| Foto: León Darío Peláez

PARO ESTUDIANTIL

Con protestas y propuestas, los estudiantes no se rinden

Sin importar las cartas en su contra, los jóvenes universitarios realizaron una marcha más. Pese a los fatídicos pronósticos que auguraban una manifestación fallida, salieron a las calles y le comunicaron a la ciudadanía que al movimiento estudiantil aún le queda combustible para rato.

6 de diciembre de 2018

La expectativa era poca. A las 10 de la mañana un mínimo de personas estaban reunidas en la Plaza Che, al interior de la Universidad Nacional. Pese a que esa era la hora de inicio de la manifestación estudiantil del 6 de diciembre, los ánimos hablaban más bien de un movimiento universitario apagado. En otros claustros, como la Universidad Pedagógica, los medios registraron la ausencia del espíritu fogoso que caracterizó las siete marchas anteriores.

Sin embargo, la viveza propia de los jóvenes que claman porque sus universidades públicas no se caigan a pedazos reapareció. Dos horas después alrededor de 2.000 personas salieron de la Universidad Nacional, camino a la Plaza de Bolívar. Lo mismo hicieron otros cientos de estudiantes que marcharon desde la Pedagógica y la Distrital, incluso algunos de la Universidad Externado y Javeriana.

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Los representantes estudiantiles llevaban varios días anunciando que no importaba si llegaba diciembre, el paro nacional seguiría hasta que el gobierno responda a las exigencias sobre adiciones de recursos a la base presupuestal de los estudiantes. Incluso convocarían a marchas en el mes donde la gente sale a vacaciones y el espíritu navideño resta importancia a otros temas de coyuntura nacional. Así lo hicieron.

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Marcharon en varias ciudades del país. En Bogotá la movilización social tuvo matices: esta vez las arengas alegres, además de las manifestaciones artísticas no estuvieron presentes en un ciento por ciento. Hubo momentos en que algunos permanecieron en silencio mientras otros cantaron a todo grito.

Luego, en la carrera 13 las movilizaciones paralelas a la de la Nacional se unieron a esta. A la altura de la calle 26, sobre las 2 de la tarde, sonaron varios explosivos que por varios minutos generaron un ambiente tensionante. “Caminemos rápido para que no nos vayan a reventar”, dijeron varios estudiantes con cierto susto de que el Esmad y la Policía Antidisturbios accionara en contra de ellos.

A la par, algunos marchantes pedían que pararan, que no continuaran, que debían esperar a los que estaban más atrás. Una especie de desorden y de contradicción entre varios representantes se tomó la protesta. Pese a la breve confusión, el susto por pensar que la tranquilidad desaparecería de la movilización se esfumó varias cuadras adelante.

El 10 de diciembre los estudiantes cumplen dos meses en paro nacional. Desde eso, los estudiantes no solo han logrado mantener una mesa de diálogo con el gobierno nacional, sino varios billones de pesos que en los próximos años irán a las carteras de las instituciones de educación superior. Las sesiones de cada semana y el esfuerzo del movimiento estudiantil por mantenerse unido sin dar el brazo a torcer después de tantos días de lucha y manifestaciones ha sido públicamente reconocido por la ciudadanía.

Esta vez no fue la excepción. Aunque mucho menor la cantidad de asistentes a esta protesta (en la primera manifestación se registraron alrededor de 14.000 personas, a diferencia de esta en la que participaron menos de 6.000), personas desde sus casas y oficinas apoyaron este nuevo intento de presionar al gobierno. Incluso conductores de buses y camiones, como personas en vehículos particulares acompañaron con sus bocinas a los jóvenes universitarios.

¿Por qué siguen marchando? Cada uno de los estudiantes tiene sus propias razones, las personales. Para Lorenza Bordamalo, estudiante de trabajo social, su razón para manifestar es el amor que siente por su claustro. Para ella, estudiar en la Nacional era más que un sueño. Sin embargo, cuando pasó y vio la realidad de la universidad, entendió que las cosas no andaban bien.

“Antes de entrar me imaginé un lugar muy distinto al que encontré. No pensé que tuviera una crisis de financiamiento tan dura, que los edificios se estuvieran cayendo, que a todos nos tocara estudiar con tanto esfuerzo. Muchos no tenemos laboratorios y hasta en uno de mis salones llueve más adentro que afuera”.

Bordamalo ha marchado en todas las movilizaciones. Sigue convencida que tomarse las calles de forma pacífica es la mejor forma para demostrarle al gobierno que su lucha es en serio. Como ella, Juan Sánchez, estudiante de la Universidad Externado, no ha perdido la convicción de que lograran un acuerdo definitivo con el gobierno.

“Nosotros seguimos marchando porque así lo quiere el gobierno. Vamos a dejar el paro cuando el gobierno nos dé una respuesta seria. Nosotros seguimos con fuerza para marchar por una razón sencilla: si perdemos clases ahorita es para que de ahora en adelante no perdamos nuestras universidades”, expresó Sánchez, que desde hace algunos días está en vacaciones.

Cómo él, muchos de los universitarios también están en plena época de descanso. Aunque tienen la actitud para seguir convocando a marchas, saben que la llegada de diciembre les juega en su contra. Lo supieron incluso esta vez. Las universidades públicas mandaron también a sus estudiantes a vacaciones, de manera que los estudiantes regionales se encuentran en sus ciudades de origen. Eso, sumado al cansancio colectivo de varios sectores del movimiento contribuyó a que esta marcha fuera tuviera momentos “muertos”, que no se viviera con la intensidad propia del movimiento estudiantil.

Sin embargo, la fuerza que mencionó Sánchez, hizo que, cuando la movilización llegó al centro de la ciudad, el eco de sus cantos llenara las angostas vías que los condujeron hacia la Plaza de Bolívar. La emoción contagió a los habitantes del sector, al punto que muchos les tiraron papeles para celebrar que siguen en pie de lucha.

Llegar a la Plaza de Bolívar fue la prueba de fuego. El desenlace de la marcha dejó como resultado una marcha pacífica. Allí, varios representantes estudiantiles de universidades regionales como la del Pacífico y la del Tolima, como voceros del movimiento indígena y de las universidades capitalinas, dieron breves discursos para alentar a los manifestantes. Al final, aunque los manifestantes se tomaron buena parte de la plaza pública, su movilización fue tan tranquila que no tuvo un mayor eco en las autoridades de la ciudad. La Policía informó que hubo actos aislados que afectaron las instalaciones de TransMilenio. El parte oficial dejó 2 buses vandalizados y 4 estaciones afectadas. Pero, a nivel nacional y de forma generalizada el ente expresó que en efecto esta marcha transcurrió con normalidad.

Durante más de cinco horas los estudiantes volvieron a las calles. Sin importar las cartas en su contra, con protestas y propuestas continúan firmes en su lucha. Gritaron “a parar para avanzar, viva el paro nacional”. Dejaron en claro que aún queda combustible para salvar sus claustros y por eso aún no rinden.