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Para los autores del estudio, es evidente que el desencanto con la democracia está ligado a la polarización. | Foto: Alejandro Acosta

ESTUDIO

Los colombianos están poco satisfechos con su democracia

El Barómetro de las Américas concluye que los colombianos están poco satisfechos con la democracia. Aunque ha aumentado la confianza en el presidente, siguen decepcionados porque perciben más corrupción.

13 de abril de 2019

Una vez conocido que las negociaciones de paz con las Farc podrían tener futuro, las preocupaciones sobre la economía del país le tomaron ventaja a aquellas derivadas del conflicto armado. En 2011 y 2012 ambos temas pesaron por igual ante la opinión pública. Pero desde ese año, los asuntos económicos se convirtieron en prioridad. En 2013, el estrés colectivo derivado de aspectos como el desempleo, el costo de la canasta familiar y los salarios, duplicó (32,7 por ciento) a la percepción de la guerra como principal problema del país (18,3). El conflicto armado solo volvió a aparecer en el primer puesto en 2016, cuando tuvo lugar el plebiscito. Hoy en día, los colombianos en su diario vivir ven la economía como el principal problema, seguida de la corrupción y el conflicto. En cuarto lugar aparece el tema de la seguridad ciudadana.

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Así queda en evidencia en la encuesta Barómetro de las Américas, realizada, con 1.663 personas en el país, por el Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes entre septiembre y diciembre de 2018. Se trata de una de las encuestas más grandes realizadas, que asimismo permite comparar las percepciones de los colombianos con las que tienen otros países de América.

La buena noticia es que cada vez menos colombianos estarían dispuestos a pagar un soborno.

Además de concluir que la economía es el principal motivo de inquietud, la medición encontró que las preocupaciones por la corrupción crecen cada vez más. Ha tenido un profundo impacto sobre la opinión la magnitud de escándalos como el carrusel de la contratación, el cartel de la toga, Odebrecht y la multiplicación de carteles como el de la hemofilia, el de los cuadernos, y el de los alimentos escolares. “Desde que salieron a la luz los hechos corruptos de la alcaldía de Samuel Moreno, la angustia por la corrupción se instaló en la cabeza de los colombianos”, asegura el profesor Juan Carlos Rodríguez-Raga, codirector del Observatorio de la Democracia. Así, entre 2004 (cuando comenzaron a hacer el sondeo en Colombia) y 2010, el tema de la corrupción no superó el 5 por ciento. Pero en 2018 se cuadruplicó y llegó al 19 por ciento.

El aumento de la percepción sobre la gravedad del fenómeno está asociada a otras realidades. La buena noticia es que cada vez menos colombianos estarían dispuestos a pagar un soborno. En 2016, una de cada cinco personas creía que a veces se justificaba pagar una coima a cambio de un beneficio, como una gestión estatal o evadir una multa, por ejemplo. Pero en 2018 esta cifra se redujo a la mitad. Hoy solo una de cada diez personas estaría dispuesta a hacerlo.

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Desde una perspectiva comparada, Colombia aparece entre los tres primeros países de América que creen que el problema de la corrupción es muy grave. Solo la preceden Perú y Brasil. Los habitantes de países con poca confianza en la administración pública, como Venezuela, Argentina o Nicaragua, se preocupan menos por la corrupción.

Esa alta percepción de corrupción se relaciona, probablemente, con una pérdida de confianza en la democracia como régimen político y con una caída en los niveles de satisfacción sobre la manera en que esta funciona en Colombia. Casi el 60 por ciento de los colombianos cree que la democracia es la mejor forma de gobierno. Aunque esa cifra fue más baja en 2016 (53,3 por ciento), por cuenta de la polarización asociada a la firma de la paz y el plebiscito, hace diez años la confianza era mucho más alta (72 por ciento). En el mismo periodo, la sensación de que la democracia en Colombia funciona bien se fue a pique. En 2008 era del 56,6 por ciento, y ahora es de 29 por ciento.

