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NEGOCIANTE SIN CORAZON

Al cardiocirujano Christian Barnard lo acusan de "prostituirse" científicamente para ganar dinero con productos para la piel

26 de mayo de 1986

El cirujano Christian Barnard se encoge de hombros cuando le cuentan que en algún lugar del mundo, otra asociación médica está protestando porque el pionero de los trasplantes de corazón ahora usa su nombre para promover una nueva línea de cosméticos. El escándalo es tan grande, comenta un semanario norteamericano, como si Hipócrates abriera un almacén para vender articulos para la salud y la belleza.
Dermatólogos de Estados Unidos y otros paises han mirado con estupor cómo el médico sudafricano sostiene que Glycel, una línea de cosméticos para el cuidado de la piel, es lo mejor que se ha inventado contra las arrugas y encuentran ofensiva, ese es el término, la relación de tan ilustre apellido con un producto que ellos encuentran igual a los demás que hay en el mercado.
Barnard, con tono ingenuo, dice que no entiende el escándalo ni la reacción de los colegas: "Pude hacer muchos millones después del primer trasplante si hubiera aceptado todas las ofertas económicas que me hicieron. Por ejemplo, por mis guantes, los que usé en la operación y que luego arrojé a la basura, me ofrecieron 50 mil dólares. También me tentaron con un jugoso contrato sólo por sentarme junto a una mesa donde había una botella de cierto brandy francés. Pero nunca quise explotar lo que hacía. Tuve que trabajar mucho, muy duro para conseguir el dinero que necesitaba y a través de mi trabajo y los dones que Dios me dio, acredité mi nombre. Entonces, me pregunto, ¿por qué ahora no puedo usarlo? ¿ Por qué tiene que ser tan sagrado este campo de la medicina?".

RETIRO POR ARTRITIS
De todas las preguntas que le han formulado en los últimos días a raíz de este escándalo, lo que más le choca a Barnard es que le insistan en la suma que recibió por esta promoción: "Los médicos usan ahora con frecuencia sus nombres para denominar nuevas válvulas del corazón y otros implementos científicos y esos objetos son vendidos comercialmente. Yo logré desarrollar varios modelos de válvulas y jamás recibi un centavo.
Sólo lo hice cuando ya no pude seguir practicando la medicina".
Las manos muestran claramente las huellas dolorosas de la artritis reumática que le impidió seguir su oficio, una condición que debe controlar todos los días con drogas antiinflamatorias.
Con sesenta y tres años, bien pagado, ocupado todo el tiempo, se muestra incansable en esta gira de promoción a la nueva linea de productos cosméticos que lo ha llevado a distintos puntos de Estados Unidos y Europa. En todas partes las preguntas siempre giran alrededor de los mismos temas: cuánto gana, cómo maneja el problema de la ética, por qué se ha dejado tentar por el dinero, etc., preguntas que él responde con una sonrisa diplomática mientras roza con sus manos enfermas los empaques de los nuevos productos donde aparece la leyenda que tiene furiosos a muchos: "Este producto contiene ingredientes desarrollados y perfeccionados en Suiza por el Dr. Christian Barnard". El ingrediente, llamado glycosphingolipidis, o GSL, es descrito por el laboratorio que lo produce como el más importante descubrimiento de los últimos diez años en el campo del cuidado de la piel.
Uno de los testimonios más serios en este escándalo fue citado por el New York Times, cuando un importante dermatólogo, Norman Orentreich, dijo que "me siento triste que el Dr. Barnard se haya convertido en un charlatán metido en la medicina".
Los que lo conocen mejor sostienen que en la intimidad, entre amigos, Barnard es menos entusiasta para defender el Glycel que lo que dicen los anuncios de prensa, en uno de los cuales se reproduce una frase suya: "El CSL es capaz de renovar la piel envejecida y hacerla aparecer como más joven". De todos modos él lo usa todos los días después de la afeitada: cada frasco cuesta sesenta dólares.
Cuando le piden una explicación menos mercantil del asunto, de los poderes del producto, Barnard dice que "bajo las condiciones del laboratorio, el CSL ha demostrado que ayuda al fortalecimiento y renovación de las células afectadas por factores ambientales, tales como los rayos ultravioletas. Las células más viejas contienen menos CSL que las más jóvenes y no se renuevan con tantafacilidad. De modo que cuando se aplica CSL a las células envejecidas con el fin de apresurar ese proceso, lo que se hace es motivarlas a que actúen como las células más jóvenes".
Por supuesto, muchos alzan las cejas ante sus respuestas pero los consumidores, las señoras con arrugas y las mujeres y hombres que quieren rejuvenecer, están lanzados de cabeza sobre el Glycel, en todos los tamaños, con todos los precios. Hay nueve productos dentro de esta línea, desde un purificador facial que cuesta 25 dólares hasta una crema contra la vejez por 75 dólares la onza. Los pedidos sobrepasaron todos los cálculos de producción y se sabe de señoras que han ofrecido hasta 500 dólares a los dependientes para que les vendan aunque sea uno de esos frascos.
Curiosamente Barnard, con su apariencia fresca y juvenil y reposada es la mejor publicidad para estos productos respaldados por su nombre hasta el punto de que está viviendo con una chica de 22, Karen Setzkorn, una sudafricana.
Para muchos la fecha del 3 de diciembre de 1967 pertenece a la historia: ese dia Barnard realizó el primer trasplante de corazón con éxito en un paciente que vivió después 18 días.
Por eso algunos no le perdonan su nueva actividad. El insiste: "Con esto no le hago mal a nadie". --