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El colombiano que trabaja con Bukele cuenta cómo es él en la Presidencia: “Es un gran jefe y una persona muy estricta”
El colombiano Andrés Guzmán es el comisionado de derechos humanos del Gobierno de Nayib Bukele. En entrevista con SEMANA, habla del informe de este organismo que critica duramente a El Salvador.
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SEMANA: La CIDH urgió al estado salvadoreño a derogar el régimen de excepción, con el cual el presidente Bukele ha gobernado desde 2022. ¿Cuál ha sido su respuesta?
Andrés Guzmán: Antes de entrar en el fondo, quisiera dar contexto. La CIDH realiza unos informes anuales a todos los países. En esta oportunidad, realizó uno específicamente del estado de excepción, algo que no es usual en este organismo. Pero, además, el informe tampoco tuvo unanimidad en los comisionados. Édgar Stuardo Ralón Orellana, Carlos Bernal Pulido y Gloria Monique de Mees se apartaron de la decisión. Fue una votación cuatro a tres, algo histórico porque jamás había pasado en la CIDH.
SEMANA: ¿Y por qué se apartaron?
A.G.: En su voto razonado, el doctor Carlos Bernal Pulido, un jurista colombiano, abrió el debate sobre dos temas. Aseguró que el informe carecía del rigor metodológico necesario para dar credibilidad, autenticidad, confianza. Pero también recogió las preocupaciones que nosotros expresamos a la CIDH en relación con lo que vemos como un conflicto de interés: un mismo financiador tanto para la Comisión como para organizaciones de la sociedad civil que motivan el informe.
SEMANA: ¿A qué se refiere con esto último?
A.G.: A que la CIDH tiene como gran financiador a Open Society, la organización de George Soros. A su vez, Open Society también financia a la organización Cristosal, que es la que nutre el informe de la CIDH y que tiene una vocación política contra el Gobierno de El Salvador. Hay un conflicto de interés clarísimo.
SEMANA: ¿Por eso ustedes rechazan y no acatan esas recomendaciones de la CIDH?
A.G.: No. No estoy diciendo eso para nada. La CIDH nos hace 22 recomendaciones. Las estamos evaluando. De hecho, hay unas muy valiosas. Pero el Gobierno de El Salvador tiene derecho a que le expliquen la metodología del informe y su financiación. Ellos deberían mostrarle al mundo que su decisión no tuvo nada que ver con esos recursos, mucho más en un tema tan importante. En eso, a la CIDH le falta ética. Se está escribiendo la historia de un país.
SEMANA: La recomendación central del informe, que es levantar el régimen de excepción, ¿la van a seguir?
A.G.: De acuerdo con la CIDH, no existen todavía motivos que sean excepcionales para que exista el régimen de excepción. Eso es algo que estamos revisando con el Gobierno. Lo estamos analizando.
SEMANA: La de la CIDH es una conclusión obvia. El Salvador vive sacando pecho de cómo se ha bajado la criminalidad. ¿Por qué mantienen este régimen?
A.G.: El régimen de excepción lo renueva la Asamblea cada mes. En El Salvador había cerca de 120.000 pandilleros. Están hoy presos más de 80.000. Es decir, que hay otros 40.000 que siguen delinquiendo. Nosotros pensamos que desde que haya un terrorista suelto, el régimen tiene relevancia. Y ahí le devuelvo la pregunta: si usted encuentra que el régimen de excepción es parte fundamental para mantener esas tasas. ¿Lo quita?
SEMANA: Pero un régimen de excepción, por lo general, suele saltarse derechos y garantías fundamentales..
A.G.: Ellos no son ningunos angelitos. Es gente que le hace mucho daño a la sociedad. Para ingresar a una pandilla hay que hacer dos cosas: la primera es una iniciación. A los de la MS-13, por ejemplo, les dan una paliza entre todos sus compañeros por 13 segundos. A los de la 18, de 18 segundos. Después de eso, tienen que matar a alguien que quieren, que normalmente es alguien de la familia. Yo conocí a una señora en un pueblito y no tenía las dos manos. Le pregunté qué le pasó, y me dijo: “A mi hijo le dijeron que me matara y él solo me quitó las manos”. En El Salvador, hay mamás que dan las gracias por haber apresado a sus hijos, porque eran muy malos. Conocí también una joven que fue violada por la pandilla por ser lesbiana. Era de la 18 y cuando se enteraron, la violaron 18 hombres. A la novia la mataron. Allá todo es simbólico.
