Home

Gente

Artículo

La Tigresa del Oriente pasó de ser una maquilladora desconocida a una superestrella del folclor peruano gracias a su video ‘Nuevo amanecer’.

INTERNET

Famosos por accidente

La visita a Bogotá de Wendy Sulca, la niña peruana que se hizo célebre en YouTube, hace recordar las historias de personas del común que se han convertido en estrellas gracias a sus videos caseros.

15 de enero de 2011

De no ser por YouTube, probablemente la voz chillona de Wendy Sulca nunca hubiera llegado a los grandes escenarios. Cuando tenía 8 años, grabó, con ayuda de su mamá, La tetita, un video en el que aparece bailando música andina mientras canta "de día y de noche quisiera tomar mi tetitaaa... Ummm rico, rico, rico, rico, ¡qué rica es mi tetitaaa!". No pasó mucho tiempo para que un aficionado subiera el clip a Internet, y desde entonces la niña, criada en una familia pobre en el distrito peruano de San Juan de Miraflores, en Lima, se ha convertido en toda una celebridad en su país y el resto de América Latina.

"Yo no entendía muy bien qué era eso de Internet, pero ahora tengo página, blog, cuenta en Facebook, en Twitter y canal en YouTube", contó Wendy a SEMANA pocos días antes de su concierto en el Festival Centro en Bogotá, el próximo 22 de enero. Tal ha sido su éxito que hoy sus videos ya superan los 12 millones de visitas, tiene club de fans y a diario le llegan decenas de propuestas de trabajo. Con sus trajes coloridos y su particular tono de voz, 'la Niña Maravilla del Folclor' es un ejemplo de cómo cualquier persona puede llegar sin proponérselo a ser una estrella internacional gracias a la web.

Pero el suyo no es un caso aislado. La historia de la maquilladora peruana Judith Bustos, mejor conocida como 'la Tigresa del Oriente', forma parte de la lista de artistas que, como Wendy, tuvieron un golpe de suerte en YouTube. Convencida de su potencial, esta mujer, de 66 años, grabó en la mitad de la selva amazónica Nuevo amanecer, un video donde aparece cantando cumbia vestida con un traje de manchas de leopardo ceñido al cuerpo. Aunque su voz no es melodiosa y suelen salirle gallos, al poco tiempo firmó un contrato con la filial de Warner en México, y al parecer músicos como Juanes y Calle 13 quieren grabar con ella.

En el mismo grupo de superestrellas latinoamericanas entra Delfín Quishpe, un indígena ecuatoriano que se volvió famoso con Torres Gemelas, un video en el que actúa como si se enterara del atentado del 11 de septiembre de 2001 por televisión y, de forma tardía y exagerada, pega un brinco del sofá y grita: "¡No puede ser!, ¡nooooooooo!". Gracias a la acogida que ha tenido en Internet, Quishpe pasó de ser un vendedor ambulante de ropa a un cantante de electrocumbia. Hoy lo invitan a participar en los festivales más importantes de la región y existen cientos de parodias de su clip. Su éxito, al igual que el de Wendy y 'la Tigresa', no radica en la calidad de su repertorio, sino precisamente en que sus producciones son aficionadas y las letras de sus canciones no provocan más que risa y morbo.

Otro que ha sabido aprovechar su falta de talento es Matthew Harding, un joven programador de videojuegos de Westport, Connecticut, famoso por la serie de videos Where the Hell is Matt? (¿Dónde diablos está Matt?), en la que sale bailando de forma ridícula en diferentes partes del mundo. Su historia no hubiera trascendido de no ser porque un amigo lo grabó en Hanoi, Vietnam, y, luego de subir el clip a Internet para mostrárselo a su familia, empezó a circular de forma inusitada. Stride, una marca de chicles, decidió patrocinarle sus viajes, gracias a lo cual ha podido visitar más de 125 países, incluido Colombia. A Matt, quien ni siquiera tiene un título universitario, le ha ido tan bien con su bailecito que hace un par de meses apareció en las enormes pantallas de Times Square y hoy asegura que esa es su única fuente de ingresos, pues le pagan por viajar y dar conferencias sobre cómo ingeniárselas para vivir sin un trabajo formal.

