LIDERAZGO

Los 'cacaos' más destacados en los últimos 25 años

Estos son líderes empresariales que no solo marcaron un hito en sus negocios, sino también en el desarrollo de sus sectores y del país. Protagonistas de una evolución corporativa.

13 de diciembre de 2018, 12:01 a. m.
Nicanor Restrepo Presidente de Suramericana de 1984-2004 Q.E.P.D. Restrepo fue uno de los empresarios que vio oportunidades en la apertura económica. | Foto: Alejandro Acosta

Los últimos 25 años de la historia empresarial en Colombia han sido similares a una montaña rusa: desde la apertura del gobierno Gaviria, hasta el desarrollo y consolidación de poderosas multilatinas de origen colombiano u otras que se abrieron campo en el mercado de valores o que sobrepasaron serios procesos de crisis. Al frente de ellas han estado líderes con proyección cuyos resultados no solo se han visto reflejados en los números, sino también en un derrotero de cambio y transformación en sus sectores, con una visión amplia en el país. Han sido protagonistas durante muchos años sorteando dificultades, abriendo caminos y, especialmente, convirtiéndose en referentes para el resto de empresarios nacionales.

Estos son apenas algunos de los ejemplos de presidentes de compañías disciplinados, empoderados y transformadores que además de ocupar en forma destacada sus cargos, también han sido fuentes de conocimiento y con su ejemplo han abierto caminos para nuevas generaciones.

El visionario

Nicanor Restrepo (Q.E.P.D.) fue un intelectual, con alma de empresario. Eso le permitía ‘aterrizar’ a la realidad las ideas y proyectos, volverlos ejecutables y dar una visión y liderazgo empresarial sostenido. Fue por años el líder más visible del Sindicato Antioqueño, hoy más conocido como el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) –enfocado en tres grandes negocios: financiero, alimentos y cemento, que desembocó en infraestructura–, y por dos décadas (entre 1984 y 2004), Restrepo ejerció la presidencia de Suramericana.

En los 90 llegó el modelo de apertura económica que impulsó el gobierno del presidente César Gaviria. Como lo recuerda José Alberto Vélez, en el libro Nicanor Restrepo Santamaría 1941-2015, mientras algunos vieron en la apertura una invasión de capitales y negocios extranjeros, para Nicanor era el llamado a que los empresarios locales se lanzaran a conocer el mundo.

“Para él, las empresas colombianas no debían perder la mayoría en el control de sus capitales ya que sostenía que, si las decisiones se toman en Europa o Estados Unidos, se perdería influencia en las políticas públicas. De otro lado, en vez de una amenaza, vio en la apertura oportunidades para todos los negocios en los que participa fuertemente el GEA por el potencial que tenían para desarrollarse fuera de Colombia: alimentos, de la mano de Nacional de Chocolates, hoy Nutresa; cementos, con Argos; y en el negocio asegurador y financiero con Suramericana”, dice Vélez en el libro.

Ese, sin duda, fue el gran impulso para convertir a las empresas del GEA, más enfocadas en sus negocios estratégicos, en poderosas multilatinas, con una gran presencia regional y hemisférica, y una visión más global.A pesar de las profundas crisis por las que pasó el país, como la caída en la economía en 1999, que decreció 4%, el GEA siguió una estrategia en la que Nicanor Restrepo tuvo un papel trascendental: impulsar las alianzas, promover negocios para aprovechar la globalización, incorporar las nuevas tecnologías, mejorar la formación de su capital humano y mantener un alto flujo de inversiones. Este enfoque le permitió al Éxito conseguir un socio de talla mundial –Casino–, impulsó el crecimiento en Bancolombia más allá de las fronteras y fortaleció la internacionalización de Sura, Argos y el liderazgo de la hoy Nutresa.

Marcaba línea y criterios, pero dejaba a sus equipos actuar y entregaba responsabilidades. Tenía una capacidad de relacionamiento gigantesca, una gran profundidad de pensamiento y le cabía el mundo –no solo el económico, sino también el político y el social– en su cabeza. Su talante fue siempre enmarcado por el diálogo y una cita del libro Derecho a la Esperanza puede resumir su vida: “Conversar era su manera natural de ser, y de dirigir y de dirimir conflictos, incluso de hacer negocios. Nicanor tuvo un gran sentido político para visualizar las problemáticas, manejar todos los temas dentro del diálogo, del convencimiento de las ideas, teniendo como única arma la palabra, sin usar la fuerza ni la violencia. Era infatigable en eso”.

El navegante

Una de las mayores aficiones de Carlos Enrique Piedrahita (Q.E.P.D.) fue la de navegar. De 2000 a 2014 estuvo al frente del timón de Nutresa, una de las principales compañías de alimentos del país y hoy convertida en una poderosa multilatina en este hemisferio.

