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GUILLERMO VALENCIA

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Garantías laborales para las mujeres

Renovar los compromisos en materia de garantías para la mujer hace parte de la reactivación y recuperación económica. Hoy es un día, no para celebrar, sino para reflexionar todo lo que se ha logrado y para recordarnos todos los desafíos a batir para promover su empoderamiento y libre desarrollo, en una sociedad aún bastante machista.

8 de marzo de 2021

El 8 de marzo de cada año es una fecha que nos invita a cavilar sobre la lucha, más vigente cada día, por lograr una mayor igualdad de género. La batalla es por generar más y más oportunidades para que las mujeres puedan crecer en un panorama que les ofrezca todas las garantías que merecen por capacidades.

Según Christine Lagarde, exdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI), el trato desigual y discriminatorio margina a las mujeres y obstaculiza su participación como personas productivas que contribuyen no sólo a una sociedad, sino también al desarrollo económico.

Son muchos los estudios que han evidenciado que las mujeres juegan día a día un papel más trascendental en la disminución de la pobreza, la consolidación de un mercado laboral más inclusivo, mejores resultados educativos, estabilidad de índole macroeconómica y tasas de crecimiento relativamente elevadas.

Por ejemplo, de algunas investigaciones del Banco Mundial, se ha podido concluir que el aumento del ingreso laboral femenino y de la participación femenina en el mercado laboral refleja, tanto una mayor tasa de escolarización, como una menor brecha de género en términos educativos. A finales de la década pasada, se acortó la brecha de género en términos educativos, e incluso se revirtió en muchos países de América Latina, con las niñas teniendo ahora tasas de escolarización más altas que los niños en educación secundaria y terciaria.

Pero, ahora, esta es solo una pequeña muestra del panorama. Hoy día son muchas las mujeres que se postulan a programas de intercambio para ampliar sus perspectivas y su conocimiento, en otros países trabajan y se forman mucho más para apropiarse de cargos directivos, participar de juntas directivas o para ejercer sus propios emprendimientos, buscan oportunidades laborales que no obstaculicen su rol como madres (quienes deciden serlo), aprovechan cada día las nuevas oportunidades, en fin, en comparación con lo que veíamos en participación hace décadas, el panorama ha mejorado.

Esta campaña mundial por la igualdad ha exigido medidas de los gobiernos mundiales para liberar a las mujeres de muchas estructuras sociales de las que han sido víctimas por mucho tiempo. Por ejemplo, una que se considera de las más convencionales, pero también de las más costosas es el cuidado infantil universal y la licencia parental, según la Primera Ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir.

No obstante, no escatima en la importancia de demandar leyes y regulaciones que permitan a las mujeres participar en el mercado laboral y en los procesos públicos de toma de decisiones, al tiempo que dejan margen para que los hombres compartan las responsabilidades domésticas. El único problema es que a esto le hace falta más respaldo mundial para que ello no se considere un lujo, sino un componente integral de una economía exitosa e inclusiva.

Por ello, aunque mucho se festeje sobre los avances y el progreso es materia de igualdad de género, aún hay que mantener el foco sobre los grandes retos que se mantienen en pie en un panorama en donde la libertad y la equidad resplandecen mucho más, en comparación con otras décadas.

Aún el grado de inserción laboral es inferior al de los hombres, aún reciben salarios inferiores cuando ocupan el mismo cargo que un hombre, aún hay una discriminación en el acceso al financiamiento en muchos países, aún se les ejerce limitaciones a las mujeres emprendedoras. En definitiva, aún queda mucho por lograr.

Si bien el empoderamiento femenino abarca múltiples facetas, el empoderamiento económico integral sería un muy buen paso. De acuerdo con el FMI, las autoridades económicas desempeñan un papel importante en la garantía de la igualdad de las oportunidades. Desde sus cargos, tienen la capacidad de diseñar políticas que ayuden a mujeres y niñas a tener acceso a lo que requieren para tener una buena calidad de vida en términos de educación, trabajo formal y flexible, servicios a la salud, servicios financieros y hasta protección legal contra el acoso.

En definitiva, si el empleo de las mujeres se equiparara con el de los hombres, las economías del mundo serían más resilientes y el crecimiento económico sería mayor. El Banco Mundial y el FMI estima que con el cierre de la brecha de género se podría incrementar hasta un 35% el PIB, que tener una mujer más en la alta gerencia contribuye a un rendimiento de hasta 13 puntos básicos en la rentabilidad de los activos, y se podría hablar, incluso, de un sector financiero más estable.

Muchos hablamos de competitividad y productividad, pero pocos notan la importancia del género al repensar la economía. Son muchos los retornos sociales, económicos y financieros que se obtienen al invertirle a políticas que garanticen esta igualdad, y que eviten discriminar la contribución de una persona solo por su género.

Llevamos mucho tiempo hablando de la recuperación y la reactivación económica con esta crisis pandémica, y este es un punto mandatorio a abordar. Es prácticamente una condición fundamental. Todos queremos ver a mujeres libres, empoderadas y libres de cualquier tipo de violencia. Pero esto demanda el respaldo institucional.

Que este 8 de marzo sea una oportunidad para recapitular los logros alcanzados por cada mujer en la historia que se ha atrevido a romper barreras y proponer nuevos desafíos en pro de una sociedad más igualitaria. Seguir trabajando por su crecimiento, su seguridad y su desarrollo es imperativo desde todos los ámbitos.

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