EL CONTEO SE REINICIA
El 1º de Mayo mostró que lentamente Solidaridad se está reorganizando en la clandestinidad.
El primer balance de los choques registrados el 1 y 3 de mayo en Polonia entre partidarios de Solidaridad y la policía y milicias polacas --un muerto, numerosos heridos y más de mil detenidos-- no oculta otra realidad: el sindicato independiente y el régimen del general Jaruzelsky siguen evitando caer en una espiral irreparable.
El Estado absteniéndose de provocar un baño de sangre y los dirigentes sindicales conteniendo y canalizando, pese a la clandestinidad, la cólera y el descontento popular.
El 1 de Mayo representó, sin embargo, un amplio éxito para Solidaridad. Los miles de personas que a pesar del masivo despligue policíaco y de las amenazas del poder se manifestaron en esa fecha por fuera de los desfiles oficiales, tal como lo habia pedido la dirección proscrita del sindicato y Lech Walesa, demostraron que Solidaridad sigue siendo una realidad en ese país.
Los actos celebrados por el régimen reunieron seis millones y medio de personas, según las cifras oficiales, lo que satisfizo probablemente al presidente del Comité Militar. No obstante las presiones y esfuerzos hechos por el régimen para movilizar la poblacián y el creciente número de militares presentes en los desfiles, el general Jaruzelsky puede jactarse de haber efectuado la manifestación más importante desde el golpe del 13 de diciembre de 1981.
Como nunca, el general de anteojos oscuros ha dado pruebas de que su poder no está amenazado. Pero ha tenido también que comprobar que una parte no despreciable del país real no ha renunciado a sus aspiraciones. Y esto quiere decir que el general no ha logrado efectuar del todo su prometida "normalización".
El régimen, que posee todos los instrumentos de represión en sus manos, debe auto-limitarse en la utilización de los mismos, ante los aprietos económicos y políticos del país. En lo inmediato, lo hace para no poner en peligro la visita del Papa, programada para el 1622 de junio próximos, la cual, según las autoridades, debe servir para fortalecer "la paz y armonía" del país.
Atemas, porque cualquier represión masiva haría peligrar los créditos que Polonia sigue solicitando a países occidentales para hacer frente a su deuda externa y a la grave situación económica del país y también porque el régimen no puede apoyarse eternamente en la policía y la milicia. La reactivación económica exige la participación plena de los trabajadores y el régimen político necesita instituir un consenso con una base social.
Esto explica la actitud de las autoridades en los últimos meses, consistente en mostrarse firmes para desalentar las actividades de la oposición, pero "flexibles" para tratar de mejorar su imagen y hacer creíble este mensaje: habrá una evolución del régimen únicamente si se acepta la normalización.
Para establecerla, Jaruzelsky parecía contar con tres factores: la marginalización de Walesa, la escisión entre la jerarquía católica y la dirección clandestina de Solidaridad, y la resignación aparente de la población.
Sin embargo, varias señales se dieron en contradicción de ese panorama: el 12 de abril, Walesa hizo saber que se había reunido durante más de dos días con la dirección clandestina de Solidaridad. Doce días después, el primado Josep Glemp aprobó públicamente el llamamiento en favor de las manifestaciones del 1 de Mayo, actitud que contrastaba con la conducta del mismo prelado en noviembre pasado cuando se opuso a la huelga general decretada por el sindicato independiente.
Por otra parte, el episcopado rechazó la suspensión de las misas del domingo 1 de Mayo, como lo había pedido el gobierno, permitiendo el reagrupamiento de los manifestantes alrededor de las iglesias. Gracias a estas manifestaciones, y a las del 3 de mayo, con ocasión del aniversario de la Constitución Democrática de 1791, Solidaridad se ha erigido de nuevo en el real interlocutor del gobierno, ocupando el lugar que Jaruzelsky quería atribuir a la Iglesia.
En nombre del sindicato, Walesa ha solicitado pues, "comenzar las negociaciones" lo más rápidamente posible porque, como dijo, "hay cada día más gente en el sindicato que quiere recurrir a la fuerza".
La respuesta del régimen fue hecha a través de Jerzy Urban, portavoz oficial, quien negó toda posibilidad de discusión con Walesa y de que se concediera una amnistía antes de la visita del Papa, como se viene exigiendo. "Los seis millones y medio de personas", dijo por otra parte, que participaron en los desfiles oficiales, "mostraron así su decisión política en favor del programa de reformas y de estabilidad del Estado", mientras que, según él, las manifestaciones de Solidaridad prueban la debilidad numérica de la oposición y su falta de programa.--