Piedrahita capitaneó el crecimiento, la internacionalización y la innovación en Nutresa, desarrollando negocios en carnes, pastas, helados, café, chocolate, galletas, entre otros, con más de medio centenar de marcas líderes, y dejó la puerta abierta para incursionar en otros, como el ingreso a restaurantes –El Corral, por ejemplo– o las alianzas con Starbucks.

Fue un gran transformador empresarial. Los números lo avalan: las ventas de Nutresa se multiplicaron por 12, llegando a casi $8 billones, y sus ingresos provenientes del exterior pasaron de representar 4% a 38%, en ese periodo. Hoy, esta multilatina con sabor colombiano tiene presencia directa en más de 16 países en producción y distribución, que van desde Estados Unidos, cubriendo gran parte de América Latina y llegando a Malasia, donde cuenta con un joint venture con Mitsubishi de Japón en el negocio de café. Sus exportaciones llegan a más de 75 países en los cinco continentes.

Aunque la gestión de Piedrahita se destacó por los resultados financieros y estratégicos, tuvo también dos frentes de reconocimiento: el primero, por gestionar el recurso humano, apostarle a la innovación como instrumento de crecimiento y ser uno de los primeros líderes empresariales con una gran convicción por los temas de desarrollo sostenible.Y el segundo que, a pesar de ser más amigo del bajo perfil que de los grandes titulares, sus opiniones fueron siempre escuchadas con respeto, no solo por el sector empresarial del país, sino por el Gobierno y la academia.

El constructor

Durante más de 33 años, José Alberto Vélez estuvo en el Grupo Empresarial Antioqueño: 20 años en Suramericana y 13 años en Argos. En Suramericana se desempeñó en distintos cargos: gerente de planeación, gerente de ventas en la zona norte, mercadeo y ventas, vicepresidente de desarrollo empresarial e inversiones. Cuando se hizo una separación de la holding y la aseguradora, fue designado presidente de la aseguradora.Pero, sin duda, en Argos –en la cementera y en el Grupo– Vélez tuvo un gran protagonismo. En la cementera porque fue el pilar en dos hechos que marcaron su historia: uno, el haber integrado ocho cementeras en una sola en donde no solo gestionó la unión operativa, sino también el manejo con éxito del recurso humano y del tema sindical; y el segundo, su internacionalización con plantas en el Caribe, Centroamérica y Estados Unidos, que le permitieron diversificar el riesgo y los ingresos, donde hoy cerca de la mitad vienen de Estados Unidos. De hecho, Argos tiene la inversión más alta de una empresa colombiana en Estados Unidos, por unos US$3.000 millones, tras quedarse con el negocio cementero y concretero del sur de ese país.Y en el Grupo, la relevancia de Vélez fue clave porque pasó de un ejercicio de portafolio, en la entonces Inversiones Argos, a uno estratégico para convertirse en el principal jugador de infraestructura del país con negocios en cementos, concesiones –con Odinsa– y energía –con Celsia–.“Dada la velocidad de los cambios hoy en el mundo, un CEO en cualquier sector o negocio debe estar muy atento a ellos y lo más informado posible. Los viajes, el conocimiento de lo que pasa en el mundo es clave y vital. Cursos en universidades, talleres y encontrarse con las nuevas tendencias mundiales es fundamental. Antes la gente administraba los negocios, hoy eso no es suficiente, hay que proyectarlos hacia el futuro”, dice Vélez.

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Los gerentes deben ser integrales

Gonzalo Restrepo ha sido uno de los grandes líderes empresariales del país. Es posible que muchos lo recuerden por el trabajo realizado al frente del Éxito, en donde permaneció como presidente durante 23 años, pero en su trayectoria como líder también está su paso por la otrora reconocida marca de jeans Caribú, la cual gerenció durante siete años y logró sacar de la crisis; de hecho, considera que este fue uno de sus mayores logros profesionales. Restrepo, quien hoy se dedica más a la filantropía desde la presidencia de la Fundación Éxito, que a temas empresariales, considera que parte de su éxito como líder de varias organizaciones fue su disciplina y alto nivel de exigencia; características acompañadas de la conformación de equipos de alto rendimiento, entendiendo siempre que las personas son más importantes que las instituciones. Considera que el mundo empresarial está en una época en que un gerente no tiene que haber estudiado administración y finanzas, sino que debe ser integral con habilidades distintas a las de saber cuál es el retorno sobre el capital invertido, cuál es la tasa de retorno, cuál es el Ebitda o el porcentaje de deuda neta, etc. “Debe ser una persona integral y humana y no solo administrador de un dinero que le entregan para que lo reproduzca. Entender que tiene un deber con la empresa, pero también con la sociedad”, dice y concluye que en el mundo de los negocios gana quien se adapta fácilmente al cambio.

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Paso seguro

Ernesto De Lima es uno de los cacaos del Valle del Cauca, región que es ya de por sí tierra de empresarios exitosos, y su premisa es que es necesario buscar oportunidades para lograr las metas propuestas.

