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MAURICIO BOTERO

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Avianca: ¡bienvenidos al pasado lejano!

Según informe de prensa, la situación de las líneas aéreas en Colombia, especialmente la de Avianca, es grave.

23 de agosto de 2022

De acuerdo con cifras de la Aeronáutica Civil, al cierre del primer semestre de 2022 las empresas troncales de pasajeros acumularon un saldo en rojo de 1,55 billones de pesos, para un aumento del 9,4 % frente al mismo lapso del año 2021, cuando reportaron a la autoridad aeronáutica pérdidas por 1,42 billones de pesos y la recuperación de las operaciones apenas tomaba vuelo tras el impacto de la covid-19. Entre 2019 y el primer semestre del año en curso, las aerolíneas comerciales de pasajeros acumularon 8,33 billones de pesos de pérdidas, suma que se incrementa hasta los 9,06 billones de pesos si se toman en cuenta todos los tipos de operación aeronáutica, incluyendo la de carga.

El hecho de que Avianca incurra en enormes pérdidas no implica que no le sea indispensable corregir el rumbo que ha tomado y/o que el gobierno, para ayudar al sector, tome decisiones que perjudiquen a los usuarios o coloquen cargas adicionales a los contribuyentes. Hace algunos años, Avianca tomó la decisión de convertirse en una empresa ‘low-cost’, decisión perfectamente legítima. Sin embargo, lo que no es legítimo es desmontar el nivel de servicio que se le brinda al usuario, pero simultáneamente seguir cobrándoles a los usuarios tarifas desmesuradas, en muchos casos superiores a la que cobran otras aerolíneas que para el mismo destino, prestan infinitamente mejor servicio.

En múltiples ocasiones, comparando tarifas nacionales e internacionales entre varias empresas, las tarifas de Avianca son las más altas. El servicio en tierra y a bordo de Avianca es deplorable. Una viajera recientemente montó la imagen en donde se puede ver un menú conformado por una Coca-Cola, unas papas de paquete, un sándwich y unas galletas Oreo: “Acabo de bajarme de la nueva aerolínea low cost de Colombia. Avianca nos ha brindado un maravilloso almuerzo en clase ejecutiva para un viaje de 6 horas. La única palabra que me viene a la mente es decepción. RIP a la maravillosa Avianca y bienvenida a la nueva Avianca”.

Hoy la empresa ofrece una sola marca de gaseosa, una mínima selección de licores mediocres, y un reducido abanico de películas bastante malas y desactualizadas. En las grandes capitales, como Madrid, no cuenta ya con un salón VIP. En estos aspectos sí es notorio que la empresa se ha convertido en ‘low cost’. El autor de esta nota hace algunos meses, en un viaje internacional, pretendió hacer uso de los aseos: su entrada fue bloqueada por el carro de las comidas durante más de un cuarto de hora dado que la tripulación se reservaba para ellos el uso exclusivo de los lavabos. Por lo visto, ni los pilotos ni las azafatas entienden que somos nosotros los pasajeros los que pagamos sus salarios. El abusar de los pasajeros, fuera de estúpido e incorrecto, es suicida.

Las autoridades se están prestando a un abuso que se ha vuelto común entre las aerolíneas y es la llamada “reserva de asiento”. Al que no compre la asignación de un asiento, no se le avisa que en el caso de “sobreventa” del vuelo (lo que ocurre cada vez con más frecuencia), los primeros a los que no se les permite abordar son los que no han pagado el sobreprecio de la silla.

Las autoridades deberían ser bastante más firmes en el costo de no abordar a un pasajero que tenga una reserva en firme y haya cancelado la totalidad del pasaje:

1. Se le debe pagar la totalidad del desplazamiento del aeropuerto a la residencia del pasajero, ida y vuelta.

2. Si el pasajero se ha hospedado en un hotel, se le debe pagar la tarifa por mínimo una noche.

3. Como penalidad, se le debe pagar al pasajero un mínimo de dos veces el costo del pasaje.

En otro aspecto, al autor de esta nota le sigue siendo incomprensible la pusilanimidad de las autoridades en relación con el concesionario del aeropuerto El Dorado, que ha permitido que se convierta en prácticamente un bazar. A la salida de seguridad del muelle nacional han dejado instalar una monumental tienda de obligado paso para el viajero. En un momento dado fue diseñado un serpentín para que el pasajero, que no tuviera interés en las mercancías, pudiera circular sin obstáculos a tomar su vuelo. Pero hace unos años, ante la mirada bovina de las autoridades, la tienda invadió ese espacio con escaparates, obligando al pasajero a desviar su camino. ¡Pareciera que las autoridades se rehúsan a entender qué es verdaderamente la función de un aeropuerto no es ser un centro comercial, sino una central de embarque y desembarque de pasajeros!

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