Semana Sostenible
Cómo la agricultura regenerativa puede transformar el campo sin deforestar
Por un estudio sobre producción regenerativa, The Nature Conservancy (TNC) recibió el Frontiers Planet Prize. Claudia Vásquez, su directora en Colombia, explicó por qué este hallazgo abre una nueva ruta para repensar la agricultura en el país.

SEMANA: ¿Qué aportes hizo el estudio de The Nature Conservancy (TNC) para que fuera premiado por su impacto en la salud del planeta y el cambio climático?
CLAUDIA VÁSQUEZ: La investigación, publicada en la revista Science, demostró que diversificar las prácticas agrícolas puede generar beneficios ambientales y sociales al mismo tiempo. Bajo el liderazgo científico de Christina Kennedy, se evaluaron más de 2.600 fincas en 11 países. En el caso de Colombia, los datos se basaron en el proyecto Ganadería Colombiana Sostenible, implementado en 12 departamentos.
Así encontramos que, al incorporar árboles, rotar cultivos o conservar el agua en las fincas, se mejora la biodiversidad, se regeneran los ecosistemas y se fortalece la seguridad alimentaria de las comunidades rurales. El estudio demostró con evidencia sólida que sí es posible producir conservando y que una agricultura diversa y basada en ciencia puede transformar el futuro.
SEMANA: ¿Qué reveló el estudio sobre la relación entre la diversidad del territorio colombiano y los modelos agrícolas que se están aplicando?
C.V.: Esa diversidad natural es nuestra mayor fortaleza, pero también un llamado urgente. Seguir aplicando modelos agrícolas homogéneos e importados, que no reconocen nuestra ecología ni nuestros saberes, solo profundiza la crisis ambiental. Este estudio mostró que cuando adaptamos las prácticas a cada territorio, los beneficios se multiplican. Es una invitación a dejar atrás el paradigma de una sola vía y a abrazar la riqueza que ya tenemos.
SEMANA: Una de las principales causas de deforestación en Colombia sigue siendo la expansión de modelos agrícolas tradicionales. ¿Qué mensaje deja esta investigación frente a ese desafío?
C.V.: Deja un mensaje claro y esperanzador. Podemos producir sin deforestar. Y no solo eso, podemos producir mejor, regenerando. A lo largo del trabajo de campo en Colombia, vimos cómo prácticas como la silvopastura, los sistemas agroforestales o el pastoreo rotacional no solo frenan la deforestación, sino que aumentan la productividad, retienen más agua, mejoran la calidad del suelo y reducen las emisiones.

Esto nos demuestra que la agricultura regenerativa no es una alternativa lejana, sino una vía concreta y comprobada para transformar el campo. Lo hemos comprobado junto con productores de distintas regiones. La productividad no está reñida con la conservación. Al contrario, el futuro del campo colombiano pasa por cuidar la tierra que lo sostiene.
Además, con más del 80 por ciento de los peces de agua dulce desaparecidos en los últimos 50 años y la pérdida constante de cobertura boscosa, este modelo regenerativo se vuelve urgente. Por eso, hoy más que nunca, debemos alejarnos de modelos agrícolas importados, homogéneos y desconectados del territorio, y apostar por sistemas diversos, adaptados y profundamente enraizados en la naturaleza colombiana.
SEMANA: ¿Qué condiciones se necesitan para que Colombia construya su desarrollo a partir de la biodiversidad?
C.V.: Colombia tiene una ventaja única. El 10 por ciento de la biodiversidad del planeta está aquí. Eso nos da una base para construir una economía sostenible, local y resiliente, con potencial para generar empleo, innovación y equidad. Para lograrlo enfrentamos tres grandes desafíos. Fortalecer la gobernanza comunitaria, cerrar brechas técnicas en los territorios y movilizar recursos que entiendan los ritmos locales. La buena noticia es que ya hay proyectos que están marcando el camino. Y ese camino es cada vez más visible.
SEMANA: ¿Qué se necesita para que ese potencial económico de la biodiversidad realmente se traduzca en oportunidades concretas para los territorios?
C.V.: Hoy la bioeconomía representa menos del 1 por ciento del PIB, pero tiene el potencial de crecer hasta un 3 por ciento, una cifra cercana a la del sector agropecuario. No estamos hablando solo de una opción ambiental, sino de una vía real para el desarrollo. Sectores como los cosméticos, los alimentos funcionales, los tintes naturales y los bioinsumos agrícolas tienen un potencial enorme. Para que este crecimiento ocurra, necesitamos resolver cuellos de botella como la falta de infraestructura, de financiamiento y de cadenas logísticas eficientes en los territorios. Es ahí donde debemos enfocar la inversión pública y las alianzas interinstitucionales. La biodiversidad no es un recurso que se agota, sino un activo que puede regenerarse y potenciarse si se maneja bien.
SEMANA: El potencial de la bioeconomía en Colombia es evidente, pero ustedes plantean una visión desde la sociobioeconomía. ¿Qué representa este enfoque?
C.V.: Es un modelo de desarrollo que parte de la biodiversidad y del conocimiento local para generar bienestar económico y social sin afectar el equilibrio ecológico. No se trata solo de usar la naturaleza, sino de hacerlo con respeto, equidad y visión de largo plazo. En Colombia, donde existe una riqueza natural inmensa y comunidades con saberes milenarios, esta es una de nuestras mayores oportunidades. La sociobioeconomía no solo conserva. También genera empleo, mejora los ingresos y fortalece la cultura, demostrando que es posible vivir de lo que somos sin destruir lo que tenemos.
Claudia Vásquez