PARO DOCENTE

La dura carta de una madre preocupada por el paro docente

Se cumple un mes desde el inicio del cese de actividades del magisterio y los padres de familia comienzan a mostrar su inconformidad por la falta de acuerdos entre gobierno y Fecode.

12 de junio de 2017

Cuando se cumple un mes del inicio del paro docente, maestros de todo el país volvieron a tomarse las calles en un intento por presionar al gobierno de Juan Manuel Santos para que oiga sus demandas. En Bogotá, el paro camionero se unió a las protestas de los educadores y colapsaron varias calles principales de la capital.

La semana pasada los profesores anunciaron que no iban a desistir en sus exigencias y que de hecho, redoblarían la intensidad de las marchas. Así lo confirmaron voceros de Fecode después del anuncio del presidente Santos sobre la puesta en marcha de una directiva por la que los maestros que han secundado el paro tendrán que reponer las clases perdidas si quieren recibir el salario de los días no trabajados. Se trataba de una medida para desalentar a los maestros a seguir con las protestas y que solo ocasionó más malestar.

Posteriormente, y con el fin de calmar los ánimos, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) anunció el pasado 10 de julio que incrementaría los salarios de los docentes en un 8,75 %, por medio de un nuevo decreto. Antes de eso, la ministra de Educación Yaneth Giha comunicó en rueda de prensa que aumentaría en 1,8 billones de pesos los recursos para educación del Sistema General de Participaciones. Las medidas tampoco tuvieron el efecto esperado: representantes de Fecode indicaron que sus demandas van más allá de lo salarial y confirmaron que mantendrían las movilizaciones. 

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Según la cartera educativa, el paro le cuesta al país más de 40.000 millones de pesos diarios por servicios de nómina y transporte que no se están prestando.

La incertidumbre que está generando esta situación de desencuentros entre el sindicato y el gobierno empieza a tener sus efectos en las familias de los aproximadamente 8.500.000 estudiantes afectados por el cese de actividades y a los que desde hace un mes no se les garantiza el acceso a la educación.

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Semana Educación reproduce una carta de una madre de La Guajira en la que expone la intranquilidad que padecen actualmente muchas familias ante la falta de acuerdos entre las partes de este conflicto.

Mi nombre es Ana María Plaza, tengo dos hijos los cuales cursan tercero y quinto grado en la escuela primaria de la Normal Superior en San Juan del Cesar, La Guajira. Soy una de las miles de madres de bajos recursos que se está viendo afectada por este paro.

Veo con preocupación el futuro en la educación de mis hijos. Parece que al gobierno de mi país le interesa todo menos su educación. Pero, ¿cómo pretendo yo que les interese la educación de mis hijos, si ellos tienen a sus hijos en los mejores colegio o universidades privados del país o de otros países?. Por eso a los dirigentes de Colombia esos paros realizado por los maestros para conseguir mejoras en sus salarios, salud y demás, les da lo mismo.

¿Cómo es posible que el presidente diga que no hay plata para los incrementos que están solicitando los maestro de las escuelas públicas? ¿No hay plata para los educadores del país pero sí para los senadores y congresista que no van sino a dormir a sus trabajos y cobran unos sueldos mensuales que una persona del común no se los gana ni trabajando las 24 horas del día los 365 días del año? Pero el presidente dice que ”no hay plata” para la educación de esos niños a los que él llama el futuro del país.

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El futuro del país, como él dice, estudia en salones que carecen de condiciones para que ellos tengan un mejor desarrollo y mejores oportunidades. ¿Y cómo no va a ser mala la educación que reciben si es más el tiempo que se pierde en las aulas que el que se estudia? A la gran mayoría de jóvenes les va mal en las pruebas Saber, ¿qué más se puede esperar?

Y ni hablar de lo que sucede cuando intentan acceder a la educación superior, ahí es cuando llegan los dolores de cabeza, sobretodo económicos. Nuestros hijos terminan estudiando lo que toca porque no pueden estudiar lo que quieren. No hay plata y carecen de una educación de calidad previa para acceder a los programas que quieren.

Los padres debemos tomar conciencia de esta realidad porque lo que está en juego es la educación de nuestros niños.

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