ECONOMÍA
¿Por qué está bajando el dólar? ¿Bajará más? El exministro José Antonio Ocampo habla con SEMANA sobre la situación económica del país
El economista explicó las razones que llevan a que la divisa estadounidense baje cada vez más con respecto al peso colombiano.
En entrevista con SEMANA, José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda, habló sobre las bajas que ha presentado el precio del dólar en Colombia, que el pasado viernes registró un precio promedio de 4.168,79 pesos. De acuerdo con el economista, la política económica que trazó en el cargo y la continuidad que le ha dado el nuevo ministro, Ricardo Bonilla, influye en la tranquilidad de la divisa.
“La continuación de la política macroeconómica que tracé ha ayudado a calmar los mercados. De hecho, como hasta diez días después de mi renuncia, otra vez los mercados se estaban poniendo inquietos, pero después él (Bonilla), con sus mensajes de que iba a mantener la política, que iba a respetar la regla fiscal y la autonomía del Banco de la República, logró nuevamente que se calmaran y así están”, explicó Ocampo.
Adicionalmente, resaltó que los obstáculos a las reformas sociales pueden ser una señal positiva para los mercados.
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“Por otra parte, existe una opinión entre los agentes del mercado según la cual el debate sobre las reformas sociales ha mostrado que en el país existen pesos y contrapesos que valoran positivamente y han ayudado también a la estabilidad de los mercados”, agregó el exministro.
Ocampo también resaltó el factor internacional para disminuir el precio de la divisa en Colombia: “Tal vez la más importante es el acuerdo en Estados Unidos sobre el techo de la deuda. La administración de Obama también fue objeto de una crisis política de ese estilo: la renuencia de los republicanos para aumentar el monto de la deuda pública, lo que tiene que ser autorizado por ley. Este acuerdo político ―ahora― es un avance sustancial en términos de calmar los mercados internacionales”.
Lea la entrevista completa:
SEMANA: ¿Cómo está viendo la economía del país?, ¿cuáles son las amenazas y cuáles las luces?
JOSÉ ANTONIO OCAMPO (J. O.): la situación económica ―dentro de los limitantes que tenemos― está relativamente bien. Incluso, mejor que otros campos, por ejemplo, el de la paz, donde hay grupos que no han querido contribuir al proceso de acuerdos con el Gobierno. El contexto internacional es complejo y tenemos que movernos en medio de una economía mundial que se está desacelerando, aunque ya un poco menos de lo que se esperaba a comienzos del año. En ese entorno, Colombia está frenando la demanda, por efecto del aumento de tasas de interés por parte del Banco de la República.
Pero hay señales favorables: las cifras sobre mercado laboral tienen mejoría frente al año pasado. Los salarios reales aumentan gracias a la baja de la inflación.
Los tres grandes desequilibrios que heredamos de 2022 se están corrigiendo. El que más rápido lo está haciendo es el déficit de la balanza de pagos, que había sido muy alto en 2022, pese a los mayores ingresos de exportaciones de petróleo, y ahora está bajando del 6 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2022 a 4 este año.
El déficit fiscal se está reduciendo. Los mensajes de mi sucesor (Ricardo Bonilla) han sido positivos en el sentido de que se va a cumplir la regla fiscal, como se vio claro en el anuncio del Marco Fiscal de Mediano Plazo. El tercer desequilibrio, que ha sido más renuente, pero ya comenzó también a corregirse, es la inflación, que lleva dos meses a la baja y lo hará nuevamente este mes, pero es un proceso más lento.
Así, la actividad económica se comportó bastante bien en el primer trimestre, aunque comenzó a afectarse en abril. Para el primer trimestre hubo un crecimiento de 3 por ciento, un poco más de lo esperado. Creo que este año vamos a crecer cerca al 2 por ciento, cuando el pronóstico era del 1 por ciento.
SEMANA: estuvo nueve meses en el Gobierno, ¿no le parece poco para un ministro de Hacienda?