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Para Rodríguez-Raga, ese desencanto tiene que ver también con el comienzo en 2013 “de una polarización entre élites que mandan a la ciudadanía señales radicales y de confrontación”. En otras palabras, la dureza de los enfrentamientos políticos y la radicalización de las posturas han afectado la confianza en que la democracia sirve para generar consensos. Entre 30 países de América, Colombia ocupa el lugar 12 entre los que creen que la democracia es la mejor forma de gobierno. Sin embargo, ocupa el puesto 24 en los niveles de satisfacción con su funcionamiento en cada país. Solo el 30 por ciento cree que la democracia funciona de manera adecuada, en contraste con países como Canadá, en donde esta cifra llega casi al 80 por ciento.

Foto: FICHA TÉCNICA Encuestadora: Observatorio de la Democracia - Ipsos  Universo:Todos los adultos (personas en edad de votar) no institucionalizados, residentes en el territorio colombiano   Diseño de la muestra: El tamaño total de la muestra es de 1663 encuestados. La unidad de observación son las personas mayores de 18 años pertenecientes al universo en estudio. La selección de la muestra es probabilística, multietápica y estratificada. Se usan las siguientes variables de estratificación Regiones: Bogotá, Caribe, Central, Oriental, Pacífica y Amazonía-Orinoquía.  Área de residencia: Urbana y rural  Tamaño del municipio: Pequeño (menos de 25.000 habitantes), Mediano (Entre 25.000 y 100.000 habitantes) y Grande (Más de100.000) habitantes)// La selección de las unidades muestrales sigue las siguientes etapas: Etapa 1. Selección de las unidades primarias de muestreo, típicamente municipios, aunque en las cuatro grandes ciudades se dividen en grandes zonas. Selección se realiza mediante muestreo aleatorio.Etapa 2. Selección de los sectores cartográficos mediante selección aleatoria proporcional al tamaño.Etapa 3. Selección de las secciones mediante selección aleatoria.Etapa 4. Selección de las manzanas mediante selección aleatoria. Se realiza un máximo de seis (6) entrevistas en cada manzana o vereda (cluster cartográfico), donde para cada unidad primaria de muestreo se seleccionan cuatro puntos muestrales para completar 24 entrevistas. Las grandes ciudades se dividen en grandes zonas que operan como unidades primarias de muestreo, así: Bogotá (11), Medellín (4), Cali (3), Barranquilla (2). Margen de error: 2,5% Técnica de recolección:Cara a cara Fecha de realización. Inicio: 10 de septiembre de 2018 - Fin: 27 de diciembre de 2018.

La percepción de la corrupción como el principal problema de Colombia es mayor entre hombres (22,7 por ciento) que mujeres (15,4 por ciento). Así mismo, crece a medida que sube el nivel de escolaridad. Mientras así lo cree un tercio de las personas que tienen educación superior, entre quienes solo cuentan con la básica esta cifra no alcanza el 10 por ciento. Y en Bogotá la corrupción importa más que en otras ciudades.

En términos de confianza institucional, en los dos últimos años, la confianza en la figura del presidente se duplicó al pasar del 27,7 al 44,2 por ciento. No obstante, siguieron muy bajos y constantes los niveles de confianza en el Congreso (24,6 por ciento) y en la justicia (30 por ciento).

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Finalmente, en términos de seguridad ciudadana, el otro problema que preocupa a los colombianos, sorprende que este país se encuentre en el sexto lugar en América Latina en el ranking hecho a partir de la pregunta ¿qué tan vulnerable o inseguro se siente en su barrio? La mitad de los colombianos se sienten inseguros o muy inseguros, mientras que en el Salvador esta percepción alcanza el 37 por ciento y en Nicaragua el 25 por ciento.

Foto:  Para los autores del estudio, es evidente que el desencanto con la democracia está ligado a la polarización

Colombia es el séptimo país de América que cree que los políticos son corruptos, por debajo de Venezuela, México y Brasil, y por encima de El Salvador, Honduras y Nicaragua.

En términos generales, la preocupación sobre la corrupción es buena. Peor sería que después de tantos escándalos los ciudadanos no la vieran como un asunto de enorme gravedad. Sin embargo, inquieta que a medida que crece la percepción de que los corruptos van en aumento, se intensifica el desencanto con la democracia. Y lo peor: “Contextos tan marcados por el desencanto son proclives al populismo. Esa es una de las preocupaciones que deja esta encuesta”, concluye Rodríguez-Raga.