Antioquia

Alerta en Colombia: un poderoso y letal cartel mexicano anunció su llegada al país y está reclutando a mercenarios por redes sociales

El sanguinario grupo criminal de México tendría serios planes de entrar en el mercado ilegal de Colombia. Estaría reclutando mercenarios para su ejército.

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18 de octubre de 2025, 7:35 a. m.
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La crueldad de Los Caballeros Templarios en Michoacán desató una ola de grupos de autodefensa campesina. | Foto: Getty Images

La llegada del cartel mexicano Los Caballeros Templarios a Colombia ya no es una hipótesis. Es una amenaza que, según expertos y reportes regionales, podría agravar la lógica de violencia y control territorial que azota amplias zonas del país. Originario de Michoacán y heredero de la brutalidad de La Familia Michoacana, el cartel templario –forjado bajo la influencia de Servando Gómez Martínez, alias la Tuta– mantiene prácticas de control social y guerra urbana, que, de replicarse en el país, tendrían consecuencias letales.

Fuentes consultadas por este medio aseguran que grupos mexicanos ya inciden en el suroccidente colombiano y sus intenciones no se conforman con la presencia actual: se habla, con creciente preocupación, de un intento de colonización criminal hacia territorios estratégicos, como Antioquia.

En el suroccidente, analistas y autoridades locales han identificado la actividad de emisarios y estructuras vinculadas a mafias mexicanas dedicadas al narcotráfico, la extorsión y la articulación de redes logísticas transnacionales. Esas redes buscan puntos de anclaje en corredores de producción y salida de droga, comprando lealtades, tejiendo alianzas con bandas locales y aprovechando vacíos de control estatal.

 La crueldad de Los Caballeros Templarios en Michoacán desató una ola de grupos de autodefensa campesina.
Se cuestiona si Antioquia será el próximo objetivo: su geografía, sus rutas y su economía ilegal lo convierten en un territorio codiciado para expandir operaciones. | Foto: GETTY IMAGES

Ahora se cuestiona si Antioquia será el próximo objetivo: su geografía, sus rutas y su economía ilegal lo convierten en un territorio codiciado para expandir operaciones que requieren dominación territorial y capacidad militarizada. Quienes siguen el fenómeno advierten que, si se materializa esa colonización, la violencia y las tácticas ya vistas en Michoacán –minas, drones, choques abiertos entre carteles– podrían replicarse con rapidez.

Esa posibilidad encuentra un eco inquietante en las palabras de un colombiano que combate en el exterior y que, sin proponérselo, dejó entrever vías de reclutamiento transnacional. El domingo 12 de octubre, desde las calles de Ucrania, Isac Escorcia –un mercenario que abandonó trabajo y familia para enrolarse en la guerra contra Rusia– hizo una transmisión en vivo por Facebook que prendió alarmas.

Con más de 36.000 seguidores, Escorcia lanzó una advertencia contra las ofertas que atraen a exmilitares colombianos hacia la línea cero: “Te llevan con mentiras, es mentira que te pagan. Y, si te quieres volar, te agarran, te mandan preso y después pa la línea cero”, dijo mientras caminaba hacia un hotel que funciona como casa de paso para combatientes.

En el live contó su trayectoria: del Ejército colombiano a la seguridad privada en Medellín, pasando por La Guajira. “Yo dejé mi trabajo tirado, me ganaba tres millones y algo mensual… Y, sinceramente, me fui de Colombia por falsas promesas”. Admitió su desesperación por salir de Ucrania: “Estoy buscando pasajes pa irme de acá, estamos buscando plata pa irnos de acá”.

La llegada de grupos foráneos –cuando se consolida– suele venir acompañada de violencia simbólica y pública, como los rituales y advertencias que dejó la violencia de Michoacán hace casi dos décadas. | Foto: GETTY IMAGES

Entre los comentarios de seguidores, que le sugerían volver a Colombia o probar suerte en México, Escorcia rechazó la opción mexicana por peligrosidad, pero dejó caer una frase que no pasó desapercibida: “Escribe al interno, me interesa esa vacante… Y, si el otro año ya forman Los Templarios en Colombia, nos vamos”.

Esa mención es grave porque no aludía a una pandilla menor, sino a un cartel con arraigo y métodos expresos de imposición territorial. Los Caballeros Templarios surgieron en 2011 como una reconfiguración de grupos de La Familia Michoacana, y su líder histórico, la Tuta, fue detenido en 2015 y extraditado a Estados Unidos el 12 de agosto de 2025. Aun así, el cartograma de violencia asociado a su actuar persiste: disputa territorial con el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), utilización de minas antipersonales, ataques con drones y métodos de terror ritualizados que han marcado a Michoacán durante años.

Reportes de prensa y análisis regionales apuntan a que esas tácticas –documentadas en crónicas, como la de Manu Ureste en Milenio de junio de 2025, que describe cómo templarios y jaliscos riegan de minas partes de Michoacán– se parecen a las usadas por disidencias y bandas en Colombia, como las de las Farc y el ELN. Esa convergencia de prácticas hace temer que la entrada de carteles mexicanos traiga consigo una escalada técnica y letal en el modo de operar de las organizaciones armadas en el país.

La advertencia no es nueva para los organismos nacionales: la Defensoría del Pueblo, en la Alerta Temprana 012 del 26 de agosto de 2025, identificó la presencia de mafias mexicanas en Cali –mencionando al cartel de Sinaloa y al CJNG– y advirtió sobre emisarios europeos que, desde Ecuador, han facilitado el fortalecimiento del crimen transnacional en las zonas productoras de coca del sur. Esos informes sugieren que el fenómeno no es episódico, sino parte de una reconfiguración del crimen organizado transfronterizo que busca nuevas plazas en América Latina.

Secuestro, arma fuego, martillo
Fuentes militares reconocen el intercambio de información con otras agencias del Estado, pero admitieron que aún no existe una documentación pública y concluyente sobre alianzas concretas. | Foto: Adobe Stock

SEMANA consultó a fuentes militares que reconocieron el intercambio de información con otras agencias del Estado, pero admitieron que aún no existe una documentación pública y concluyente sobre alianzas concretas que permitan medir la magnitud de la penetración mexicana. Lo que sí coincide es la historia: la llegada de grupos foráneos –cuando se consolida– suele venir acompañada de violencia simbólica y pública, como los rituales y advertencias que dejó la violencia de Michoacán hace casi dos décadas.

Esa violencia ritual quedó registrada en episodios que marcaron el método de imposición. El 7 de septiembre de 2006, miembros de La Familia Michoacana dejaron cinco cráneos humanos cubiertos con una manta en la pista de baile de un club nocturno en Uruapán, con un mensaje que pretendía justificar y legitimar su violencia: “La familia no mata por paga. No mata mujeres, no mata inocentes. Solo muere quien debe morir. Sépanlo toda la gente, esto es justicia divina”. Esa estampa macabra es el espejo de lo que puede ocurrir cuando mafias con recursos y experiencia intentan imponer control territorial en contextos de debilitamiento estatal.