J. O.: la verdad es que fueron meses muy intensos. Yo he trabajado 46 años, pero estos nueve meses han sido los más difíciles ―laboralmente― de mi vida.
SEMANA: No es normal que un ministro de Hacienda dure tan poco.
J. O.: sí, es atípico. Solo recuerdo el caso de Roberto Junguito, que desde el comienzo le dijo al presidente Uribe que duraría un año.
SEMANA: y, en su caso, usted no tenía planes de irse porque, incluso, la universidad le extendió el plazo hasta dos años.
J. O.: inicialmente fue un año, pero después solicité la extensión de mi licencia y, en efecto, me la otorgaron.
SEMANA: y después el presidente Gustavo Petro lo llama y le dice “usted no va más”.
J. O.: como persona, no fui yo quien generó el problema: fue la ruptura de una coalición. Y mi origen político no era ni del Pacto Histórico, ni de los aliados más cercanos a ese grupo.
SEMANA: usted es visto como un erudito en temas de Hacienda. Llegó al cargo no porque un expresidente o un partido llamaron para recomendarlo, ¿o usted era cuota de algún partido?
J. O.: yo no era cuota de nadie. Acepté para servir al país. Tengo un maravilloso oficio, que voy a retornar ahora, que es ser profesor de una buena universidad y ser consultor internacional y nacional en múltiples campos. Allá estoy regresando. De allá salí, simplemente, por el deseo de servir al país.
SEMANA: queda claro, no pensaba irse, le pidieron que se fuera, y ahí sí queda rara la teoría de que fue por ruptura de coalición.
J. O.: el presidente sí fue muy claro en que quería contar con gente más cercana políticamente a él y escogió al doctor Bonilla. En ese contexto, celebro lo que ha expresado el ministro Bonilla: el Gobierno cambió la persona, pero no la política. Eso significa que lo que había sido mi principal logro, que fue conseguir una estabilidad macroeconómica en medio de las incertidumbres de la nueva administración, se ha logrado consolidar bajo la directriz del actual ministro.
SEMANA: siguiendo con lo que estamos conversando, miremos un poco el reciente informe de reservas, en el que queda claro que tenemos menos de 8 años de petróleo y de gas. ¿Usted queda tranquilo con que no haya más contratos de exploración y explotación de petróleo?
J. O: no, yo creo que este informe, y ya lo dije públicamente en una entrevista a Bloomberg, sí exige pensar en otorgar más contratos de exploración y ahí hay dos temas diferentes, uno que es el autoabastecimiento de gas, donde de pronto las perspectivas son un poco más positivas de lo que es el informe, porque ahí hay muchas reservas contingentes, que son todas esas que se han encontrado en el mar Caribe que van a tener muchas inversiones.
En petróleo ha sido menos positivo y en este caso el problema no es tanto el autoabastecimiento, porque somos exportadores, sino como lo dije públicamente una y otra vez: nosotros tenemos tres transiciones, la energética, la exportadora y la fiscal, en todas, el petróleo es absolutamente fundamental y para mí la más compleja es la transición exportadora, porque aunque ahí hay varios sectores exportadores alternativos, que están desarrollándose y pueden reemplazar al petróleo eventualmente, es un proceso que se da gradualmente y de acuerdo con todas las proyecciones que existían.
Si no hay nuevos contratos de exploración, la reservas o la producción y sobre todo las exportaciones de petróleo empiezan a caer, no durante este gobierno, sino durante el entrante y ese sería un efecto complejo. Si no hay suficientes reservas de petróleo para hacer esa transición exportadora de forma gradual, pues este gobierno le dejaría al siguiente una crisis de balanza de pagos, que no es lo más conveniente.
SEMANA: si este gobierno definitivamente se pasa sin nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo, ¿qué viene para Colombia en materia de petróleo y de gas?
