El 17 por ciento del bosque amazónico ya desapareció según WWF. Foto: Rodrigo Botero/FCDS | Foto: SEMANA

IMPACTO

El 17 por ciento del bosque amazónico ya desapareció según WWF

De no hacerse nada, la pérdida de este bosque habrá alcanzado el 27 por ciento en 2030. La organización ambiental dijo que los gobiernos de la cuenca concedieron permisos a 800 solicitudes de minería y extracción de combustibles fósiles en estas áreas y que 6.800 están en estudio. En total han aprobado 1.400 derechos de actividades extractivas, lo que impacta 24 millones de hectáreas.

1 de octubre de 2018

El hervidero de biodiversidad más grande del planeta alberga 650 millones de hectáreas de bosque (la mayor concentración a nivel mundial), 2.500 especies de peces, 40.000 de plantas y un millón de kilómetros cuadrados de ecosistemas de agua dulce.

La Amazonia tiene un área equivalente a siete veces la de Colombia, abarca ocho países y allí habitan más de 34 millones de personas. Sin embargo, pese a la abundancia de recursos, los ecosistemas de la Amazonia enfrentan su mayor presión en la historia. Lo revela un estudio de la World Wildlife Found (WWF) sobre su estado actual y principales enemigos.

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Según el documento, la disputa por tierras para agricultura, ganadería, minería y generación de energía hidroeléctrica, y la deforestación para la agroindustria y la infraestructura, ya han causado la pérdida del 17 por ciento de su bosque.

Esto ocurrió en más de 30 frentes de deforestación, en su mayoría en Brasil. Entre 2000 y 2013, por estos núcleos la región perdió 4,7 por ciento de bosque, mientras los pastos y los cultivos aumentaron 22,9 millones de hectáreas.

Y el futuro no es alentador. Si los países afectados no desarrollan políticas y estrategias para detener la deforestación, proyecciones de la WWF indican que en 2030 la pérdida habrá alcanzado el 27 por ciento.

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La gente tumba bosques especialmente para sembrar soya y palma de aceite. Por su parte, en Brasil, que tiene el hato comercial ganadero más grande del mundo, talaron 500.000 hectáreas hace cuatro años para dar paso a esta actividad.

La construcción de represas tiene en jaque el flujo de los ríos amazónicos y a los peces migratorios y delfines. En la región, 154 centrales hidroeléctricas generan 18.000 MW de potencia.

Cientos de miles de kilómetros de carreteras ya atraviesan la Amazonia. En la parte amazónica brasileña pasan 22.000 kilómetros de carreteras estatales y 190.000 kilómetros no oficiales asociadas a la tala y al acceso a zonas rurales.

La WWF encontró que el 15 por ciento del bioma corresponde a concesiones mineras y contratos para extracción de gas y petróleo, aunque la cifra llega al 30 por ciento con las de las áreas protegidas.

Veinte por ciento del agua dulce mundial, 10 por ciento de la reserva global de carbono y 210.000.000 de hectáreas de áreas protegidas alberga la cuenca amazónica.

Ya los gobiernos concedieron permisos a 800 solicitudes de minería y extracción de combustibles fósiles en estas áreas y 6.800 están en estudio. En total, han aprobado 1.400 derechos de actividades extractivas, lo que impacta 24 millones de hectáreas.

Estas presiones han incidido en que desde 2.000 las lluvias en el bosque tropical disminuyeran en 69 por ciento. WWF considera necesario mantener en pie y protegida la mayoría del bosque, mediante acciones para conservar áreas protegidas, reconocer y consolidar los territorios indígenas y darles un manejo sostenible.

“Para garantizar bosques saludables dentro de las economías de los países amazónicos se necesitan políticas integrales de manejo, uso de herramientas de desarrollo sostenible, incentivos y mecanismos financieros, y salvaguardas sociales y ambientales robustas”, cita el documento.

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Para WWF, hay que mirar la cuenca del Amazonas como un todo con prioridad en reducir la contaminación en los ríos y cuerpos de agua dulce, y en crear un plan regional de conservación para mitigar y adaptarse al cambio climático. 

Sahara y amazonas

Cada año, 22.000 toneladas de polvo cargadas de fósforo y nutrientes recorren 2.500 kilómetros por el aire desde el desierto del Sahara, en África, hasta llegar a las selvas del Amazonas para fertilizar el suelo y los bosques.

Un grupo de científicos de las universidades estadounidenses de Baltimore y Maryland hicieron el hallazgo luego de analizar información satelital de la NASA entre 2007 y 2013. El fósforo que viaja hasta el Amazonas proviene de la depresión de Bodele. Esta región ha perdido cuatro metros de tierra en los últimos mil años, que estarían en las selvas amazónicas.

*Este es un producto periodístico de la Gran Alianza contra la Deforestación. Una iniciativa de Semana, el MADS y el Gobierno de Noruega que promueve el interés y seguimiento de la opinión pública nacional y local sobre la problemática de la deforestación y las acciones para controlarla y disminuirla.