En India hay más de 15 millones de ciegos, cerca de la mitad del total mundial; sin embargo, 80% podría ser detectado y tratado. | Foto: Archivo Semana

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El tigre social

A nivel mundial, India es el epicentro de la innovación social. Así logró convertir su pobreza extrema en una fortaleza.

Nathan Jaccard
27 de mayo de 2013

“La diferencia entre lo que somos y lo que somos capaces de hacer bastaría para resolver la mayoría de los problemas del mundo”, dijo una vez Mahatma Gandhi. Más de 65 años después de su asesinato, el fundador de la India moderna estaría sin duda asombrado de hasta qué punto esa frase se ha vuelto casi un mantra para millones de compatriotas que están liderando una revolución social, pacífica, rentable y recursiva: la innovación social.

A los campos de Rajastán, callejones de Mumbai, universidades, hospitales, ministerios brotan miles de proyectos. Los gurús indios viajan por todas partes a enseñar sus saberes. Y todos los que trabajan en este campo ven con asombro cómo India se está volviendo un gigante que promete no solo salir de la pobreza, sino ser una potencia mundial. ¿Cómo lo logra?

Los indios parecen haberse tomado a pecho la famosa frase: “En toda crisis hay oportunidades”, repetida en seminarios empresariales. India, un coloso de 1.200 millones de habitantes, tiene un tercio de los pobres del mundo. Los indicadores son alarmantes: 400 millones viven con menos de 1,25 dólares diarios, 42% de los menores de cinco años están desnutridos. 35% son analfabetas y, en algunas regiones rurales, el acceso a servicios de salud es casi nulo. Los problemas podrían parecer tan masivos que paralizarían a cualquiera. Pero al mismo tiempo, muchos actuaron por su propia cuenta antes de ponerse a esperar que alguna solución viniera desde arriba o desde otro país. Sobre todo en épocas de crisis.

Y para ello los indios cuentan con el espíritu ‘jugaad’, que en Colombia se podría traducir como el ingenio y la recursividad que tiene la gente para resolver sus problemas. Jugaad es el campesino que arma una camioneta con una motobomba; es usar una olla exprés para hacer café espresso; es transformar una botella de plástico en el pomo de una ducha. Pero es, sobre todo, buscar una solución económica, flexible, creativa y sostenible, con la capacidad de improvisar respuestas donde los recursos son limitados.
El siguiente paso fue compartir, mejorar y estandarizar este tipo de innovaciones.

 A finales de los años 80, Anil Gupta pensó que en India había materia de sobra para tener un desarrollo propio de abajo hacia arriba y creó la red Honey Bee. Dos veces al año sale con su equipo a recorrer los caminos de India, en búsqueda de soluciones innovadoras. Las censa, comparte y difunde en todo el país y facilita su eventual comercialización. Al día de hoy tienen más de 160.000 inventos censados, han registrado 509 patentes y dado licencias de producción para 64 nuevas tecnologías.

Como explicó en una entrevista para el diario francés Les Échos, “los gobiernos no se dan cuenta de que hay una enorme reserva de creatividad (en los pobres). Aunque sean pobres económicamente, no lo son en saberes. Nos pueden enseñar nuevas maneras de pensar y resolver problemas. Como no tienen recursos, maximizan lo que les sobra: la imaginación”.

La iniciativa de Gupta fue después imitada por organismos estatales como GIAN (Red de aumento de la innovación de base), el Fondo Nacional para la Innovación e inversión para miles de becas y ayudas para el desarrollo de la innovación sociales. Se calcula que ese tejido de incubadoras creativas ha registrado 150.000 ideas y para 2013 se anunció la creación de un fondo para innovación social de 1.000 millones de dólares. Saben que una solución lleva a otra, como pasó con los microcréditos, una iniciativa desarrollada en la vecina Bangladés, que en India no solo demostró que darles servicios a los más pobres puede ser rentable gracias a economías de escala masivas, sino que les dio la oportunidad a muchos de crear sus primeras empresas.

El potencial que tiene este país gracias a sus innovaciones sociales es tal, que muchos piensan, puede ser un sector que jalone la economía. Según el Banco Mundial, si se logran organizar y comercializar las ideas que incuban en India, el PIB podría crecer de 2 a 3% más. Como explicó el empresario Jayant Sinha al Economic Times de India, “mientras Estados Unidos será innovador para los 1.000 millones más ricos del mundo, India lo será para el resto de los 5.000 millones de personas que tiene el mundo”.

Tres innovaciones para el mundo

Aravind Eye Care, la revolución visual

Problema: en India hay más de 15 millones de ciegos, cerca de la mitad del total mundial; sin embargo, 80% podría ser detectado y tratado.

Solución: en 1976, el doctor Govindappa Venkataswamy creó un hospital para enfrentar ese problema. Desde entonces ha atendido a 32 millones de pacientes y realizado cuatro millones de cirugía, la mayoría gratis, y no ha necesitado una sola rupia del Estado, pues es autosostenible. El secreto reside en la eficiencia, la reducción obsesiva de costos, la estandarización y las economías de escala. Cada paciente paga lo que puede. Cuando se juntan cientos de miles, eso asegura un volumen importante. En las salas de operación hay una rotación rápida, con varios pacientes al mismo tiempo, para que los oftalmólogos atiendan el mayor número de personas. Incluso, cuando los costos de insumos se volvieron demasiado caros, decidieron hacerlos ellos mismos y ahora los exportan.

SELCO, luz para todos

Problema: 57% de los indios no tiene electricidad. Enfrentar ese reto implica enormes inversiones en infraestructura o en centrales nucleares que no bastan.
Solución: en 1995, Harish Hande creó SELCO, una empresa de paneles solares. Apostó por una solución flexible, descentralizada y con formación a los usuarios para que pudieran hacer un mantenimiento básico. Gracias a los microcréditos, a las ventas masivas y a las innovaciones permanentes para responder a las necesidades de los más pobres, se han logrado equipar 130.000 familias en zonas rurales. Y lo mejor de todo, es muy rentable.

Planet Read, léalo cantando

Problema: 35% son analfabetas, hay poco material escolar y la mitad de los alumnos no terminan la primaria.

Solución: los musicales del cine de Bollywood son una de las grandes pasiones del país. Un indio, aunque no lea, se sabe las canciones, conoce las estrellas y se ha repetido las películas una y otra vez. Planet Read ha hecho un esfuerzo por subtitular cientos de musicales y, en alianza con canales de televisión, los difunden hasta las aldeas más recónditas. Como dicen, usan el poder del entretenimiento para alfabetizar y familiarizar a millones con la lectura.