Judson Laipply, un comediante aficionado, también sobrevive por su fama en YouTube. Su video TheEvolution of Dance, en el que baila fragmentos de las canciones más populares desde la década de los cincuenta hasta la actualidad, estuvo en el top de los más vistos en esa página y hoy registra más de 160 millones de visitas. A raíz de su éxito, escribió un libro en el que recoge algunos consejos de cómo bailar. Además, da charlas en todo el mundo sobre su experiencia. David Bernal, apodado David Elsewhere, es otro clásico de Internet. Su asombrosa manera de mover el cuerpo, como si sus huesos estuvieran hechos de gelatina, quedó registrada en una cámara durante un encuentro de talentos de su universidad, en 2001. En poco tiempo, el joven, de 22 años, ganó suficiente notoriedad en la red, y marcas como Apple, Heineken y Pepsi lo ficharon para que apareciera en sus comerciales.

Además de cantantes y bailarines, los niños son otra de las atracciones favoritas en las páginas para compartir videos. Dentro de ese grupo, La caída de Édgar clasifica como uno de los inolvidables, pues muestra a un mexicano de 11 años llorando y rogándole a Fernando, su compañero de juego, que no lo tire a un lodazal separado por dos troncos. "No güey, ya güey... pinche pendejo, güey, pinche bato, ya güey... por favor, idiota", grita Édgar mientras su amigo quita uno de los palos. La grabación no tardó en llegar a YouTube y desde entonces al pequeño lo invitan a participar en los talk shows más reconocidos de su país y recientemente una compañía de galletas lo contrató para que grabara una propaganda en la que se venga de Fernando y del camarógrafo, que no fue capaz de hacer nada para evitar su estrepitosa caída.

Al igual que La caída de Édgar, el video de Charlie Bit my Finger muestra otro accidente casero. En él, Harry, un niño de 3 años, le pide a su hermano menor, de tan solo 12 meses, que le muerda el dedo, pensando que no le va a hacer daño. Pero el bebé apretó con tanta fuerza que al final lo hizo retorcerse del dolor. Cuando su hermanito le suelta el índice derecho, le dice en un inglés con marcado acento británico: "Charlie, eso sí me dolió". En principio, la grabación estaba destinada al padrino de los niños, pero al final terminó convertida en una de las más populares en la historia de YouTube.

El padre de David DeVore, de 7 años, es el claro ejemplo de cómo hacer de un video un exitoso negocio familiar. En 2009, al hombre le pareció chistoso grabar a su hijo sedado después de que el odontólogo le sacó un diente. "Me siento raro... ¿Esta es la vida real?... ¿Por qué me está pasando esto?... ¿Va a durar para siempre?... ¿Esta es la vida real?", repite el niño en el asiento trasero del carro mientras mueve la cabeza de un lado a otro y se le cierran los ojos. El clip, de casi dos minutos, lanzó al pequeño a la fama y le ha permitido ganar casi 200.000 dólares a punta de anuncios y souvenirs. Su familia asegura que esa plata será destinada a pagar sus estudios universitarios.

Según cifras oficiales de YouTube, en 2010 los usuarios de esa página subieron 35 horas de video por minuto, una cifra que hace pensar que son mínimas las posibilidades de llegar a ser como Justin Bieber, el cantante adolescente que gracias a los videos que su mamá compartía en la red cuando era niño hoy llena estadios en todo el mundo. Sin embargo, no hay duda de que mientras exista una cámara y gente dispuesta a hacer el ridículo, seguirán apareciendo personajes que de la noche a la mañana se vuelven famosos con un clic.
 
Vea aquí los videos de los artistas que se han hecho famosos en YouTube.