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Presidente en crisis

Cercado por la ineficacia de su gobierno y la corrupción de sus colaboradores, nadie sabe si el presidente del Perú, Alejandro Toledo, podrá terminar su mandato.

8 de febrero de 2004

Alejandro Toledo ha perdido la poca tranquilidad que le quedaba. A su decaída popularidad, que con 7 por ciento es la más baja en Latinoamérica, el mandatario peruano ha tenido que sumar graves acusaciones en su círculo más cercano. Una cosa y otra, junto con la crisis económica y social del país, hacen que crezcan las dudas acerca de que termine su período.

Este capítulo comenzó el 25 de enero, cuando el asesor legal del Presidente, Cesar Almeyda, apareció en América Televisión y, con toda naturalidad, confesó haberse reunido dos veces con el general Oscar Villanueva, quien se suicidó dos meses después. Villanueva había sido tesorero del ex asesor de seguridad Vladimiro Montesinos, el hoy preso hombre de confianza del presidente Alberto Fujimori K. Por si fuera poco, Almeyda involucró al embajador en España, Fernando Olivera, líder del Frente independiente Moralizador (FIM), principal aliado del partido de gobierno, Perú Posible (PP), y uno de los artífices de la lucha contra la corrupción fujimorista.

En un país que eligió a Toledo para dejar atrás la corrupción, la indignación fue total. Varios personajes exigieron la cabeza de Almeyda y Olivera, quien desde Madrid denunciaba un complot y una "maniobra desestabilizadora ideada por la mafia". Mientras tanto, en la Casa de Pizarro, el presidente Toledo mantenía su habitual silencio sepulcral.

Pero uno de los mayores defectos del Presidente es que defiende a sus 'hombres de confianza' a costa de su propio riesgo. El ejemplo más claro es el caso de Olivera. " Es necesario que él deje nuestra representación en España y se ponga a derecho; aquí, en el Perú," dice Luis Guerrero, parlamentario de Perú Ahora. Sin embargo hasta el cierre no había sido retirado del cargo. César Almeyda sólo fue removido ante la presión de los medios y los partidos.

Otro de los problemas del mandatario ha sido su poca comunicación con los medios y su ineficaz acercamiento a la opinión pública. Para el decano del Colegio de Periodistas, Oscar Vargas Romero "ese cierre genera desconfianza. Si no lo hablan es porque hay algo mal ahí; es porque no quieren que la gente se entere. Así piensa la gente. Y Toledo no lo entiende".

Eso quedó demostrado en el mensaje presidencial del domingo, que Toledo tuvo que improvisar ante la presión de los políticos. El Presidente, hablando a media noche, decepcionó al no decir nada nuevo. "Era la oportunidad de hacer un 'mea culpa', convocar un gabinete multipartidario y buscar el consenso. Sin embargo, esta oportunidad se perdió", dijo Víctor García Belaúnde, del partido Acción Popular.

Para algunos la salida sería un gabinete de 'ancha base', conformado por independientes con una perspectiva técnica y no política. Pero la 'ancha base' no es tan ancha. Como dijo Jorge del Castillo, secretario del partido Apra, esa agrupación no ha sido invitada a las conversaciones con Toledo. El ex ministro aprista Mario Barturen, en entrevista con SEMANA, dijo que "Toledo tiene que tomar decisiones enérgicas. Es necesario que declare un estado de emergencia para atender prioridades dejadas de lado en estos dos años y medio". Barturen también afirma que, de no reaccionar pronto, el cambio va a ser inservible y la inestabilidad persistirá hasta terminar con la salida del Presidente.

Pero la indefinición ha llevado a que se barajen posibilidades extremas, desde declarar la vacancia y delegar el poder al segundo vicepresidente hasta 2006, hasta el adelanto de las elecciones para octubre, con el líder del Congreso Henry Pease como presidente provisional. Al cierre de esta edición, y en medio de la incertidumbre, un parlamentario opositor habría presentado en sesión privada un proyecto de adelanto de elecciones.

Por lo pronto, las esperanzas de una salida menos traumática están en el gabinete de 'ancha base', pero aún no se conoce la actitud de Toledo. Entre tanto los peruanos seguían en la incertidumbre ante una situación que, con el paso de los días, no hace más que complicarse.