J. O.: en gas puede ser más positivo si se desarrollan todas estas reservas potenciales o contingentes que se descubrieron en el mar Caribe en la costa afuera, entonces es un caso que yo lo vería con un poco más de optimismo.
En petróleo el tema es la balanza de pagos, por las cuentas externas del país. Si no hay suficiente exportación, pues la economía se va a desacelerar en algún momento por problemas de divisas, por disponibilidades de dólares. Todas las proyecciones que habíamos visto, que básicamente las producían los técnicos de Ecopetrol, mostraban que, si no había nuevos contratos, la producción y exportaciones de petróleo comienzan a caer en el próximo gobierno, entonces si no hay un desarrollo de alternativas exportadoras, y yo no las veo surgiendo tan rápido, los problemas de disponibilidad de divisas en el país sí pueden frenar la economía, o sea, sería una herencia negativa que dejaría este gobierno, que espero que no lo haga.
Por eso yo soy partidario de abrir nuevos contratos de exploración, no es un problema de corto plazo, es un problema de, si se quiere, mediano y largo plazo.
SEMANA: pero lo que hay en el fondo es la posibilidad de una escasez. El peligro es que, si eso no se hace, exministro, venga una escasez…
J. O.: no digamos escasez, menor disponibilidad…
SEMANA: pero es lo mismo, cuando algo no está disponible es porque está escaso…
J. O: bueno es un tema gradual.
SEMANA: sí, pero es un tema así de sencillo y así de claro: cuando algo no está disponible, cuando empieza a faltar es porque empieza a haber una escasez.
J. O: bueno, yo lo llamaría menor abastecimiento…
SEMANA: y eso sería muy grave para Colombia, porque ahí sí se cumpliría lo que ha querido la ministra y que lo anunció al principio, y en lo que a usted varias veces le tocó intervenir, y es la posibilidad de traer gas de Venezuela.
J. O.: sí, y yo, curiosamente, el gas no lo veo como el problema más importante si se desarrolla todas estas reservas de mar afuera en el Caribe; lo que veo y reitero con preocupación son las exportaciones de petróleo, que son una fuente fundamental de divisas para Colombia y que sí podrían correr peligro si no hay nuevos descubrimientos importantes.
SEMANA: como ministro, ¿cómo era tener que estar apagando incendios?
J. O.: ese fue el calificativo que me dieron los medios de comunicación. Lo cierto es que, si había problemas, tenía que dar declaraciones… Es decir, yo sí tenía claro que es función de cualquier ministro de Hacienda ―como lo ha hecho también el ministro Bonilla― generar una calma macroeconómica, tratar de garantizar que los mercados reaccionen positivamente.
A comienzos del Gobierno la situación fue muy compleja, porque se disparó el dólar y las tasas de interés de nuestros títulos de deuda pública, los TES, aumentaron casi cuatro puntos porcentuales. Había un pesimismo grande. La tarea que yo hice, y considero que fue mi principal éxito como ministro de Hacienda, fue calmar los mercados.
Hacer que bajara la tasa de cambio, que bajaran las tasas de interés de los títulos de deuda pública y que hubiera una mayor confianza, tanto nacional como internacional, en la economía colombiana.
SEMANA: calmar los mercados fue un éxito suyo, pero frente a Petro generó problemas.
J. O.: bueno, estrictamente hablando, nunca me dijo que no íbamos a respetar la regla fiscal. Más aún, puedo decir que la principal reforma que ha hecho este Gobierno fue la que yo hice, la tributaria, la que permite conseguir más recursos para expandir el gasto social, que es un compromiso que yo también tengo como persona, y no solamente como ministro: cómo se lograba compatibilizar ese objetivo con respetar la regla fiscal.
SEMANA: el dólar está bajando, está más tranquilo, ¿cuál es la verdadera razón?
