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AUMENTAN LOS INTERROGANTES

Sharon y Begin responden ante la comisión investigadora de la masacre de los campos palestinos de Chatila y Sabra.

20 de diciembre de 1982

La comisión israelí investigadora de las matanzas perpetradas por las tropas falangistas en los campamentos palestinos de Sabra y Chatila, en el sur de Beirut Occidental, entre el 16 y el 18 de septiembre pasado, continúa su investigación.
Compuesta por dos jueces del Tribunal Supremo, Itzak Kaane y Aaron Barak, y un general de reserva, Yona Effrath, y aceptada por el gabinete únicamente el 28 de septiembre después de una viva oposición del primer Ministro Begin, la comisión ha analizado decenas de documentos confidenciales (actas de reuniones del gobierno, informes del alto mando militar) y escuchado, a puerta cerrada o públicamente, a varios civiles y militares entre los que se encuentran Arid Sharon y Menahem Begin.
El 25 de septiembre, acompañado por su esposa y su consejero, Ouri Dan, Sharon se presenta ante la comisión estatal y cincuenta periodistas de la prensa israelí e internacional. Como lo había previsto desde el día anterior, leyó una declaración definiendo la operación "Paz en Galilea" pero, contrariamente a sus deseos, tuvo que explicar públicamente, en casi tres horas, su conducta y sus decisiones durante los días de la matanza y jornadas que la precedieron. Declaró haber sido informado del atentado contra Gemayel, el martes 14 de septiembre hacia las cinco de la tarde, y reconoció que después de una discusión con los responsables de los servicios secretos israelíes (Mossad), había decidido enviar al general Eytán a Beirut.
La decisión de dejar penetrar a los falangistas en los campamentos palestinos fue tomada, dijo Sharon, por él mismo y por Eytán, el 15 de septiembre en Beirut. Begin, así como los demás ministros del gobierno israelí, fueron informados únicamente el 16, pero Sharon no admitió que en esa reunión del gabinete, el vice-primer Ministro Levy, hubiera puesto en guardia al gobierno contra la posibilidad de una matanza. Ante la comisión investigadora, el ministro israelí de la Defensa reconoció haber sido informado, el viernes 17 hacia las nueve de la noche que durante la operación se habían cometido graves irregularidades. La masacre había comenzado el 16.
"Los falangistas se han excedido", habría declarado por teléfono Eytán desde Beirut mientras le comunicaba a Sharon que el general Amir Drori comandante de la región norte, había interrumpido la operación, prohibido la entrada de nuevas tropas falangistas y dado la orden de retirarse a las cinco de la mañana.
¿Por qué no haber interrumpido la operación inmediatamente sin esperar ocho horas durante las cuales los asesinos continuaron la matanza?, pregunta uno de los jueces. Sharon mira al general de reserva Effrath, y responde: "Sobre el terreno las cosas son más complicadas; cualquier orden necesita un plazo para ser ejecutada; las cinco de la mañana me pareció un plazo razonable".
"¿La matanza no era previsible?" Pregunta otro juez. Respondiendo, Sharon cita una serie de operaciones llevadas a cabo con la Falange sin que se produjera ningún incidente. "Nosotros sabíamos que habría víctimas, concede, pero en ningún momento habíamos imaginado que tales matanzas podrían producirse". Extraña ingenuidad de alguien experto en ese tipo de eventos, por haber participado en una en 1953, en el pueblo árabe de Qibiya.
Contrariamente a Sharon, el primer ministro Begin no pidió leer un discurso preliminar ni testimoniar a puerta cerrada. Sus declaraciones, hechas el 8 de octubre durante cuarenta y cinco minutos, fueron inclusive retransmitidas a todo el país.
Volviendo sobre los días que precedieron a la matanza, Begin aseguró que después de haber recibido confirmación del asesinato de Bechir Gemayel, el martes 14 de septiembre hacia las 10 de la noche, aconsejó a los generales Sharon y Eytán ocupar los puntos estratégicos de Beirut "para evitar actos de venganza por parte de los cristianos contra los musulmanes".
Confirmó haberse enterado de la matanza únicamente el sábado 18, escuchando las informaciones de la emisora inglesa BBC. En este sentido, el misterio permanece intacto. ¿Qué pasó, en efecto, entre el viernes a las nueve de la noche, hora en la que Sharon admite haber sido puesto al corriente de los acontecimientos y el sábado a las cinco de la tarde? ¿Sharon informó a Begin o no?
Explicando el voto del gabinete israelí que permitió la entrada de la Falange a los campamentos de Sabra y Chatila, el primer ministro recordó que desde el 15 de junio, el gobierno israelí había aprobado la participación de esas tropas al lado del ejército israelí. "No tenemos necesidad de tomar una nueva decisión a ese respecto", dijo Begin.
¿Pero la experiencia con la Falange desde la entrada del ejército israelí en Líbano no imponía reconsiderar esa participación?, inquirió el juez Barak. "Nosotros no habíamos previsto que cometerían atrocidades", respondió Begin.
En su exposición, el primer ministro confesó no haberse inquietado por las advertencias de Levy ni por las declaraciones hechas por Eytán que figuran en el acta de reunión del gabinete del 16 de septiembre. Eytán había señalado en esa reunión: "Los falangistas afilan sus cuchillos (...) he visto la muerte en sus ojos (...) se prepara una venganza como nunca se ha visto".
"Nadie -replicó cínicamente Begin- salvo tal vez Levy, podía imaginar que los falangistas, que son una fuerza militar estructurada y disciplinada, podrían, comportarse en esa forma".
¿Y las reservas expresadas por el vice-primer Ministro no le parecieron alarmantes?, pregunta otro juez. "No. Levy no solicitó que se votara con respecto a la entrada de los falangistas en los campamentos. Ni siquiera pidió que se discutiera el asunto. Y dado que ningún oficial superior puso de relieve la posibilidad a la cual Levy había hecho alusión, el gabinete aprobó unánimemente la entrada de los falangistas a los campamentos". "Por otra parte, agregó, no seguí con atención los temores expresados por el ministro Levy porque estaba redactando las conclusiones de la reunión del gabinete".
En definitiva, los testimonios de Sharon y Begin en vez de disipar las dudas, han aumentado los interrogantes sobre sus verdaderas responsabilidades en la horrible matanza de mujeres, ancianos y niños palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila.