Habladurías

Desde Aterciopelados hasta Ómar Rayo

El lanzamiento de un libro en el caluroso ático de una librería, un álbum conmemorativo, un festival de microteatro para denunciar el maltrato contra la mujer, una colección de relatos desde la prisión y una exposición para recordar a uno de los artistas más reconocidos de Colombia.

11 de diciembre de 2015

Las bestias de Arciniegas

Hacía calor, y no parecía Bogotá, en el ático de la librería Wilborada, donde la noche del miércoles 25 de noviembre se realizó el lanzamiento del libro Bestias, de la bogotana Gabriela A. Arciniegas. Junto a la autora, los editores de Laguna y una veintena de espectadores, se encontraban el ilustrador Rafael Díaz y el moderador Ricardo Rondón, quien se encargó, con una extensa y extravagante carta, de dar inicio a la charla. Al final de su lectura, a todas luces somnolienta, la conversación despegó. Se habló del género del terror, el origen de las bestias que pueblan los once relatos de Bestias y la dificultad de retratar, con ilustraciones abstractas, los cuentos del libro. Pero el mejor momento ocurrió cuando Arciniegas reconoció entre el público a su profesora de literatura del colegio, quien la saludó devuelta y le confesó, un tanto apenada, que aún no la había leído, pero que ahora, después de verla hablar, lo haría apenas llegara a su casa.

Un tributo a Aterciopelados

Más allá de oír una a una las 16 versiones que componen el disco tributo El Dorado 20 años, la “preescucha” del 26 de noviembre en RPM Records fue un encuentro para  conocer de primera mano anécdotas sobre el  homenaje al disco de Aterciopelados de 1995. Alejandro Prieto, presentador de la noche y representante del colectivo detrás del proyecto, Barrio Colombia, contó que las canciones fueron asignadas a cada artista pensando en su afinidad. Así, Marta Gómez recibe Siervo sin tierra y parece escrita para ella 20 años atrás. También se supo que la canción El diablo parecía maldita fue rechazada tres veces hasta que María Mónica Gutiérrez (Suricato y Ságan) supo exorcizarla. Al final, la pregunta por la mejor versión quedó suspendida en el aire. Los nombres de  Edson Velandia y Gómez hicieron eco.

Ni con el pétalo de una rosa

Alejandra Borrero y Casa Ensamble lograron lo que cualquier teatro bogotano envidiaría: una fila que empezaba en la recepción del segundo piso, bajaba por la rampa externa y se tomó buena parte del Park Way. El lanzamiento del Festival Ni con el Pétalo de una Rosa fue el 23 de noviembre, dos días antes del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este es el segundo año que se realiza este proyecto que se sirve de piezas cortas de teatro como una forma de exorcizar viejos demonios, generar conciencia y hablar en voz alta de un problema que se sufre en distintas partes del mundo. Prueba de ello era la lista de invitados: además de Uruguay, invitado de honor, participaron delegaciones de México, Argentina, España y Francia. La pieza Mucho de Ofelia, del colectivo uruguayo Complot Teatro, fue la encargada de abrir el festival, que se extendió hasta el 29 de noviembre. El día del lanzamiento también hubo fiesta a cargo de Nelda Piña y La Boa. No importó que fuera lunes, allá tocaron hasta la media noche.

Literatura tras las rejas

Con la asistencia de reclusos, editoriales y medios, se lanzó el 18 de noviembre, en un conversatorio en la Biblioteca Nacional de Bogotá, la séptima edición de Fugas de tinta, un libro en el que al menos 40 reclusos de 16 establecimientos carcelarios de Colombia compartieron sus anécdotas vividas en prisión. Durante la charla, se leyeron en voz alta algunos de los textos de los presidiarios y, además, se contó con un conmovedor testimonio a cargo de Olga Murcia, una reclusa del Buen Pastor de Bogotá quién ese mismo día alcanzaba la libertad después de pasar cuatro años tras las rejas. El encuentro estuvo marcado por varias confesiones e incluso, cuando las familias de los reclusos hablaron, hubo lágrimas. La séptima edición de Fugas de tinta cuenta con un mayor número de poemas que las versiones anteriores y aborda principalmente los temas de la reclusión, el paso del tiempo y las historias de vida de los reclusos. El libro ya se puede encontrar en las principales librerías del país.

Rayo en el Museo Nacional

La noche del primero de diciembre, coleccionistas, artistas y personalidades del mundo del arte se dieron cita en Museo Nacional de Colombia con motivo de la inauguración de la exposición Geometría vibrante, un homenaje al artista óptico Ómar Rayo, que reúne más de 60 obras. El encuentro inició con unas palabras a cargo de Daniel Castro, director del Museo, y posteriormente de Águeda Pizarro, viuda del artista, quien expresó su entusiasmo por el homenaje. Con una asistencia considerable, los espectadores pudieron disfrutar de una visita guiada y tuvieron la oportunidad de compartir sus opiniones con artistas como John Castles. Sara Rayo, hija del artista, también se pudo ver entre los asistentes acompañada de su esposo y uno de sus hijos. La muestra estará abierta hasta el 17 de enero del próximo año.