Home

Nación

Artículo

EL TIRO POR LA CULATA

Cuatro congresistas que cuestionan millonario contrato de fusiles, terminaron a su vez cuestionados. ¿Cuál es la verdad en este caso?

26 de septiembre de 1994

EL PASADO 6 DE AGOSTO, EL representante a la Cámara Guillermo Martínezguerra realizó una fiesta en su casa para celebrar el cumpleaños de su hija Marcia, jefe de prensa de la Alcaldía de Bogotá. Invitó a varios de sus compañeros de curul, entre ellos Carlos Alonso Lucio, Ingrid Betancur y María Paulina Espinosa. En mitad de la fiesta, los cuatro congresistas descubrieron que tenían un tema en común: el contrato por 87 millones de dólares (70.000 millones de pesos) entre el Ministerio de Defensa y la firma israelí Isrex para la producción de 105.000 fusiles Galil en Colombia, durante cinco años y un convenio de transferencia de tecnología.

Cada uno de los parlamentarios parecía tener razones para conocer de compra y venta de armas. Carlos Alonso Lucio, por su antigua militancia en el M-19. Ingrid Betancur, por estar relacionada afectivamente con Germán Leongómez, proveedor de equipos de comunicación del Ministerio de Defensa y miembro de la junta directiva de la Fundación Gustavo Matamoros. María Paulina Espinosa, por sus antiguos vínculos con Byron López -gerente y máximo accionista de Helitaxi, empresa que ha realizado varios negocios con las fuerzas militares. Y por último, Guillermo Martínezguerra, oficial retirado de la FAC y representante en el Congreso de las reservas de las Fuerzas Armadas, era quien más debía conocer el negocio de las armas.

Cuando la reunión terminó, varias cosas quedaron en claro: que los cuatro parlamentarios eran fuertes opositores del multimillonario contrato; que todos estaban dispuestos a unir sus fuerzas para que el negocio no se hiciera realidad; y que a partir de ese momento se llamarían los 'Cuatro Mosqueteros'. Veinte días después el grupo convocó a una rueda de prensa para denunciar lo que ellos consideraban "un acto criminal contra los colombianos".


'MADE IN COLOMBIA'

Pero, ¿cuáles son en realidad los términos del contrato y cuáles las razones que llevaron al Ministerio de Defensa a firmarlo? La historia resulta ser menos complicada de lo que parece. Uno de los principales propósitos del gobierno de César Gaviria fue fortalecer las Fuerzas Armadas mediante la compra de armamento. Las recién creadas Brigadas Móviles y los nuevos batallones necesitan aproximadamente unas 20.000 nuevas armas por año. Armas que venían siendo adquiridas al gobierno de Israel -en el caso de los fusiles Galil, utilizados por el Ejército y la Policía- y a una firma portuguesa que tenía la franquicia de la casa Heckler & Koch, fabricante de los G-3.

Con base en esas proyecciones, el Ministerio de Defensa consideró que no sólo era necesario, sino urgente asegurar el suministro de armas para las fuerzas militares y policiales del país. Sin embargo en él interior de esa dependencia surgió la idea de que ese suministro no tenía que realizarse necesariamente por medio de la compra a países exportadores, sino que podría considerarse también la fabricación de armamento a nivel nacional y sólo para el consumo interno. Algo similar a lo que funciona desde hace varios años en otros países de Suramérica, como Argentina, Brasil y Venezuela.

Después de mucho analizarlo, el Ministerio optó por darle vía libre a la producción nacional de los 105.000 fusiles. En marzo de este año, el Ministerio conformó un comité evaluador que sería el encargado de adjudicar el contrato y de evaluar el tipo de fusil que necesitaban las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, encargó a la Industria Militar Colombiana (Indumil) la producción de algunas de las piezas de esas armas. Nació así el proyecto de instalación en Colombia de una fábrica de fusiles Galil calibre 5.56.


COMIENZA EL DEBATE

La primera pregunta que se hicieron los colombianos fue si realmente era necesario que el país invirtiera miles de millones de pesos en el montaje de una fábrica de armamentos, en lugar de seguir con el mecanismo de compra. Para los 'Cuatro Mosqueteros', el país no debía embarcarse en semejante proyecto, que incluso han llegado a calificar como un segundo Guavio. "¿Por qué convertIr a Colombia en una Nación armamentista?", dijeron a SEMANA. Ni los propIos israelíes están utilizando los fusiles que nos quieren vender".

Pero funcionarios del Ministerio de Defensa tienen sus propios argumentos. La fabricación de las aranas, según ellos, tiene entre otras ventajas la de garantizar la autonomía del país en materia de seguridad. El reciente veto que debió soportar Colombia por parte de los fabricantes alemanes del fusil G-3, que suspendieron la venta de repuestos con el argumento de la presunta violación de derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas, puso al descubierto la necesidad que tiene el país de autoabastecerse logísticamente.

Otro argumento a favor es que siempre resulta más barato producir que comprar. La mano de obra en los países exportadores es mucho más costosa que en Colombia. Además, con la fabricación interna se elimina la intervención de los comisionistas que terminan por encarecer sustancialmente el producto. De hecho, los defensores de la producción de los 105.000 fusiles 'made in Colombia' sostienen que el país se ahorrará con este proyecto cerca de 22 millones de dólares.


