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| Foto: Montaje SEMANA

Justicia

Juliana y Sofía, las hermanitas que vivían en condiciones infrahumanas en Soacha

La Corte Constitucional sentenció que los padres biológicos de dos niñas –de 8 y 4 años– son peligrosos para estas. La Justicia les revocó la patria potestad y ordenó que no se les permita visitarlas. Las menores ahora crecen con una madre adoptiva.

23 de julio de 2019

Juliana tenía 6 años y su hermanita, Sofía, 3. Las niñas malvivían en Soacha, en un apartamento de una sola habitación entre desperdicios, ratas e insectos. Tenían apenas un televisor y un colchón sucio donde dormían con su madre –de 30 años– y el compañero de esta, Raúl, de 59, y quien trabajaba como taxista en las noches. A esa pocilga llegó en varias oportunidades el ICBF, en abril de 2017, y se encontró con que las niñas estaba encerradas, con hambre y llorando. Los padres de las niñas, los responsables de estas, nunca estaban.

Ante la imposibilidad de contactar a los padres de las menores finalmente una defensora de familia y una funcionaria del ICBF decidieron llevarse a las niñas “una vez en el lugar, yo realicé el traslado de las niñas al centro zonal, debido a que las encontré en un estado deplorable, el apartamento de un primer piso estaba lleno de basura, roedores y moscas, una de las niñas, Juliana, se encontraba en el apartamento del frente en donde una vecina les proveía la alimentación. Las condiciones de aseo eran nulas tanto del lugar del domicilio como de las niñas, ninguna de las dos, a pesar de su edad estaban estudiando, usaban pañal, el apartamento no tenía baño ni cocina, dormían en colchones sucios y en una sola habitación los cuatro habitantes”, dice la minuta del rescate con el testimonio de la funcionaria del ICBF.

Desde ese día Juliana y Sofía quedaron bajo protección del instituto y se empezó a indagar sobre su situación a fin de determinar la posibilidad de revocar la patria potestad contra los padres biológicos e ingresarlas al proceso de adopción. La primera fase del proceso no tuvo ninguna objeción. Martha y Raúl –los padres– no se hicieron presentes al cabo de casi un año de llamados de las autoridades.

El apartamento estaba lleno de basura, roedores y moscas. Una de las niñas, Juliana, se encontraba en el apartamento del frente en donde una vecina les proveía la alimentación.

Varios vecinos fueron interrogados y estos testificaron que “las niñas nos pedían agua a los vecinos y se escuchaban pedir gritos de ayuda”. Una de las vecinas aportó este testimonio: en una oportunidad escuchó a la niña Juliana pedir gritos de auxilio, y decía ‘me duele, me duele, ya no más, no más por favor’. En ese momento la niña se encontraba con el señor (Raúl) a solas. Fui a pedir ayuda al vigilante y él se acercó y tocó en la vivienda. El señor abrió y dijo que era que Juliana lloraba porque se había ido la mamá, sin embargo nos dio miedo llamar a la policía por las represalias que puede tomar el señor”.

Ver: El drama de los padres que no pueden ver a sus hijos

Esta misma vecina y médicos del ICBF constataron que las niñas tenían hongos en pies y manos y que presentaban trauma psicológico por las condiciones infrahumanas en que vivían dada la negligencia de sus padres. Las condiciones de las menores y los relatos de los vecinos indicaban lo mismo: Juliana y Sofía apenas sobrevivían en medio de un total abandono.

Los impactantes testimonios

Finalmente, pasado cerca de un año, aparecieron los padres de las menores. Admitieron que la habían “embarrado” y se dieron golpes de pecho. Martha aseguró que estaba arrepentida y que no quería perder a sus hijas que era lo único que tenía en la vida. “Nosotros la embarramos muy feo, más que todo yo… Para mí esto es muy duro, porque yo de un tiempo para acá he estado muy enferma, le he pedido perdón a Dios, porque yo sé que la embarré y quisiera de todas maneras pedirle perdón a las niñas por todo lo que pasó, la verdad quisiera otra vez tenerlas conmigo”, dijo Martha ante las autoridades de familia.

