VÍCTOR RIVERA
Hablemos de los empleos del futuro
Después de la crisis de las “.com” en el año 2000, fue mas evidente que la economía digital tomaría el liderazgo de la economía global, generando una gran discusión sobre los empleos eliminados por robots o máquinas.
Si bien este punto estaba en la agenda de los gobiernos, no representaba una prioridad inminente para resolver en el corto plazo.
Hoy, esta es una prioridad.
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El Reino Unido, durante el mes de agosto de este año, alcanzó un débil crecimiento en su PIB de tan solo el 2,1%, evidenciando que la explosiva recuperación esperada después de abrir la economía esta perdiendo su fuerza, dado que aún este índice está 9,2% por debajo del nivel alcanzado en términos nominales durante el mes de febrero pasado.
Y aún cuando todos los Miembros del Parlamento piden mayores recursos para salvaguardar los empleos de sus comunidades, el paquete de salvamento para soportar el invierno en el país expone una decisión ética que es ciertamente difícil para cualquier humano, sin importar su creencia religiosa, partido político o estatus social.
La ayuda financiera universal para la conservación de empleos lanzada en marzo de este año solo se continuará para aquellos empleos viables que presenten actividad de por lo menos el 33% de las horas trabajadas durante la época pre-pandemia.
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Por su parte, la OCDE estimaba en 2019 que el 14% de los empleos serían automatizados, el grueso del problema se enfocaba en el 32% de los empleos que enfrentarían alguna forma de cambio en su estructura, para lo cual los empleados deberían adquirir nuevas habilidades y conocimientos.
Lo anterior permite a la OCDE hacer un llamado a los gobiernos para que fomenten en sus ciudadanos la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos, guiados a la economía digital. Si bien durante la pre-pandemia 4 de cada 10 empleos nuevos fueron creados por la economía digital, en la realidad actual este ratio es significativamente mayor.
En Colombia, cada día tenemos más ejemplos de emprendedores que renuevan el entorno laboral, contratando sin prejuicios y valorando habilidades y conocimientos adquiridos en cualquier universidad, creando un entorno de contratación más justo e incluyente para nuestra sociedad.
¿Por qué no soportar a estos emprendedores con política pública para que creen mayores empleos, abriendo el abanico de opciones más allá de las formas tradicionales enfocadas en reducción de impuestos u otorgamiento de créditos a menores tasas de interés, cuando las necesidades de quienes se deciden a emprender pasan más por el acceso a capital de riesgo y un marco de contratación más flexible?
¿Por qué no utilizar recursos de la Nación para fomentar la digitalización en las empresas tradicionales colombianas, ayudándoles a transformar su modelo de negocio para que puedan continuar operando de manera sostenible y rentable y se puedan conservar millones de empleos, pero no con discursos y créditos mas baratos, sino a través de subsidios para el desarrollo de centros de innovación y descontar del pago del impuesto de renta los rubros de inversión en consultoría e implementación requeridos para llevar a cabo estas iniciativas?
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Pero para que estos dos puntos anteriores sean exitosos, es fundamental empoderar a los colombianos para que enfrenten el cambio.
¿Por qué no dar becas a los bachilleres recién graduados de estratos 1, 2 y 3, para que estudien virtualmente en cualquier parte del mundo? La educación de las personas de bajos recursos en Colombia no puede estar limitada a la infraestructura que pueda administrar el Estado.
Es momento de tener esta difícil discusión para salvar el futuro de nuestros ciudadanos, que si bien no ayuda a ganar muchos votos, ciertamente es lo que permitirá que Colombia continúe teniendo el protagonismo en el desarrollo económico de Latinoamérica que hoy ha alcanzado.