EL CONTRATO

El 14 de abril, el entonces ministro de Defensa, Rafael Pardo, presidió en su despacho una reunión con los jefes del Estado Mayor Conjunto en la que se habló, entre otros temas, sobre la posibilidad de celebrar un contrato con la firma israelí, Isrex, para la producción nacional de los fusiles Galil. Esta compañía, sin embargo, no era la única interesada en participar en el negocio. Fue así como el Ministerio de Defensa decidió abrir la baraja de licitantes.

Inicialmente se presentaron tres propuestas: La Colt Manufacturing Company Inc., -que produce el M-16AZ- de Estados Unidos, la Herstal de Bélgica -con el FNC- y la Isrex de Israel con el Galil. Poco tiempo después llegó la solicitud de la Gia Vecteur Industries, de Francia, productora del Famas. Indumil inició las pruebas técnicas de cada uno de los cuatro fusiles. Estas pruebas, que se realizaron del primero de julio al 25 de agosto, corresponden a las normas establecidas por la OTAN. A ellas asistieron los representantes de las cuatro firmas.

De las 16 pruebas, el Galil ocupó el primer lugar en 10. (Ver recuadro). El estudio técnico concluyó que "todos los fusiles que presentan los proponentes reunen las condiciones mínimas necesarias para ser empleadas como armas de dotación en las fuerzas militares y la Policía Nacional". Y agregó que cualquiera de ellas podía ser seleccionada para la adjudicación.

Debido a este empate, que se podría llamar técnico, el comité calificador determinó que la decisión final se tomaría teniendo en cuenta la mejor oferta económica. De todas, la firma israelí fue la que presentó la más barata. Por eso la compañía Isrex resultó favorecida con la adjudicación. Si este proceso de selección no fue objetado por las otras firmas licitantes, se supone que se ajustó a los parámetros fijados previamente.

El contrato con Isrex se firmó el 8 de agosto. En él se establece la transferencia de la tecnología requerida para la fabricación y ensamble del fusil Galil, calibre 5.56. La industria israelí se comprometió, además, a suministrar partes, piezas, maquinaria y herramienta requeridos para la producción de esos fusiles durante los próximos siete años. Así mismo, a garantizar la asistencia técnica para la fabricación de cada una de las partes y los modelos adicionales.

El valor del proyecto fue estimado en un poco más de 52 millones de dólares en valores nominales de 1994. El valor inicial fue de 13.994.375 dólares, cifra que el Ministerio de Defensa deberá pagar en los 30 días siguientes al perfeccionamiento del contrato.


EL EJEMPLO BRITANICO

Aunque nadie discute la validez del debate abierto por los cuatro parlamentarios, lo que está claro es que todo este episodio ha tenido un problema de presentación. El hecho de que los cuatro tengan o hayan tenido vínculos con personas que se mueven en el mundo del Ejército y de las armas, ha hecho que la denuncia pierda fuerza.

Aunque los congresistas pueden tener razón en cuanto a que sus parientes no aparecen representando a licitantes del Ministerio de Defensa, altas fuentes de este organismo le dijeron a SEMANA que allegados a por lo menos tres de los cuatro parlamentarios han pedido repetidamente citas a altos funcionarios del Ministerio para hacer lobbying en favor de proveedores internacionales de equipos. Pero de ahí a deducir que estén actuando por esos intereses es aventurado. Si bien es indudable que la vinculación existe, el hecho de que hayan utilizado como fuente de información a sus allegados no puede ser considerado objeto de descalificación.

El debate tiene tanto de largo como de ancho. Tal vez el error de los congresistas consistió en no hacer algo que es considerado obligatorio en los parlamentos británico y estadounidense: aclarar, antes de iniciar un debate sobre un negocio del Estado con los particulares, cuáles han sido o son sus intereses en el asunto. Si los 'Cuatro Mosqueteros' hubieran tenido en cuenta este principio, seguramente el debate de los fusiles Galil ocuparía hoy los grandes titulares de los periódicos y no hubiera sido desplazado por la supuesta inhabilidad moral y ética de los denunciante



VENTAJAS Y DESVENTAJAS


COLT
Ventajas: es bastante preciso y mucho más liviano que el Galil. Es resistente al agua salada. Es seguro.
Desventajas: sus piezas no son 100 por ciento intercambiables. No es muy preciso. No es confiable en casos de tiro espontáneo. Tiene demasiadas piezas de plástico. Poco resistente a las pruebas de arena, lodo y polvo.


GALIL
Ventajas: De acero, liviano pero resistente. Bajo mantenimiento. Fácil de operar. Mira nocturna. Fácil intercambiabilidad de piezas. Resistente al lodo
Desventajas: Susceptible al agua salada. Poco preciso. Cañón propenso al desgaste.


FAMAS
Ventajas: es muy preciso. Confiable en casos de tiro espontáneo. Es seguro y resistente a las pruebas de arena y lodo.
Desventajas: sus piezas no son 100 por ciento intercambiables. El sistema de mira no es óptimo. Muchas piezas plásticas.