J. O.: la continuación de la política macroeconómica que tracé ha ayudado a calmar los mercados. De hecho, como hasta diez días después de mi renuncia, otra vez los mercados se estaban poniendo inquietos, pero después él (Bonilla), con sus mensajes de que iba a mantener la política, que iba a respetar la regla fiscal y la autonomía del Banco de la República, logró nuevamente que se calmaran y así están. De hecho, es una situación igual o ligeramente mejor a la que había cuando terminé mi cargo.
Por otra parte, existe una opinión entre los agentes del mercado según la cual el debate sobre las reformas sociales ha mostrado que en el país existen pesos y contrapesos que valoran positivamente y han ayudado también a la estabilidad de los mercados.
Internacionalmente, también ha habido cosas positivas. Tal vez la más importante es el acuerdo en Estados Unidos sobre el techo de la deuda. La administración de Obama también fue objeto de una crisis política de ese estilo: la renuencia de los republicanos para aumentar el monto de la deuda pública, lo que tiene que ser autorizado por ley. Este acuerdo político ―ahora― es un avance sustancial en términos de calmar los mercados internacionales.
SEMANA: hablemos de la Reforma a la salud. ¿En qué momento se convirtió en ese torpedo que, de alguna manera, se le devolvió al Gobierno y les costó el cargo a Alejandro Gaviria, Cecilia López y a usted?
J. O.: Alejandro puede decir que le costó… No sé si a mí, porque continué en el Gobierno. Yo lo que incluso le dije directamente al presidente fue que la renuencia de la ministra Corcho a negociar cambios en el proyecto de ley era un problema básico: que si no era capaz de hacer concesiones con los congresistas, como no las había hecho con los colegas del gabinete, la reforma se le iba a hundir. No existe la menor duda de que la ministra Corcho es la causante de la crisis política.
El ministro Guillermo Jaramillo ahora ha logrado algunos acuerdos en ese campo. Vamos a ver si logra avanzar hasta aprobar el proyecto de ley. De las tres reformas sociales, la que tiene más probabilidades de ser aprobada es la pensional, y, curiosamente, fue la última que llegó a la lista de debates.
La diferencia entre la ministra de Salud y la de Trabajo en la elaboración de los proyectos fue abismal. Con la ministra Gloria Inés Ramírez trabajé maravillosamente, acordando el proyecto de pensiones. Esa propuesta legislativa es conjunta del Ministerio de Trabajo y de Hacienda, y creo que va a ser aprobada en sus líneas fundamentales. Debería haber sido objeto de una atención mucho más temprana y, de pronto, ya estaría aprobada.
SEMANA: ¿Quién tuvo la culpa?
J. O.: bueno, la insistencia de la ministra Corcho de ir primero con la Reforma a la salud, y obviamente el presidente estuvo de acuerdo con esa lógica.
SEMANA: ¿Y por qué al final sale de ella?, ¿se dio cuenta de que no le funcionaba en el ministerio, que era un obstáculo?
J. O.: pregúntele al presidente Petro porque esa respuesta no la tengo yo.
SEMANA: ¿Usted quedó contento por haber salido del Gobierno como salió?
J. O.: la verdad es que yo entré para servir al país y hubiera continuado si se hubieran dado las circunstancias. El presidente decidió que seguía con las personas más cercanas a él, con las que quería estar en el Gobierno después de la crisis política que se generó. Debo decir que lo que ha sido asombrosamente positivo es el reconocimiento que he tenido por múltiples sectores: desde la derecha hasta el Pacto Histórico.
SEMANA: la Reforma laboral es otro ‘chicharrón’ que tiene el presidente. Los empresarios, en su mayoría, no están de acuerdo; ¿cree que esa reforma le sirve al país o hay que ajustar?
J. O.: no sé cuál es el futuro de esta ley, dado que no fue aprobada en primer debate en las sesiones del Congreso que acaban de terminar. El tema crítico, como ha sido claro en los debates, es sobre el empleo formal generado por las pequeñas empresas y, en general, cómo reducir la enorme informalidad laboral que caracteriza al país.
SEMANA: ¿Pero tienen o no razón los medianos y pequeños empresarios en estar nerviosos con esa Reforma laboral?
