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WEB 3.0: De la extracción digital a la creatividad soberana

En el web descentralizado reside la promesa de un futuro más brillante y creativo; un futuro donde el poder no reside en manos de unos pocos, sino en la soberanía colectiva de muchos.

Guillermo Valencia
19 de marzo de 2024

En los anales del progreso tecnológico, pocos relatos resuenan tan profundamente como la evolución de internet; un viaje marcado por cambios titánicos en la ideología, dinámicas de poder y estructuras de propiedad. Desde el amanecer de la Web1 hasta la cúspide del dominio de la Web2, y ahora, la llegada inminente de la Web3, la trayectoria de la innovación se desarrolla no como una mera progresión lineal, sino más bien como una saga de conquista, consolidación y revolución.

La Web1, abarcando los años de 1990 a 2005, epitomizó el espíritu de la descentralización: una era definida por protocolos abiertos y gobierno comunitario. Durante esta época, internet emergió como un terreno fértil para la innovación, con el valor fluyendo hacia los extremos de la red, empoderando a usuarios y constructores por igual para dar forma al paisaje digital. Sin embargo, el surgimiento de la Web2 trajo consigo una nueva era de dominio centralizado, caracterizada por el ascenso de gigantes corporativos como Microsoft, Google, Apple, Amazon y Facebook. A medida que estos imperios digitales acumulaban un poder e influencia sin precedentes, la promesa de descentralización dio paso al atractivo de servicios propietarios, relegando a usuarios y constructores a meros sujetos en el reino de la soberanía corporativa.

Ahora, en el umbral de la Web3, somos testigos de una revolución; un renacimiento de soberanía digital que fusiona el ethos descentralizado de la Web1 con la funcionalidad de vanguardia de la Web2. Acuñada como la internet propiedad de los constructores y usuarios, orquestada con tokens, la Web3 anuncia un cambio de paradigma; un retorno a las raíces del empoderamiento digital y la propiedad individual. En esta nueva época, la propiedad y el control se democratizan, facilitados por tokens, tanto fungibles como no fungibles, que confieren derechos de propiedad y soberanía sobre activos digitales. Impulsada por blockchains como Ethereum, la Web3 aprovecha la infraestructura descentralizada, asegurando confianza y transparencia en las transacciones, y liberando a los usuarios del agarre de la hegemonía corporativa.

Los tokens sirven como la sangre vital de la Web3; un medio para alinear los incentivos de los participantes de la red hacia la ascendencia colectiva. A diferencia de la dinámica de suma cero de las plataformas centralizadas, la Web3 fomenta un ecosistema colaborativo donde la creación de valor se distribuye y la innovación florece. Este ethos colectivo rectifica la falla fundamental de las redes centralizadas, donde la extracción de valor por unos pocos seleccionados engendra conflicto dentro del ecosistema.

El término Web 3.0 fue introducido originalmente por Gavin Wood, cofundador de Ethereum y fuerza impulsora detrás de Polkadot; un protocolo diseñado para conectar sin problemas blockchains dispares, maximizando la eficiencia computacional. Además, plataformas destacadas en el ámbito de la Web 3.0, como Solana, priorizan el mejoramiento de la escalabilidad de blockchain, superando la velocidad de numerosos otros blockchains al mismo tiempo que mantienen la rentabilidad.

La Web3 emerge como un bastión de soberanía digital e innovación en un mundo cada vez más centralizado. A medida que navegamos por las complejidades de la era digital, la imperiosa necesidad de abrazar la Web3 crece cada vez más urgente. En la Web3, encontramos no solo competencia, sino colaboración; un esfuerzo colectivo para remodelar la frontera digital y forjar una nueva era de empoderamiento digital. Como pioneros en este movimiento naciente, es el momento adecuado para asumir el manto de la soberanía digital y trazar un rumbo hacia un futuro más brillante y descentralizado para todos.

La evolución de internet es una saga de conquista, consolidación y revolución; un viaje marcado por el surgimiento y caída de imperios digitales. En el crisol de la innovación, la Web3 emerge como una fuerza transformadora; un renacimiento de soberanía digital que promete remodelar el paisaje digital para las generaciones venideras. Mientras nos encontramos al borde de esta nueva época, escuchemos el llamado claro del empoderamiento digital y abracemos los imperativos de la Web3. Porque en la web descentralizada reside la promesa de un futuro más brillante y creativo; un futuro donde el poder no reside en manos de unos pocos, sino en la soberanía colectiva de muchos.

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