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| Foto: Juan Carlos Sierra

SALUD

Las conexiones de la vida de Alejandro Gaviria

En una profunda entrevista sobre la enfermedad y la muerte, el ministro de Salud contó que el medicamento con el que hoy trata su linfoma fue objeto de su política de reducción de costos en el pasado.

4 de julio de 2017

Alejandro Gaviria comenzó su trabajo en la cartera de Salud con una de las causas más díficiles de ese mundo: regular el precio de los medicamentos. Para esa misión, el ministro se enfrentó al poderoso sector de las farmacéuticas que tratan ese tema con prevención y recelo. Por eso, llamó la atención una revelación que el alto funcionario hizo a la periodista María Isabel Rueda en una conmovedora entrevista publicada el lunes en el diario El Tiempo. En esta, él asegura que la enfermedad le puso de presente algunas "conexiones no místicas, pero sí interesantes de la vida". 

Gaviria fue diagnosticado recientemente con linfoma no Hodking, una enfermedad que tiene como tratamiento clave el Rituximab. Paradojicamente, este medicamento tuvo que bajar su precio por cuenta de esas políticas del Gobierno que él impulsó contra viento y marea. 

Según relató el ministro se trata de "un medicamento biotecnológico. Fue uno de los primeros a los que le redujimos el precio años atrás, mucho antes de mi diagnóstico". El alto funcionario agregó que cuando lideró esa causa, pensaba en esas "preocupaciones, que eran preocupaciones más generales, sobre el linfoma no Hodgkin o sobre el precio de los medicamentos contra el cáncer," y que con su diagnostico "de alguna manera ahora las personifico".

El ministro cuenta que del cáncer ha sido siempre una de sus preocupaciones principales. Por  ese interés promovió muchos de los temas que han levantado ampolla en el país como la vacunación contra el virus del papiloma humano, "a pesar de muchas críticas" y la recomendación que hizo al Consejo Nacional de Estupefacientes para que suspendiera la fumigación con glifosato. "¿Sabe qué tipo de cáncer es el que está asociado con el glifosato? El linfoma no Hodgkin, el que yo tengo", le contó a María Isabel Rueda. 

La reducción del costo de los medicamentos respondió a una preocupación de Gaviria como economista. Según explicó en su momento, la mayor amenaza fiscal al sistema de salud tiene que ver con los millonarios recobros que hacen las EPS al sistema de salud por medicamentos que no estaban incluido en el plan de salud de los pacientes. La mezcla de la negación de las necesidades de los pacientes y las tutelas que estos tienen que interponer para lograrlos generan al sistema deudas por más de 5 billones.

Gaviria tomó el toro por los cuernos y en el Plan de Desarrollo del segundo mandato de Santos incluyó una política que le permitió al Gobierno intervenir en el precio de los medicamentos. La Corte Constitucional la avaló y se crearon unos procedimientos para valorar cada uno de los productos que entraban nuevos al mercado. Uno de ellos es el Rituximab, la droga que posiblemente sea fundamental para la recuperación del ministro. 

"Me da miedo que mis hijos no puedan crecer conmigo"

En la entrevista, Gaviria habló con sinceridad de lo que ha significado su diagnostico. "He tenido momentos de tranquilidad, pero también de tristeza", reconoce. Cuenta que desde que se ve como un paciente con cáncer se le ha "exacerbado el existencialismo" y ha estado en una búsqueda constante para saber "¿Cómo construir significado a pesar de nuestra finitud, de nuestro tránsito efímero por este planeta?".

El ministro relata un episodio con su hijo. El niño le dijo hace unos días “Papi, somos un punto”. A lo que él contestó que efectivamente piensa que los seres humanos son un un punto en el tiempo y en el espacio.

La periodista le preguntó si la enfermedad ha cambiado en algo su convicción sobre el ateismo. Gaviria contestó con una cita. "Tal vez lo más bonito que he leído en estos días es una reflexión que escribió la esposa de Carl Sagan días después de la muerte de su esposo. Él también era ateo. Y decía su esposa algo como lo siguiente –cito de memoria–: “Ya no nos vamos a encontrar. La muerte es para siempre. Tengo que vivir con esa certeza que me hace infinitamente triste, de que a la persona que yo más quise en la vida no la voy a volver a ver”. 

Al final citó un poema de Eugenio Montejo, un poeta venezolano, que dice en una de sus últimas estrofas, “solo trajimos el tiempo de estar vivos entre el relámpago y el viento; el tiempo en que tu cuerpo gira con el mundo, el hoy, el grito delante del milagro; la llama que arde con la vela, no la vela, la nada de donde todo se suspende, eso es lo nuestro”.