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GUILLERMO VALENCIA

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El potencial de la telesalud

Revolucionar la atención médica requiere de un enorme músculo financiero. En ello, la telesalud, que se expandió gracias a la llegada de la crisis pandémica, tiene el potencial para estimular la innovación, el acceso y la calidad en el sector.

31 de julio de 2021

En la medida en que crecen las estrategias para salir de la crisis generada por el coronavirus, las organizaciones que se asocian al sector salud deben alinearse cada vez de una manera más comprometida a esta tendencia de recuperación. No obstante, una de las soluciones que tomó mayor vuelo fue la telemedicina, en aras de reducir todo lo posible las zonas que estimulaban la aglomeración de personas, como lo era la atención de pacientes de manera presencial.

Si bien no es que la telesalud se haya creado como iniciativa a raíz de la pandemia, sí creció exponencialmente gracias al contexto de la crisis. Y en la medida en que estas organizaciones buscaban evolucionar sobre sus modelos de negocio, desde 2020 se anticipó que la crisis afectaría las tasas de crecimiento en todos los segmentos de atención médica, mientras que los negocios tradicionales y los proveedores iban a ver una caída en sus ganancias antes de impuestos.

Los estudios más recientes revelados por McKinsey, han demostrado que el uso de la telesalud ha aumentado 38 veces más en referencia al contexto previo a la pandemia. De hecho, este exponencial crecimiento se vio durante los primeros meses al inicio de la pandemia en 2020. En abril del año pasado, el uso de la telesalud para consultas médicas y atención ambulatoria fue 78 veces mayor en comparación a febrero de ese mismo año en los países analizados.

En un principio, en plena pandemia, la telesalud ofreció una facilidad en respuesta a una necesidad inmediata. Pero ahora, ofrece la posibilidad de reinventar los modelos de atención en salud ofreciendo una posibilidad un poco más híbrida (virtual-presencial) para lograr mejorar el sector en cuanto a acceso, asequibilidad y hasta calidad, dependiendo la especialidad y complejidad de la consulta.

Analizando la telesalud en lo que va corrido del año hasta el mes de julio 2021, McKinsey evaluó las implicaciones para la telesalud. Si bien comenzó con pie derecho durante el primer semestre de 2020, los niveles de uso se han logrado estabilizar entre un 13% a un 17% en la gran mayoría de especialidades médicas.

En concordancia, la actitud y la recepción de parte de los consumidores y los proveedores hacia la telesalud ha mejorado en comparación a épocas previas a la pandemia. No obstante, aún se mantienen algunas barreras como la seguridad tecnológica y una optimización sobre la tecnología híbrida para la prestación de los servicios.

Por otro lado, se han expandido los cambios regulatorios que facilitaron su expansión que, igualmente, viene de la mano con una inversión sustanciosa en todos sus modelos de atención. Hay países que tuvieron que incrementar hasta 3 veces su nivel de inversión de capital sólo en telemedicina en año pasado en comparación a 2017.

La percepción de los consumidores (y hasta proveedores) es claro que varía de región en región y del tipo de atención. Los sistemas de salud son ampliamente heterogéneos, especialmente con países que tienen un mayor músculo financiero para invertir en un sector tan vital dentro del bienestar ciudadano. Allí, es indudable que las percepciones en cuanto a calidad son tan disímiles, especialmente si nos fijamos en la región latinoamericana.

Datos de la OCDE han revelado que dentro de los países que más invierten en atención médica son Estados Unidos, Noruega, Alemania, Suiza, Suecia y Países bajos. De hecho, hace un año se estimaba que se requería de USD$ 250 mil millones en gastos de atención médica para Estados Unidos para potencializar su traslado a la atención virtual. Una realidad de un cuarto de billón de dólares que no todos pueden financiar.

En el caso de Colombia, el gasto en salud en el 2020 superó los $36 billones, según asignación del Presupuesto General de la Nación, y que no fueron suficientes si lo evaluamos empíricamente. Aún se mantiene como un sector deficitario en materia de calidad según la opinión pública, y la aglomeración de personas, la demora en la asignación de citas, la precarización en la atención, la falta de recursos, entre otros testimonios del día a día son prueba de ello. Independiente a la crisis, es un sector que siempre ha demandado una mayor inyección en materia de inversión.

Pero, sólo evaluando el segmento de la telesalud, cifras del Ministerio de Salud afirman que entre marzo 2020 a enero 2021 se prestaron 101,2 millones de atenciones entre tele consultas, control prenatal, fórmulas de medicamentos entregadas y servicios de laboratorio. De todas estas, el 82% fueron atenciones no covid.

Según el Índice de Medicina Personalizada, América Latina debe acelerar su paso para tener sistemas de salud mucho más resilientes con el fin de enfrentar los retos que dejará la pandemia. Varios expertos concluyeron que la revolución del sector debe incluir un esquema digital, personalizado y basado en datos.

Ya pasamos la atención virtual de urgencia. Ahora el próximo capítulo de la telesalud se concentra en una atención “longitudinal”, lo que implica desde una atención primaria hasta una atención especializada. La innovación comienza al tener una puerta mucho más grande de entrada al mundo digital, pero contemplando una atención médica integral. El poder de la telesalud brinda la oportunidad para mejorar no sólo el acceso, sino también la calidad.

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