En igual sentido Raúl –quien ni siquiera tenía registradas a las niñas como sus hijas– aseguró: "La culpa fue mía. Pero no estoy de acuerdo (con su adopción) porque merezco una segunda oportunidad y mi familia. Hemos estado en las buenas y ellas merecen una segunda oportunidad. Reconozco todo el error que cometí, pero yo los voy a subsanar y los estoy subsanando: ya les he conseguido colegio a las niñas y ropita, ya se las he comprado. Muchas familias hemos caído en desgracia y así como tenemos caídas también tenemos paradas”.

Tanto Martha como Raúl se opusieron a que las niñas fueran dadas en adopción, y en medio del pleito lograron que el juzgado de familia de Soacha ordenara al ICBF permitirles visitar a las pequeñas a pesar de que estas no lo deseaban. Entre tanto la madre sustituta y el instituto decidieron dar la batalla y proteger a las menores de sus propios padres.

Quizá el testimonio más impactante es de las propias niñas. A través de entrevistas realizadas con psicólogos y otros expertos se logró obtener las versiones de las menores. Las niñas confirmaron que vivían rodeadas de moscas, sucias y con hambre. Su madre no les daba de comer, pero la vecina sí, dijeron.

"Llegamos todas sucias y llenas de piojos, mi tía (la madres sustituta) sí nos ha llevado al médico, ahora sí estoy bonita”: Juliana

Juliana, la mayor, aseguró: “Yo no quiero a mis papás, no quiero vivir con ellos, yo quiero estar acá, porque acá me quieren, me bañan, me dan comida, salimos a comer helado, vamos a fiestas, me dan comida, en las fiestas me dan pastel. No los quiero volver a ver, quiero estar con mi tía (madre sustituta). No quiero estar con ellos porque ellos no me dan comida, no me bañan, ni me llevan al parque, con ellos estaba llena de piojos y mi hermana Sofía también”. Cuántas veces fuiste al médico, le preguntaron a la niña y su respuesta fue: "No, mis papás nunca me llevaron al médico”. ¿El día en que vinimos acá recuerdas? “Si, llegamos todas sucias, empijamadas y llenas de piojos, mi tía sí nos ha llevado al médico, ahora sí estoy bonita”.

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Por las respuestas de las niñas se estableció que estas no tenían el menor apego ni arraigo a sus padres biológicos y que, por el contrario, referían su vida antes de estar al cuidado de una madre sustituta como una pasado traumático y pavoroso. Juliana y Sofía ni siquiera sabían cómo se llamaban sus padres biológicos. A pesar de todas las evidencias los padres insistieron en que querían recobrar a las niñas. Estas ya habían sido adoptadas por una madre sustituta.

Así, el caso llegó hasta la Corte Constitucional. Martha y Raúl alegaron que se les debía cuando menos permitir visitar periódicamente a sus niñas, tal como lo había ordenado el juzgado de familia de Soacha, en decisión revocada por el tribunal posteriormente.
Argumentaron que el vínculo de consanguineidad no se podía romper y que en su momento no pudieron tener una defensa técnica adecuada por falta de recursos económicos por lo que no pudieron oponerse al proceso de restablecimiento de derechos de las niñas, además aseguraron que desde un comienzo la defensora de Familia y la psicóloga del ICBF tuvieron una actitud hostil hacía ellos y “acomodaron” los hechos con injurias y calumnias.

El ICBF, por su parte, argumentó que los padres biológicos siempre tuvieron una actitud de desdén por las menores y que cuando se indagó por la familia extensa de las niñas entraron en contacto con un tío de las niñas “un hermano de la progenitora quien efectivamente presentó documentación y se mostró interesado en el proceso”, no obstante “días después asiste nuevamente solicitando retirar su documentación debido a amenazas de los progenitores, quienes le refieren que si las recupera se las deberá entregar nuevamente a ellos”.

Finalmente tras escuchar a los implicados y conceptos de múltiples expertos, la Corte Constitucional decidió que las niñas debían continuar bajo la protección de su madre sustituta y que el contacto con sus padres biológicos puede ser traumático “incluso puede ser cruel y desestabilizar sus emociones, con mayor razón si explícitamente ellas no han exteriorizado el interés en desarrollar tan vínculo”. La magistrada Gloria Stella Ortiz Delgado y los magistrados Antonio José Lizarazo Ocampo y Alejandro Linares decidieron dejar sin efectos la determinación que concedió a los progenitores biológicos  de Juliana y Sofía la posibilidad de visitarlas.