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El Valle que no se rinde: así enfrenta la región la violencia que no se fue
En medio de la presencia de grupos armados y la desconfianza en la paz total, líderes comunitarios, empresarios y autoridades locales juntaron esfuerzos para devolverle la tranquilidad a su territorio.
Mientras el Gobierno Nacional insiste en los diálogos de su política de “paz total”, el Valle del Cauca vive una realidad distinta: el fortalecimiento de los grupos armados y el aumento de la violencia.
En los últimos tres años, la presencia de estructuras ilegales en el departamento creció un 36%, según el secretario de Seguridad, Guillermo Londoño, quien advierte que las disidencias de las FARC, el ELN y el Clan del Golfo se han consolidado en varias zonas rurales mientras el apoyo nacional a la Fuerza Pública se ha reducido.
El deterioro de la seguridad se explica por la expansión de economías ilícitas como la minería ilegal, los cultivos de coca, el narcotráfico y la extorsión, fuentes de financiación de estas estructuras. Para la gobernadora Dilian Francisca Toro, la llamada paz total terminó debilitando la presencia del Estado. “Esa política fortaleció a los grupos ilegales y les permitió avanzar donde antes había presencia institucional”, señaló.

Ante ese panorama, el Valle del Cauca ha decidido responder con sus propios recursos. A través de la Tasa de Seguridad, un aporte que hacen los ciudadanos de los estratos 4, 5 y 6 en los servicios públicos y con el respaldo de la industria, la Gobernación ha invertido más de 212 mil millones de pesos en tecnología, inteligencia y apoyo operativo a las autoridades.
Con esos recursos se han entregado más de 300 motocicletas, 38 vehículos, 950 chalecos antibalas y sistemas antidrones únicos en el país, además de un nuevo sistema de comunicaciones que mejora la coordinación entre la Policía y el Ejército. También se instalaron 131 cámaras de seguridad en municipios estratégicos.
Una de las apuestas más destacadas es el Centro de Gestión de Emergencias y Seguridad en Buga, considerado el más avanzado del país. Dotado con inteligencia artificial, este complejo monitorea en tiempo real 29 municipios, detecta amenazas y coordina operativos de protección ciudadana.
“Con esta nueva tecnología podremos identificar a tiempo los hechos de violencia y responder con mayor eficacia”, afirmó la gobernadora Toro.

El esfuerzo se complementa con 17 corredores seguros, controles mixtos de la Policía, el Ejército y la Armada que operan en puntos estratégicos para garantizar la movilidad y la tranquilidad en las vías del departamento. Gracias a esa coordinación, las autoridades han incautado más de 16 toneladas de marihuana y cocaína, golpeando las finanzas del narcotráfico.
La estrategia también incluye una dimensión social. El programa Fuerza Joven por el Valle vincula a dos mil jóvenes que prestan su servicio en apoyo a la Fuerza Pública, reciben un incentivo económico y acompañamiento psicosocial para construir su proyecto de vida lejos de la violencia.
El contraste con la situación nacional es evidente. Mientras la paz total enfrenta críticas por su falta de resultados, el Valle del Cauca intenta construir su propia ruta de seguridad con liderazgo, inversión y cooperación ciudadana. En un país donde la violencia persiste, la región busca demostrar que la paz no se decreta: se trabaja cada día, con hechos y compromiso.