Las quejas que hizo Markopolos fueron desestimadas inicialmente en la Comisión del Mercado de Valores (SEC, por sus siglas en inglés) y en otras entidades a donde acudió. El entonces fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, negó haber recibido las denuncias de Markopolos, aunque fue el encargado de abrir la investigación con base en varias pistas y denuncias anónimas que fue recibiendo.

Tras un juicio que tardó seis meses, la Justicia confirmó la dimensión del fraude, condenó a Madoff y confiscó sus bienes. Buscaba así recuperar el dinero estafado a sus víctimas.

En junio de 2009, Madoff fue condenado a 150 años de prisión, luego de ser hallado culpable de 11 cargos de fraude y lavado de activos. Durante el juicio, el empresario insistió en que la codicia de sus clientes los habría llevado a mantener con él sus inversiones, a pesar de que algunos sabían que se trataba de una pirámide. Todo indica que varios inversionistas miraban para otro lado cuando alguien preguntaba la razón por la cual este fondo les podía garantizar una generosa tasa de interés, aunque el mercado de valores estuviera deprimido.

Durante algún tiempo, las autoridades también se resistían a pensar que ese filántropo y reconocido financista estuviera cometiendo algún ilícito. La crisis de 2008 fue la que puso al descubierto la fragilidad del esquema creado por Madoff. Cuando los problemas hipotecarios de Estados Unidos suscitaron desconfianza, distintos inversionistas trataron de recuperar su dinero. Incluso el que habían puesto en manos del ‘mago’ de Wall Street. Y cuando muchos de ellos comenzaron a retirar su plata, se encontraron con que no había cómo responderles a todos. En ese momento, Madoff decidió confesarle a su familia la realidad de sus negocios.

Poder y dinero

De ascendencia judía y nacido en Queens, a los 22 años decidió fundar su propia firma de inversiones: Wall Street Bernard L. Madoff Investment LLC. Eran los años sesenta, y con el apoyo de su suegro y algunos ahorros propios, comenzó con pequeñas y exitosas operaciones de inversión con familiares, amigos o conocidos del club que frecuentaban.

Durante la década de los setenta ganó fama de rey Midas como consejero de inversiones de los ricos de Nueva York, a quienes atendía personalmente. A medida que crecía su fama se daba el lujo de rechazar inversionistas. Esto le creó un halo de misterio y cada vez más despertó el interés de millonarios, bancos, aseguradoras y fondos de cobertura, que le pedían que les recibiera su dinero.

Su prestigio se multiplicó cuando el mercado de valores en Nueva York empezó a afianzarse como uno de los más dinámicos del mundo. Su modesta firma se enfocó en tres especialidades: comisionista de bolsa, creadores de mercado y asesoría de inversión. Esta última fue la que usó para cometer el fraude.

Fue uno de los pioneros en el uso de tecnología en la gestión de inversiones y participó, con otras cuatro firmas, del mercado de valores en la creación de Nasdaq, el segundo mercado de valores y la bolsa automatizada y electrónica más grande de los Estados Unidos. De hecho, llegó a ser presidente de esa compañía.

También ganó fama como filántropo, pues donaba dinero a causas sociales y ayudaba a varias oenegés. Su fortuna incluía desde lujosos bienes raíces y obras de arte hasta yates y jets.

Madoff no ofrecía rentabilidades exageradas, pero sí estables. Incluso cuando otros valores del mercado caían. En diciembre de 2008 pasó de ser el admirado filántropo y prestigioso consejero de inversión a convertirse en el principal acusado de defraudar a unas 35.000 personas, por una cifra cercana a 65.000 millones de dólares.

En el grupo de afectados estaban desde fundaciones filantrópicas y universidades hasta fondos de cobertura, bancos, aseguradoras y familias millonarias que le confiaron su dinero.

En el juicio salió a flote su responsabilidad en el fraude, la avaricia de sus clientes y la debilidad del sistema encargado de vigilar el mercado de valores y evitar este tipo de engaños. El diario The New York Times calificó el papel de la SEC en este episodio como el “fracaso más humillante en sus 75 años de historia”.

Durante el juicio, las víctimas de la estafa pidieron que Madoff no tuviera un solo día más de libertad. Y lo lograron. Pero fallaron al buscar que Ruth (su esposa) y los dos hijos de la pareja (Mark y Andrew) fueran acusados de complicidad. El juez los absolvió porque fueron los hijos de Madoff quienes lo denunciaron al enterarse de los negocios ilícitos de su padre. Esto provocó una ruptura familiar y un distanciamiento entre la cónyuge y los hijos del empresario.

Las tragedias familiares y la pérdida de toda su fortuna, que incluía millonarias propiedades inmobiliarias, sobrevinieron tras la condena de fraude contra Madoff, quien murió esta semana.
Las tragedias familiares y la pérdida de toda su fortuna, que incluía millonarias propiedades inmobiliarias, sobrevinieron tras la condena de fraude contra Madoff, quien murió esta semana.

Pero esta decisión no convenció a muchas de las víctimas que siempre han acusado a la familia de conocer a fondo y participar en los negocios turbios del padre, pues llevaban años trabajando en la empresa familiar. Al final, Madoff no solo perdió su libertad; también su fortuna y todo por lo que había luchado en su vida. En 2010, Mark, su hijo mayor, se suicidó el mismo día en que se cumplían dos años de la detención de Madoff, efectuada en el lujoso apartamento familiar de Manhattan, a donde llegaron dos agentes del FBI.

En su nota de suicidio este experto en temas financieros y de inversión reconoció que no había logrado soportar la presión y los señalamientos de quienes insistían en que él conocía los verdaderos negocios de su padre.

La tragedia volvió a tocar la puerta de la familia en 2014, cuando Andrew, el hijo menor, murió tras soportar por varios meses un penoso cáncer. Hasta el último día de su vida insistió en que desconocía los manejos turbios de su padre. Y sobre este declaró en una de las revistas de la época: “[Él] ya está muerto para mí”.

Al recibir su condena, Madoff se declaró aliviado porque al fin podría dejar de mentir. En el momento de su muerte estaba por cumplir 11 años en prisión. Pero quien lo tuvo todo al final lo había perdido: familia, fama y fortuna. Y hasta la libertad para morir tranquilo.

La mayor estafa

Con un esquema piramidal, Madoff timó a miles de personas e inversionistas institucionales.