Home

Nación

Artículo

EN TIERRA AJENA

Cada día es más urgente que Colombia y Venezuela definan sus acuerdos militares y sus fronteras terrestres.

27 de noviembre de 1995

NO ES LA PRIMERA VEZ que se produce un lío fronterizo entre Colombia y Venezuela. Y seguramente tampoco será la última. Desde hace algún tiempo las relaciones entre los dos países parecen marcadas más por la confrontación que por la integración. La semana pasada los ánimos se alteraron por la incursión a territorio colombiano de tropas venezolanas cuyos miembros serían los responsables de la muerte del campesino Julio Paternina Villalobos, ocurrida en el Cesar. Durante la incursión fueron detenidos otros cinco colombianos.
Según el ministro de Defensa de Venezuela, Moises Orozco, las tropas de su país no ingresaron a Colombia y los detenidos son cultivadores de amapola. Sin embargo, las autoridades colombianas afirman que las tropas venezolanas sí ingresaron a Colombia y que en la zona donde se produjo la incursión no hay cultivos de amapola. "Pretender encontrar una mata de amapola a 3.800 metros del nivel del mar es como buscar un frailejón en Riohacha", dijo a SEMANA uno de los miembros de la comisión verificadora que visitó la zona.
Este caso no ha sido el único que se ha presentado últimamente en la región. El 8 de octubre cuatro helicópteros venezolanos llegaron hasta las instalaciones de Inravisión en el cerro El Avión en la frontera con ese país, amenazaron al operador y destruyeron un buldózer contratado para mantener la vía. La intervención de José Jorge Dangond, miembro de la comisión binacional para asuntos fronterizos, evitó que la acción terminara en tragedia. Dangond habló por teléfono con el capitán Antonio Sánchez, jefe del operativo, quien luego de confrontar las coordenadas admitió que se encontraba en territorio colombiano y ofreció excusas antes de retirarse.
Esta serie de incidentes ha llevado a algunas autoridades colombianas a pensar que Venezuela está aplicando la llamada persecución en caliente, que permitiría la incursión de tropas conjuntas de ambos países en su lucha contra la delincuencia. Dicha modalidad había sido propuesta en marzo por el Mindefensa venezolano, luego del asesinato de ocho marinos de ese país por parte de guerrilleros colombianos en Cararabo.
Aunque inicialmente fue una medida justificada por las autoridades de ambas naciones, lo cierto es que la persecución en caliente hace parte de unos acuerdos que nunca se perfeccionaron y que por lo tanto no pueden ponerse en práctica de una manera arbitraria. Uno de los puntos que quedó sin definir era el que estipulaba que Venezuela solo podría ingresar en el país vecino en casos extremos como que en esa franja de frontera en donde se presentara un inconveniente no hubiera tropa colombiana en capacidad de actuar. El mecanismo operaría también en sentido inverso y el hecho de que haya sido contemplado en los acuerdos de los ministros de Defensa de los dos países en febrero, podría ser la justificación que Venezuela saque ahora a relucir para explicar lo sucedido.
Pero más allá de si esa interpretación venezolana de los acuerdos es válida, lo cierto es que Colombia dejó avanzar demasiado a las autoridades del vecino país. Aparte de los acuerdos de marzo, por esos días el presidente Rafael Caldera llegó a decir ante su Congreso que el derecho de defensa de sus tropas no podía detenerse en la línea fronteriza. Dicha declaración nunca fue contestada y por el contrario lo que el presidente Ernesto Samper dijo por aquellos días mientras visitaba Bruselas fue que las tropas del vecino país podían ingresar a Colombia a perseguir delincuentes "siempre y cuando lo hagan para combatir a un enemigo común". Al endurecer por primera vez su tono frente a Caracas, Samper dijo el viernes pasado algo muy distinto al asegurar que "es inaceptable la presencia no autorizada de tropas de otros países en nuestro territorio".
Pero los líos no se deben sólo a la falta de claridad de los acuerdos de marzo. También, y mucho, a la falta de definición de la línea fronteriza en regiones como la serranía de Perijá. Es urgente pues avanzar en la determinación de ambos asuntos, so pena de que cualquier día de estos en vez de incidentes las noticias hablen de confrontación.