Home

Gente

Artículo

Para seguir los pasos de Ronald Reagan, que fue gobernador de California y luego presidente de Estados Unidos, George Clooney necesitaba casarse. Amal Alamuddin fue la escogida.

RELACIONES

Plataforma nupcial

George Clooney y Angelina Jolie no solo se casaron con sus respectivas parejas, también dejaron entrever sus aspiraciones políticas.

13 de diciembre de 2014

“La política hace parte de mi ADN. Mi bisabuelo fue alcalde y mi padre aspiró al Senado. Desde muy pequeño estuve en campañas políticas y mi padre me enseñó que si uno no toma su destino en sus manos, otros, quizás menos preparados, lo harán”, afirmó George Clooney a la revista Paris Match en 2011. Lo dijo antes de conocer a Amal Alamuddin, la abogada con la que se casó a fines de septiembre de 2014. Y mucho antes de que tomaran fuerza sus aspiraciones de seguir los pasos de actores como Ronald Reagan y Arnold Schwarzenegger.

Clooney había jurado que jamás se casaría de nuevo después de su divorcio, en 1993, de la actriz Talia Balsam. Desde entonces, el actor salió con muchas modelos y actrices, como Kelly Preston, Lucy Liu y Renée Zellweger. Algunas de esas relaciones a lo sumo duraron dos años. El número de sus conquistas iba creciendo de la mano con la fama que le otorgaba la serie de televisión ER y sus películas en Hollywood. Alcanzó la fama mundial tras varias películas, pero la trilogía de Ocean’s Eleven, que dirigió Steven Soderbergh lo llevó a conquistar un público masivo. Entre más se cotizó, más utilizó su capital para escoger proyectos que le interesaban no solo como actor, también como director y productor.

Así pues, en 25 años pasó de su natal Kentucky a convertirse en una megaestrella. Y desde su posición privilegiada se preocupó por otros: apadrinó desde 2003 a unas 34 organizaciones caritativas, luchó contra el abuso físico, contra el sida, contra el hambre, contra la crisis humanitaria en Darfur, Sudán, y apoyó el matrimonio homosexual, siempre con la filantropía como su bandera. En 2012, mientras apoyaba la causa reeleccionista de Barack Obama, a quien también había impulsado en 2008, aseguró no estar interesado en la política, pero no por ello esta le era indiferente: “Hacer política es como jugar ajedrez, ejercicio fino y sutil. A nuestra manera todos jugamos ajedrez en nuestros trabajos, pero en política el más pequeño error puede costarle la vida a miles de personas”.

En medio de sus trabajos humanitarios y de sus actuaciones, parecía inatrapable, pero irrumpió una mujer que le hizo romper aquella promesa de no casarse otra vez. La afortunada, la bella Amal Alamuddin, nacida en Líbano en 1978 y criada en el Reino Unido, graduada de Derecho en Oxford y especialista en derecho penal internacional, derechos humanos y extradición. Entre otras causas, asumió procesos de alto vuelo como la defensa del sueco Julian Assange. La abogada tiene estilo y reputación, habla tres idiomas, árabe, francés e inglés, y si bien no se mueve en el mundo del espectáculo, sí lo hace en el mundo del derecho y el activismo.

Antes del matrimonio, amigos cercanos al actor de 53 años le aseguraron al Daily Mirror que Alamuddin era la pieza que faltaba en el rompecabezas político de Clooney. Añadieron que su entrada al Partido Demócrata para las campañas de 2016 era altamente probable, concluyendo que “ahora con Amal a su lado, tiene más credibilidad para aspirar a cargos públicos”.



“Si puedo ser útil,

lo consideraría”

Diez años atrás Angelina Jolie, hija del actor Jon Voight e ícono sexy de la pantalla grande, venía de una serie de matrimonios agitados como el que recién terminaba con el actor Billy Bob Thornton. La chica libertina de Hollywood crecía como actriz y como ícono extravagante: exhibía múltiples tatuajes con el nombre de su marido y cargaba en un pequeño frasco sangre de él en su pecho. Pero, a la vez, mostraba su lado sensible, pues con Thornton adoptó en Camboya a Maddox, su primer hijo. Al niño lo había conocido mientras rodaba Lara Croft: Tomb Raider.

Luego viajó a África para investigar sobre un nuevo papel. Allá conoció a veteranos y víctimas de la guerra en Sierra Leona, un hecho que marcó un antes y un después en su vida. Su interés y sus escritos al respecto le valieron ser, desde 2003, embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas.

Entonces vino Brad Pitt. Lo conoció en el set de Sr. y Sra. Smith, en 2005, cuando estaba casado con Jennifer Aniston. El divorcio entre Pitt y la estrella de Friends fue la comidilla de las revistas del corazón. Jolie había roto una relación, pero a nadie le sorprendía dado su historial de alocadas pasiones. Sin embargo, el paso del tiempo y la fuerte relación con Pitt, con quien ya tiene seis hijos (tres adoptados y tres de la pareja), han hecho olvidar a la opinión pública el comienzo controvertido de la relación. En los nueve años que lleva junto al protagonista de Seven, su instinto maternal se potenció y sus actividades humanitarias se intensificaron: viajó a Etiopía, a Pakistán, a Afganistán y a Darfur. Y no planea detenerse, pues contribuye activamente a 29 organizaciones caritativas. Su matrimonio este año, tras nueve de noviazgo, puede tener una lectura distinta al amor.

Jolie, elegida mujer del año por la revista Vanity Fair, dejó entrever en la entrevista a esa publicación que a pesar de lo que ha logrado, quiere hacer una diferencia más grande: “Cuando trabajas en lo humanitario te vuelves consciente de que se debe considerar la política. Porque si quieres lograr un cambio extremo en el mundo, se vuelve tu responsabilidad”. La declaración causó muchas reacciones y la ratificó frente a la curiosidad de los medios. Cuando la cadena NBC le preguntó sobre sus aspiraciones políticas, aseguró: “Si desde ahí puedo ser útil, lo consideraría”.



Trampolín

Las bodas de George Clooney y Angelina Jolie fueron muy distintas: el de él paralizó a Venecia entera, mientras que el de ella se realizó en el castillo de la familia Jolie-Pitt, en el sur de Francia. No se puede afirmar que se casaron para hacer política, pero no es coincidencia que sus aspiraciones tomen vuelo después de formalizar sus compromisos.

Priscilla Yamin, profesora de ciencia política de la Universidad de Oregon y autora del libro American Marriage, a Political Institution, afirmó a SEMANA: “El matrimonio en Estados Unidos moldea las oportunidades económicas de los ciudadanos y los define socialmente. Si bien no es una obligación para buscar aspiraciones políticas, el estatus matrimonial refleja la estabilidad económica y social que los estadounidenses buscan en sus políticos”. La especialista asegura que no estar casado puede ser un problema para quienes aspiran a cargos públicos de elección popular, si bien los hay que se hacen elegir solteros. “Estar casado –dice Yamin– no ayuda necesariamente, pero no estar casado puede ser un problema”.

Solo el tiempo dirá si estas uniones fueron más que puro amor.