J. O.: bueno, aumentan los costos laborales para ellos y las normas sobre la estabilidad del empleado se vuelven más estrictas.
SEMANA.: Cree que de pronto las reformas no pasen por todo el problema político que hay alrededor.
J. O.: ese es el tema fundamental, porque finalmente, el Congreso es el que manda en ese campo. La capacidad de negociación del gobierno es crítica. En la Reforma tributaria hubo múltiples negociaciones e hicimos concesiones de diverso tipo. Veo que el actual ministro de salud ha hecho concesiones y eso fue lo que permitió que la Reforma a la salud fuera aprobada en primer debate. También las negociaciones de la Reforma pensional han sido positivas.
Le agrego el Plan de Desarrollo, que fue aprobado por el Congreso. Podría decir, curiosamente, que las dos reformas más importantes que están aprobadas fueron las que yo logré; en el segundo caso, con el director de Planeación Nacional, el doctor Jorge Iván González. Pero la Reforma tributaria y el Plan de Desarrollo son dos contribuciones que hice al actual Gobierno y espero que este hecho sea reconocido ampliamente por parte del señor presidente.
SEMANA: pasemos a la pensional, ¿cómo ve el rumbo de esa reforma?
J. O.: en ese diálogo muy estrecho y productivo entre el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Hacienda invité al actual ministro Bonilla a participar, porque él había hecho los planteamientos de Reforma pensional durante la campaña del presidente Petro, pero además porque siempre lo he respetado como un economista serio. De hecho, fui quien propuso que lo nombraran presidente de Findeter. Ahora, veo que ya ha participado en los debates en el Congreso y apoyado la reforma.
La senadora Norma Hurtado, presidenta de la Comisión Séptima, me invitó además a hacer algunas observaciones que realicé de forma oral y escrita. Creo que es un buen proyecto y, más aún, con los ajustes que introdujeron los ponentes. En particular, el principal tema que obsesionaba al Ministerio de Hacienda era qué se hacía con los recursos que pasaban como contribuciones adicionales a Colpensiones.
Sobre esto, la Comisión mejoró el artículo, haciendo claro que estos recursos deben ser ahorrados. Existe consenso sobre el sistema de pilares que propusimos: el pilar solidario, el semicontributivo, el contributivo básico, el complementario y el de ahorro individual.
He dicho que el último se puede mejorar para la gente joven, que va a tener que ahorrar más con el nuevo régimen para lograr tener una buena pensión. Esto se podría hacer incluyendo beneficios tributarios adicionales, por ejemplo, en el impuesto al patrimonio e, incluso, que se les mejore el beneficio del impuesto de renta.
Preguntas rápidas
SEMANA: quiero hacer unas preguntas rápidas. ¿Está arrepentido de haber aceptado ser ministro de Hacienda de Petro? ¿Sí o no?
J. O.: no, yo lo hice por amor a mi país, y estoy encantado de haberlo hecho.
SEMANA: ¿Le dolió como lo sacaron?
J. O.: digamos que no fue inesperado. Creo que una vez se presentó la renuncia protocolaria de todo el gabinete, yo sentí que era probable que yo saliera.
SEMANA: ¿Siendo usted tan bueno?
J. O.: agradezco su elogio, pero nuevamente no era de la línea política estricta del presidente de la República.
SEMANA: ¿Las peleas que está cazando el presidente a diestra y siniestra, especialmente en su Twitter, le sirven al Gobierno y al desarrollo del cambio que él prometió?
J. O.: esa pregunta se la dejo a usted para que la conteste.
SEMANA: ¿Volvería a aceptar un puesto en un gobierno?
J. O.: sí, yo estoy dispuesto a apoyar a mi país, pues lo hice pese a tener un oficio bastante agradable, que además me ha encantado a lo largo de mi vida, que es ser profesor e investigador. Mi secretaria, Ángela, en unos mensajes que grabaron de varios de los funcionarios del Ministerio de Hacienda en mi despedida, dijo: “Quiero recordarle que usted siempre nos dijo que prefería que lo llamara profesor en vez de ministro”, y, en efecto, me gusta más que me digan profesor.
