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Consecuencias y secuelas del “Estado cantinero”

Colombia, que hubiera podido ser una potencia mundial en la producción de muchos licores, especialmente el aguardiente y el ron, se tiene que contentar con los productos de los monopolios.

Mauricio Botero Caicedo
2 de agosto de 2023

La noticia aparecida en días recientes en el portal Las2orillas es el fiel reflejo de lo que pasa cuando un país, por ambición, codicia y/o pusilanimidad, continúa tolerando un monopolio rentístico, concretamente el del alcohol: “El Amarillo de Manzanares pudo entrar a Cundinamarca y Bogotá en 2017, donde el mercado de aguardientes lo tiene monopolizado la marca Néctar producida por la Empresa de Licores de Cundinamarca… pero el éxito del guaro caldense, que se posicionó muy bien en el mercado cundinamarqués y bogotano, asustó a los gerentes departamentales.

Las ventas de Néctar disminuyeron y las rentas de la Industria de Licores de Cundinamarca, también. La respuesta fue quitar el rival del camino, el Amarillo, al que ya le había dado permiso de entrada por diez años. El mes pasado, con el pretexto de incumplimientos por parte de los caldenses, Cundinamarca le cerró la puerta a la venta del Amarillo de Manzanares y destruyó el acuerdo pactado. Cundinamarca no quiere un competidor tan fuerte a su lado, esa es la versión de los de Caldas… las cajas del aguardiente caldense, que ya estaban listas para llegar a Bogotá y sus alrededores se quedarán engavetadas porque, por ahora, las penas y las alegrías de los rolos y cundinamarqueses no podrán ser acompañadas con el Amarillo de Manzanares, el aguardiente más viejo del país”.

Mientras que los habitantes de Bogotá y Cundinamarca pueden consumir todo el licor importado que se les antoje, sin que ni la Licorera ni la Gobernación de Cundinamarca puedan mover un dedo, un excelente producto nacional como el aguardiente Amarillo de Manzanares no lo puede hacer porque la ley les permite cerrarles las fronteras a productos de otros departamentos. Que el consumidor no pueda ejercer sus preferencias en materia de aguardientes tiene sin cuidado a la Licorera de Cundinamarca (y obviamente a la Gobernación) que, con todo el peso de la ley de su lado, van a obligar a que los bogotanos y cundiboyacenses en materia de aguardiente solo tengan opción de consumir Néctar.

Esta sinrazón, por no llamarla imbecilidad, ocurre porque Colombia se mantiene como casi el único “Estado Cantinero” en el mundo. Al darle la Constitución a los departamentos el monopolio rentístico del alcohol, estas entidades se ceban en sus derechos en alevoso detrimento de los consumidores, de los productores nacionales, y del bienestar y crecimiento del país visto como un todo. Colombia, que hubiera podido ser una potencia mundial en la producción de muchos licores, especialmente el aguardiente y el ron, se tiene que contentar con los productos de los monopolios, generalmente mediocres, y de un puñado de pequeñísimos productores con en base en complejísimas maromas logran producir en Colombia y sacar sus productos al mercado.

En cualquier empresa, sujeta a la libre competencia, la entrada al mercado de un competidor con un producto superior con gran aceptación en el mercado, como es el caso del Amarillo de Manzanares, hubiera prendido las alarmas para que la empresa se esforzara en hacer un producto aún mejor. En Cundinamarca, por el contrario, lo que han hecho es invocar la ley del monopolio para informarles a los consumidores que sus derechos y preferencias van a ser pisoteados.

Los departamentos, obviamente manejados por la casta política que rige sus destinos, son miopes y torpes. En vez de aumentar de manera importante los impuestos a todas las bebidas alcohólicas, incluyendo la cerveza y el vino, estableciendo modernos mecanismos para el cobro de dichos tributos, se han encargado es de mantener a toda costa el monopolio rentístico. Esta es una de las múltiples razones por las que somos y seguiremos siendo un país de tercer nivel.

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