COLLOR DE ESCANDALO

29 de junio de 1992

LA FAMILIA DEL PREsidente Fernando Collor de Mello sigue en el ojo de la tormenta brasileña. El escándalo desatado la semana pasada cuando su hermano Pedro le acusó de corrupto y drogadicto no sólo logró convencer a sus conciudadanos de que la avaricia desmedida es la norma en la familia presidencial. También logró que la imagen del presidente llegara a su nivel más bajo y que las encuestas de popularidad indicaran que el 25 por ciento de los brasileños preferiría que el Presidente renunciara de inmediato. Lo que ha causado la peor impresión es que se produjeran sólo ahora, cuando se interpuso entre los hermanos un problema de carácter estrictamente privado, aunque se refieren a hechos continuados durante largo tiempo, como en el caso de la corrupción, o a un asunto tan viejo como el uso de cocaína hace más de 20 años. El hecho es que Pedro era hasta la semana pasada el jefe del grupo de comunicaciones de la familia en el estado de Alagoas y que sus acusaciones surgieron ante el intento de un amigo del Presidente, el empresario Paulo César Farías, de competir en ese mercado. Lo del consumo presidencial de cocaína era, entre otras cosas, un secreto a voces en Rio de Janeiro.