Especiales Semana

Nina S. de Friedemann

Sus investigaciones marcaron a la antropología colombiana, hizo visible el aporte de los afrodescendientes en el desarrollo del país.

Patricia Tovar*
3 de diciembre de 2005

"Estudiar negros no era antropología". Para Friedemann, esta frase que escuchó al declarar su interés científico se convirtió en un reto personal, pues la impulsó a cuestionar la poca relevancia que tenía para las ciencias sociales, la historia, la literatura y la política, la presencia del negro como autor o como protagonista. Su trabajo marcó un hito en la historia de la antropología en Colombia, pues se centró, aunque no exclusivamente, en el estudio de los grupos afrodescendientes del país. Güelmanbi, San Basilio de Palenque, San Andrés y Quibdó son apenas unas paradas en su infatigable recorrido por diferentes zonas del país, de donde saltó a buscar las conexiones con el continente africano. En su obra se escucha el eco de tambores, tintinea la filigrana elaborada con el polvo de oro extraído de los ríos del Pacífico, se oyen los cantos de muerto y se siente el dolor que dejó la esclavitud. Sus extensas investigaciones sirvieron de base para la redacción de la Ley 70, o ley de comunidades negras, que jurídicamente visibilizó y otorgó reconocimientos legales, territoriales y políticos a este grupo étnico en 1993. Ha sido considerada innovadora en la presentación de datos científicos de tal manera que llegaran a los grupos y comunidades de donde salieron, y en la creación de nuevas escrituras antropológicas, como en el caso de la obra De sol a sol: génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia (1986). También exploró el uso de medios visuales para documentar sus investigaciones, de manera que se convierte en pionera del cine etnográfico donde se resaltan trabajos como La fiesta del indio en Quibdó y Congos. Su estética y su mirada antropológica alcanzan gran expresión con la publicación del libro Ma N'gombe: guerreros y ganaderos en Palenque (1979), en colaboración con Richard Cross. Entre otras contribuciones está la fundación de la revista América Negra y el libro Herederos del jaguar y la anaconda, realizado con Jaime Arocha. Los seres humanos que retrata no son los derrotados y humillados que dejó la esclavitud, ni los menospreciados por el racismo, ni los injuriados por la pobreza. Encontramos en toda su obra extenso material sobre la diáspora africana en Colombia, el recuento del resultado de siglos de resistencia y de supervivencia y la gran riqueza cultural que enorgullece y da dignidad a este grupo étnico. Con esto, Friedemann logró que se les considerara actores políticos en la historia nacional. Licenciada del Instituto Colombiano de Antropología en 1964. Cursó luego estudios en Hunter College y más tarde en la Universidad de California. Nominada en 1987 por Colombia para el Premio Interamericano Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos (OEA), Friedemann fue integrante de la Expedición Humana de la Universidad Javeriana. Ejerció la docencia en la Universidad Nacional y fue profesora visitante en la Universidad Estatal de Georgia y en la Universidad de Alabama. *Antrópologa del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Icanh