Poesía
Seis poemas de Constantino Cavafis
Una selección de 'Recuerda, cuerpo', la breve antología del poeta griego publicada este año por Penguin Random House en su colección 'Poesía portátil'.
Encuentra aquí lo último en Semana
Deseos
Como cuerpos hermosos de muertos sin vejez
encerrados, con lágrimas, en bellos mausoleos,
rosas a la cabeza, jazmines a sus pies—
así parece ser que se pasaron los deseos,
sin ser cumplidos nunca, sin apenas merecer
una noche de goce, ni su claro amanecer.
Monotonía
A un día monótono, después
le sigue otro monótono, inmutable. Pasarán
las mismas cosas, que suceden otra vez.
Momentos similares nos encuentran y se van.
Un nuevo mes trae el mes que ha transcurrido.
Se puede fácilmente adivinar qué nos espera:
igual que ayer será, lo mismo de aburrido.
Y así el mañana es como si mañana ya no fuera.
La ciudad
Dijiste: «Marcharé a otra tierra, marcharé a otro mar.
Habrá de hallarse en algún sitio una ciudad mejor.
Mas cada intento mío está condenado al error;
sepulto —como muerto— el corazón.
Y cuánto va a durar mi mente en esta confusión.
Dondequiera que mire, que vuelva mis ojos,
solo veo aquí de mi vida los despojos,
y tantos años que pasé y perdí en este lugar».
Lugares nuevos no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad irá tras de ti. En sus calles pasearás,
las mismas, y en los mismos barrios envejecerás,
se te verá en estas casas acabarte.
Y siempre llegarás a esta ciudad. Para otra parte
—no esperes— no hay barco ya, ni senda para ti.
Lo mismo que tu vida la perdiste aquí,
en esta esquina, la perdiste en todos los lugares.
En lo posible
Y si no puedes disponer tu vida como quieres
esto procura al menos conseguir
en lo posible: no vayas a ensuciarla
al frecuente contacto con el mundo,
con charlas y negocios por doquiera.
No vayas a ensuciarla traslandándola,
rondando sin cesar y exponiéndola
a la vulgar locura cotidiana
de tanta relación y compañía
hasta que se convierta en una extraña intrusa.
Lejos
Quisiera pronunciar este recuerdo.
Mas tan desdibujado está... ya casi nada queda-
porque allá lejos, en mis años juveniles yace.
Piel como amasada de jazmín...
Aquel agosto —¿agosto era entonces?— por la noche...
Recuerdo apenas ya los ojos; eran, creo, azules...
¡Azules, sí! De un azul como zafiro.
Recuerda, cuerpo...
Recuerda, cuerpo, no tan solo cuánto te han amado
no solamente las camas en las que te acostaste,
sino también tantos deseos que por ti
hacían destellar tanto los ojos,
y que temblaban en la voz —y algún
obstáculo casual los anuló.
Ahora que todo ya al pasado pertenece,
parece como si a aquellos deseos
te hubiera entregado —qué destellos,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.