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El Ñeñe general

Mucho antes de que estallara el escándalo político del Ñeñe Hernández, la contrainteligencia militar sabía de sus actividades por cuenta de una investigación contra un general que resultó siendo su socio. Esta es la historia.

17 de mayo de 2020

El nombre de José Guillermo Hernández es relativamente desconocido para la mayoría de los colombianos. Sin embargo, posiblemente muchos lo identifican más fácil por el sobrenombre con el que era conocido: el Ñeñe. Ese apodo cobró popularidad y ocupó los principales titulares de los medios en marzo de este año por cuenta del escándalo político que se desató en el país cuando se conocieron unas grabaciones en las que este hombre hablaba con diferentes personas sobre su participación y papel en La Guajira durante la campaña presidencial de 2018 del entonces candidato Iván Duque.

El Ñeñe fue asesinado el 2 de mayo de 2019 en Brasil en un aparente robo. Un mes después de su muerte, la Fiscalía anunció que le había incautado más de 1,2 billones de pesos a la estructura criminal del señalado narcotraficante y paramilitar Marcos Figueroa, alias Marquitos. El Ñeñe apareció en un organigrama como parte de su brazo financiero. En algunos círculos había logrado cierta popularidad por ser el esposo de María Mónica Urbina, la primera señorita Colombia que tuvo La Guajira.

En 2015, la justicia abrió una investigación en su contra por el asesinato de Óscar Eduardo Rodríguez Pomar, hijo de Carlos Rodríguez, dueño de la sastrería GQ, de Barranquilla, y prestamista reconocido. Una de las hipótesis de las autoridades es que en ese crimen estuvo vinculado el Ñeñe Hernández, por no pagar una deuda pendiente de más de 1.000 millones de pesos con Carlos Rodríguez.

Si bien el Ñeñe era un oscuro personaje, cuyo nombre apenas empezó a retumbar con fuerza hace pocos meses, la realidad es que sus andanzas eran bien conocidas desde hace varios años por la contrainteligencia del Ejército. La razón era muy simple. El Ñeñe entró en los radares de los militares por cuenta de una investigación que se adelantó contra un general que estaba de comandante en el norte del país. Fue una de las primeras misiones de la llamada operación Bastón, reveladas en exclusiva por SEMANA .

Las pesquisas iniciales señalaban que ese general, cuyo nombre SEMANA se abstiene por ahora de revelar para no entorpecer las investigaciones, desviaba recursos del Ejército para ponerlos a disposición de ganaderos, muchos de ellos con pasado muy cuestionables. Uno de ellos era el Ñeñe.

Después de meses de trabajo en terreno, decenas de horas de entrevistas con testigos y cruces financieros, los investigadores descubrieron que ese general había logrado establecer una relación que iba más allá de la amistad con el Ñeñe y otros de sus socios. Descubrieron, entre otras cosas, que al oficial le habían regalado 300 reses, las cuales tenía engordando en fincas del Ñeñe y sus amigos. Parte de ese ganado era de contrabando y había ingresado ilegalmente desde Venezuela gracias a que el general ordenaba movimientos de tropas para que los camiones con los animales llegaran hasta Colombia sin contratiempos.

Las labores de contrainteligencia también comprobaron que ese general estaba involucrado en fuga de información, la cual entregaba a sus amigos “ganaderos” y en otros casos a políticos con los que se reunía en restaurantes de Bucaramanga. Algunos de esos encuentros quedaron grabados en video.

Ese oficial fue alertado por uno de sus jefes de que estaba en la mira de la contrainteligencia y que existía un amplio dosier con pruebas, el cual también fue entregado a la Fiscalía por los militares. Previendo un escándalo solicitó el retiro del Ejército hace tres años argumentando que no estaba de acuerdo con el rumbo que había tomado esa institución. Tras su salida se dedicó a asesorías de campañas políticas en temas de seguridad durante un tiempo.

  • Las ovejas negras
  • Pero cuando el Ñeñe fue asesinado a los pocos días vendió a precios muy favorables todo el ganado que tenía en compañía con ese personaje. Lo habían alertado de que pocas semanas después, la Fiscalía haría una gigantesca operación de extinción de los bienes y podía perder su ganado y, de paso, terminar involucrado en un proceso penal. Aunque salvó varios millones del ganado que le regaló el Ñeñe, su nombre está en uno de los expedientes del ente investigador.