Él mismo reconoce, en consecuencia, que es un ser humano inquieto. Tiene 86 años, pero su cerebro funciona como un muchacho de 30, le dijo en un reciente entrevista a Revista Dinero. Ganó reconocimiento en el mundo de los seguros, pero siempre estuvo atento a nuevas opciones. Por eso empezó a vender carros. Fue el que trajo la marca Mazda al país, compañía japonesa que vio a este mercado tan importante que inclusive tuvo su ensambladora durante varias décadas en el territorio colombiano.

Lideró marcas representativas durante la década de los 80 y los 90, como la corporación financiera y la leasing Progreso, que después le vendió a Luis Carlos Sarmiento. Hoy es el principal accionista de Alianza Fiduciaria y de Alianza Seguros a las que lograron traer como accionista al fondo Advent que le acaba de vender su participación a Australis y a un fondo de pensiones canadiense.

De Lima es, sin lugar a dudas, un decano de los negocios en Colombia: se mantiene activo y está pendiente de nuevas movidas, como, por ejemplo, un negocio para producir uva de mesa con el objetivo de exportar. Es muy claro que él seguirá generando noticias de negocios en los próximos años.

Hay que tener metas y ser ambicioso

Ser hijo del fundador de Colpatria, no hizo las cosas más fáciles para Eduardo Pacheco, quien tras graduarse con honores como economista de la Universidad de los Andes, comenzó su carrera como jefe de cartera de Seguros Tequendama y desde 1997 sucedió a su padre en la presidencia de Mercantil Colpatria.

Con sonrisas recuerda que en su primer empleo aprendió a cobrar, pero también a trabajar en equipo, a poner de acuerdo a distintos grupos de accionistas y a tratar con diferentes tipos de personas. “Definitivamente, la forma como uno trate a los demás hace la diferencia”, asegura.

Destaca que durante los años que estuvo a cargo del banco (hoy el accionista controlante es el canadiense Scotiabank) se rodeó de un muy buen equipo, con el que se equivocaron varias veces, pero juntos enmendaron el error y salieron adelante. Entre sus logros gerenciales se destaca el haber conseguido socios extranjeros para sus negocios, los cuales han ayudado a un fortalecimiento patrimonial, pero en especial a traer know how que les permite seguir creciendo e innovar.

Está convencido de que para ser un buen líder se requiere tener retos y ambición. “Uno no se puede conformar con ser uno más del montón, hay que tener motivación y vocación para distinguirse.

La otra clave en este país es respetar. Entender que hay normas, que se deben pagar impuestos y que se debe cumplir. Parte del éxito de Colpatria está en que somos buenos ciudadanos, puede que no nos guste, puede que nos cueste más o menos plata, pero siempre cumplimos”, reitera.

Recuerda que durante la crisis que vivió el sector financiero nacional a finales del siglo pasado, su mantra era pensar que el trabajo nunca termina, pues la vida tiene balances y equilibrios. “Esta era una empresa con 50 años de existencia en ese momento y eso no se acaba de la noche a la mañana. Tuvimos que aguantar y trabajar y eso dio resultados”, recuerda.

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El valor corporativo

Pocos ejecutivos colombianos despiertan tantos sentimientos de admiración y respeto, como José Alejandro Cortés. Durante más de 55 años trabajó en el Grupo Bolívar, 44 como su presidente.

Recibió una modesta compañía de seguros y entregó un poderoso grupo financiero, con uno de los bancos más grandes del país –Davivienda–, una de las principales firmas aseguradoras –Seguros Bolívar–, un negocio de construcción robusto y andando; a los que se sumaron otros negocios financieros, y abrió las puertas para su presencia internacional. En 2010, a los 80 años se retiró de la presidencia del Grupo que asumió su hijo Miguel.

En su recorrido tuvo que enfrentar inmensos retos que marcaron el desarrollo de su gestión: el crecimiento de Davivienda; superar una posible ‘corrida’ en este banco ante una supuesta intervención de la Superintendencia Bancaria, que no fue realidad, y la compra del Banco Cafetero.

Dejó los cimientos para un proceso de expansión internacional, con presencia en Venezuela, Ecuador y Centroamérica; e incentivó la cultura hacia la innovación, que ha venido consolidando dentro del grupo nuevos productos en medio de un mercado financiero cambiante.

Aunque sin duda su gestión es reconocida y se le considera referente del sector empresarial en el país, tal vez sus mayores activos están en dos campos: por un lado, no ha sido, como lo mencionaron algunos de sus colegas en una edición de Dinero, un líder apabullante, sino por el contrario es tranquilo, cerebral y respetuoso de las opiniones.

Y, por el otro, ha sido pilar en la cultura organizacional del Grupo Bolívar, al dar a los valores corporativos una mayor importancia dentro de la estrategia de la organización, concentrados en principios y valores como respeto, honestidad, justicia, equidad y entusiasmo.