OPINIÓN
El espanta-tercerías
No es la primera vez que aparece en el escenario electoral. Tampoco son novedosos sus planteamientos políticos.
No es la primera vez que aparece en el escenario electoral. Tampoco son novedosos sus planteamientos políticos. De tanto en tanto su nombre toma fuerza y por ser mediático e inteligente logra acaparar la atención de la opinión pública. Sin embargo, el personaje de esta historia sufre de un defecto que brilla más que cualquiera de sus virtudes en el momento político actual: un ego desbordado que lo tiene mirándose el ombligo y nada más.
Hablo de Antonio Navarro Wolff, a quien definitivamente le quedó grande construir una propuesta colectiva y capitalizar el descontento ciudadano visible en las encuestas en torno a una propuesta verdaderamente seductora y participativa. Su proyecto de una tercería sólida se redujo a construir una alianza verde lánguida cuyo único objetivo es salvarle la reputación al alcalde Gustavo Petro.
¡Cuánta falta de talento! Navarro ‘pidió la palabra’ y nunca más la soltó. Espantó uno a uno a quienes le secundaron largas reuniones para montar una plataforma política revolucionaria. No fue capaz de sumar nada aparte de lo que ya tenía. A Cecilia López la sacó corriendo. Luego desencantó a José Antonio Ocampo, y figuras indispensables en lo programático como Alicia Eugenia Silva se dieron cuenta, más temprano que tarde, de que le estaban trabajando a una candidatura única de Navarro disfrazada de apuesta colectiva.
Intentó fallidamente cambiar las reglas de juego dizque para favorecer a las minorías. Algunos de los asistentes a las reuniones que sostenía con el entonces ministro del interior, Fernando Carrillo, para convencer al Gobierno de la necesidad de modificar las normas que rigen a los partidos, dan cuenta de que lo único que le interesaba a Navarro era salvar la situación de sus compañeros de causa Luis Carlos Avellaneda y Camilo Romero, entrampados en el Polo Democrático contra su voluntad.
Navarro se ha resistido a aceptar en público como candidato válido a Enrique Peñalosa en una consulta plural, todo porque sabe que el exalcalde de Bogotá puede ganarle. Junto con sus amigos progresistas, Navarro le puso a Peñalosa, y de paso a Sergio Fajardo y a Alonso Salazar, una condición muy difícil de aceptar: avalar las improvisaciones de Petro y salvarlo de un mal final.
Así, el espanta-tercerías en que se ha convertido Antonio Navarro terminó causando un daño irreparable al proyecto y ahuyentando a ‘Compromiso ciudadano’, cuyo jefe natural es el actual gobernador de Antioquia.
Lo reconoció el propio Alonso Salazar en una entrevista que le hicimos en el programa Voces RCN: “A Navarro le falta trabajar más colectivamente. Vive apegado a una historia que es mucho más que él. Quieren una tercería sólo con puerta de entrada por la izquierda y así no es”, dijo el exalcalde de Medellín.
Triste pero cierto. A Navarro le pudo más el ego. Por eso se necesita gente distinta y otras alternativas que permitan alimentar con argumentos –y con votos– la esperanza de una verdadera tercería que se meta por el camino de la mitad. ¿Será que todavía faltan algunos gallos –y gallinas– por aparecer?
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Todo es susceptible de empeorar. La mala imagen de la justicia alcanzó la triste pero bien ganada cifra del 78 %, según la última encuesta de Colombia Opina. Los ciudadanos perdieron la fe en la rama judicial.
Twitter: @JoseMAcevedo