SEMANA: ¿La ministra Irene Vélez fue un dolor de cabeza para usted como ministro?
J. O.: no fue fácil. Pero con ella encontraba uno, finalmente, formas de diálogo.
SEMANA: entonces, ¿era más difícil con la ministra de Salud, Carolina Corcho?
J. O.: sí, mucho más difícil. Mejor dicho, era imposible con la ministra Carolina Corcho.
SEMANA: ¿Terca?
J. O.: claro, usted le puede decir terca o con fuertes principios ideológicos que no quería entregar de ninguna manera.
SEMANA: ¿A cuánto, y deme la cifra que crea, va a llegar el galón de gasolina en el país?
J. O.: … No sé, a 16.000 pesos.
SEMANA: ¿Y el colombiano aguanta eso?
J. O.: muchos de los que pagan gasolina son sectores de altos ingresos. En eso, el presidente estaba de acuerdo y por eso aceptó aumentar el precio de la gasolina, que fue una propuesta nuestra y se hizo a partir de octubre, con aumentos posteriores más fuertes.
En retrospectiva, fue inaceptable que la administración Duque decidiera no aumentar los precios de la gasolina sino en el último mes del gobierno. Me parece que fue una decisión política clarísima.
SEMANA: pero, ¿podía aumentar en pandemia?
J. O.: no. Es que ya no era la pandemia. Estamos hablando del año 2022, cuando ya la pandemia había pasado.
SEMANA: es decir, Duque la embarró...
J. O.: sí, el Gobierno Duque la embarró al no aumentar el precio a la gasolina. Más aún, dio una desafortunada declaración al final, cuando por fin aumentó el precio y dijo que el gobierno siguiente tenía que seguir ese derrotero. Pero ese no fue el derrotero de su administración, ya que nos dejó un déficit que era el 3 por ciento del PIB, adicional al de más del 5 por ciento del Gobierno nacional. Era un déficit enorme. Debió haber comenzado desde mucho antes a aumentar gradualmente el precio de la gasolina.
SEMANA: si estuviera en la Junta del Emisor, que se reunirá el 30 de junio, ¿qué propondría sobre tasas de interés?
J. O.: el contexto internacional muestra que la FED (en Estados Unidos) no aumentó tasas, pero sí anunció que podría haber aumentos futuros. Otros bancos, por ejemplo, el Banco Central Europeo, siguieron incrementando tasas. Entonces, no está claro que el alza de tasas de interés a nivel internacional se haya frenado. Curiosamente, sí se ha frenado en América Latina, donde no hay muchos casos recientes de aumento de tasas.
En Colombia, la decisión que debería tomar el Banco en junio es frenar el alza de tasas y comenzar a revisar ―si se registra una nueva reducción en la inflación― si se debe iniciar la baja de tasas en julio. Sería apropiado porque el efecto más importante de subir las tasas, que es frenar la demanda, ya se logró plenamente, como se refleja en una caída muy marcada (en una cuarta parte) de las importaciones de Colombia, y en el hecho de que las encuestas del Dane y muchas otras demuestran que la demanda interna se está contrayendo. A qué velocidad baja la inflación es una pregunta adicional, y no creo que el Banco de la República deba esperar a que baje de manera más notoria. La expectativa es que para fin de año esté en 9 por ciento y el año entrante podría acercarse al 4 por ciento. Eso ya, de por sí, me parece un éxito.
SEMANA: ¿Difícil trabajar con Petro?
J. O.: yo pude trabajar con el presidente Petro.
SEMANA: y después de haberse ido siente que es más petrista o no petrista...
J. O.: bueno, yo seguiré siendo lo que siempre he sido: un socialdemócrata. Esa ha sido mi corriente política.