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El gallo de oro

Se inaugura la campañ presidencial mexicana con el lanzamiento de Cuauhtémoc Cárdenas, quien aspira de nuevo a terminar la hegemonía del PRI.

15 de marzo de 1993

CUAUHTEMOC CARDENAS es un hombre que cree en las luchas quijotescas. En 1988, como candidato presidencial disidente, estuvo cerca de dar fin a la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La semana pasada Cárdenas se lanzó muy temprano a la palestra, de cara a las elecciones de agosto de 1994, con la bandera de dirigir la transición hacia una verdadera democracia pluripartidista en México.
Cuauhtémoc, de 59 años, es hijo del legendario general Lázaro Cárdenas, presidente del país en los años 30. Ingeniero graduado en la Universidad Autónoma de México, en 1976 resultó elegido -en representación del PRI- senador por su estado de Michoacán, año en el que fue también subsecretario (viceministro) de Agricultura bajo el gobierno de Luis Echeverría. En 1980 se convirtió en gobernador del mismo estado, pero al concluir su mandato, su convicción de que el PRI encabeza en realidad un régimen de partido único -mediante el fraude electoral y la corrupción- le condujo a la disidencia. Primero encabezó una facción denominada "Corriente democrática", en un intento por reformar las cosas desde dentro, pero ello le valió la expulsión del partido. Su divorcio de las toldas que había contribuido a levantar su padre se formalizó en octubre de 1987, cuando aceptó la candidatura del recién creado Partido de la Revolución Democrática (PRD).
En medio de denuncias de fraude más estridentes que nunca, esa vez la maquinaria oficial no logró configurar la amplia ventaja acostumbrada. En ese momento parecía claro que el triunfador, Carlos Salinas de Gortari, un hombre con un perfil tecnocrático muy diferente al de sus predecesores, tendría que iniciar el proceso de apertura política a tono con la económica que era el tema de su campaña.
Pero esa apertura política sólo se produjo a regañadientes, impulsada por la destrucción del mito de la invencibilidad del PRI. Durante el sexenio actual se hicieron varias reformas al sistema electoral y el gobierno admitió su derrota en unas elecciones estatales por primera vez en 63 años. Ello sucedió en los estados de Baja California y Chihuahua, y en otros dos, Guanajuato y San Luis Potosí, el poder central tuvo que "aceptar" la renuncia de los candidatos elegidos oficialmente, para aplacar las protestas populares. La semana pasada una nueva elección, esta vez en Baja California Sur, pareció confirmar esa tendencia.
Pero irónicamente esos primeros triunfos regionales no fueron conseguidos por la agrupación de Cárdenas sino por el conservador Partido de Acción Nacional (PAN). La razón parece residir en el éxito del programa económico de Salinas, que dejó fuera de foco el tono izquierdista de Cárdenas. Esa misma razón hace que esta vez la candidatura del disidente requiera para ganar el apoyo de otros grupos como el PAN, a pesar de sus diferencias ideológicas con el PRD. De hecho el "nuevo" Cárdenas, que ha suavizado mucho su adusta figura, ha tenido que desviar sus críticas y ahora sostiene que Salinas ha logrado enriquecer más a los ricos, pero sin mejorar las condiciones de vida de los pobres.
Por el lado oficialista, el misterioso procedimiento de designación de candidato ya ha comenzado, así el gobierno lo niegue. Desde la segunda década del siglo, cuando el PRI -que ha tenido varios nombres- se instaló en el poder, el nuevo presidente ha salido siempre del gabinete anterior. Los nuevos estatutos, reformados en 1992, establecen que el encargado de escoger al candidato será el Consejo Nacional del Partido, integrado por 157 personajes. Pero para muchos observadores, incluso oficialistas, esta es una más de las formas que a través del tiempo ha asumido el "dedazo ". Se piensa que el Consejo se limitará a comunicar la decisión, que en últimas corresponde al presidente, previas consultas destinadas a buscar el consenso de "la familia revolucionaria ".
Para añadirle oscuridad a la escogencia, hay ciertas reglas no escritas pero muy estrictas. La más importante de ellas es que los aspirantes no pueden dejar traslucir en lo más mínimo sus intenciones, o como lo describe el sindicalista Fidel Velásquez, "quien se mueve no sale en la foto ". La reciente remoción del secretario de la política Fernando Gutiérrez Barrios fue entre otros factores una consecuencia de que "se movió", con el agravante de que no estaba en la lista que con carácter de chisme, pero con la precisión de un decreto, se maneja en la época preelectoral.
En esta ocasión la "lista" incluye al secretario de Hacienda Pedro Aspe, al de Desarrollo Social Donaldo Colosio y al alcalde de México. Manuel Camacho (quien debe ser promovido a una secretaría). Algunos incluyen al nuevo responsable de Energía, Emilio Lozoya Thalmann. Cualquiera de ellos sería un adversario formidable para Cárdenas, pues se trata de políticos de menos de 50 años preparados para beneficiarse de la popularidad de Salinas.
Gutiérrez Barrios -acusado en el PRI de haber cedido demasiado a las demandas de la oposición- fue reemplazado por José Patrocinio González Garrido, quien tendrá a su cargo convencer a los mexicanos de la sinceridad de los proyectos de ley que presentará este año su presidente, en dirección a una mayor transparencia electoral. Pero González es un hombre de la línea dura del PRI, y eso es fuente de pesimismo para quienes piensan que, a tiempo que México se ensaya como socio de los países desarrollados, debe tener un sistema político acorde con los tiempos. -