SEMANA: ¿Cuáles son esas restricciones que les da el régimen de excepción?
A.G.: Es una herramienta normativa que permite tres restricciones. 1) La intervención de las comunicaciones sin orden judicial. 2) Poder detener a las personas por 15 días antes de llevarlas a un juez. 3) Prolongar el derecho de defensa hasta los mismos 15 días. La decisión del señor presidente Bukele es que no vamos a poner en riesgo de nuevo la vida de los salvadoreños. SEMANA: Suena bastante tiempo sin acceder a derechos tan esenciales..
A.G.: En Estados Unidos, una detención administrativa puede ser hasta de 200 días.
SEMANA: Y si les parecen tan necesarias y tienen mayorías políticas, ¿por qué no las vuelven permanentes?
A.G.: Porque también es un mensaje. No solo es el punto de vista coercitivo, desde el punto de vista de comunicación también es importante. En los primeros días del régimen de excepción se detenían 2.000, 3.000 y hasta 5.000 personas al día. Pocos entienden la dimensión de lo que ha sido esta guerra: 120.000 pandilleros contra 25.000 miembros de las Fuerzas Militares. Era un cinco a uno. Descomunal. En 2015 hubo 30 muertos diarios en promedio en El Salvador, más de 7.000 muertos en todo el año por homicidios. Esta semana llegamos al día 700 sin muertos.
SEMANA: ¿Cuál es la situación de los colombianos presos hoy?
A.G.: Hay 110 colombianos, pero la mayoría por delito de narcotráfico. Otros llegaron a El Salvador con el gota a gota. Están acusados de colaboración con las pandillas, porque para poder poner este negocio pagaban peaje y los financiaban. También están acusados de extorsión porque cuando el interés legal es el 2 por ciento y tú cobras el 10 por ciento, ese 8 por ciento de más que no es legal se considera una extorsión. Ellos tienen el acompañamiento consular de Colombia y están en unos pabellones aparte, con los extranjeros detenidos.
SEMANA: ¿Cuánto lleva ya en este cargo?
A.G.: Un año y ocho meses. Cuando conocí al presidente Bukele me pareció el hombre más loco y apasionado que había visto en mi vida. Decía cosas bárbaras, como si en Colombia alguien dijera “vamos a tener paz y usted va a poder salir a caminar por cualquier calle hablando por celular sin que lo roben”. Él habla con tanto convencimiento que todos le creen, pero además logró lo que prometió. A todos los que trabajamos con él se nos pegó eso. Él tenía dos lemas de campaña: el primero es “La plata alcanza cuando nadie roba”. Yo vivo feliz en El Salvador, allá nadie pregunta nunca cómo van ellos.
SEMANA: ¿Y el segundo?
A.G.: También decía “Yo me imagino un Salvador en donde ellos, los que están en la cárcel, que hacen tanto daño en el país, trabajen para el país”. Hoy tenemos 21.000 señores trabajando para El Salvador. Hacen parques, hacen escuelas, en mi oficina son los que me ponen los televisores, las cosas, las muebles. Todos son muchachos de fase de confianza; es decir, que están a punto de recuperar la libertad. Ya la gente los quiere. En el 90 por ciento de las obras de El Salvador, la mano de obra son privados de libertad. El objetivo es llegar en diciembre a 48.000.
SEMANA: ¿Y cómo es trabajar con Bukele?
A.G.: Es un gran jefe y una persona muy estricta. No para de trabajar y es muy noctámbulo. No sé a qué horas duerme. Está encima de todo. Nos da muchísima línea. Es un hombre que a uno le pega la pasión.
SEMANA: Muchos podrían decirle que su cargo es lavarles la cara a los derechos humanos en este Gobierno. ¿Qué les responde?
A.G.: A mí lo que me exige el presidente es que muestre la verdad. Nunca otra cosa. No tengo que maquillar nada. Me levanto con orgullo y cuento que en El Salvador no hay un solo homicidio dentro de los Centros Penales y hay 110.000 personas detenidas. Dicen eso todos los días, que mi trabajo es lavar la cara. No le he lavado la cara a nadie. Yo soy un hombre honesto y digo la verdad.
SEMANA: ¿Por qué cree que el presidente Bukele dejó de pelear con Petro?
A.G.: No podría decirlo. Pero sí puedo decir que entre El Salvador y Colombia hay unas relaciones comerciales muy importantes y muy estrechas. En El Salvador viven muchísimos colombianos. En los últimos meses, el presidente Bukele solo se ha manifestado sobre el tema de Venezuela.