Entrevista

“Sentí que se me iban a escurrir las lágrimas”: Juan Carlos Esguerra habla del video viral de su última clase en la Universidad Javeriana

Juan Carlos Esguerra, tras 51 años de ser profesor, dictó su última clase en la Javeriana y el video de ese adiós conmovió las redes. El exministro narra lo que vivió, habla de los jóvenes de hoy, del país y de la constituyente.

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Cristina Castro

Cristina Castro

Editora General

22 de noviembre de 2025, 6:42 a. m.
ED 2263
Juan Carlos Esguerra dictó su última clase en la Universidad Javeriana, después de 51 años de ser profesor. | Foto: GUILLERMO TORRES REINA-SEMANA

SEMANA: Esta semana fue viral su despedida de la Javeriana. ¿Cómo vivió ese momento?

Juan Carlos Esguerra: Lo que ocurrió fue para mí una sorpresa monumental. Yo les había dicho días atrás al decano y al director del Departamento de Derecho Público que consideraba llegada ya la hora de retirarme de la cátedra después de 51 años para dedicarme exclusivamente a las tareas de mi oficina profesional. Además, me parecía oportuno. Creo que esas decisiones es mejor tomarlas uno y no esperar a que provengan de los estudiantes. Ese día teníamos un debate en clase, al que nos acompañó el decano. Al salir, abrí la puerta y cuál no sería mi sorpresa.

SEMANA: ¿Qué había?

J.E.: Una calle de honor de estudiantes, antiguos estudiantes y profesores aplaudiéndome. Yo no podía creerlo. Fue un momento emocionante, profundamente conmovedor; por momentos sentí que se me iban a escurrir las lágrimas. Creo que lo que viví es lo más lindo que le puede pasar a un profesor. Imposible algo más expresivo, más especial, más espontáneo.

SEMANA: ¿Cuándo se dio cuenta de que había un video en las redes?

J.E.: Cuando en poco tiempo comencé a recibir mensajes de muchas personas.

Sentida despedida de sus estudiantes a Juan Carlos Esguerra. | Foto: X @FacJuridicasPUJ

SEMANA: Usted tuvo en su vida muchas posiciones: fue constituyente, ministro de Defensa y de Justicia, embajador en Estados Unidos. Y en 50 años nunca dejó de dictar clase. ¿Por qué?

J.E.: Ser profesor constituyó para mí un sueño de joven y, de principio a fin, una de las grandes satisfacciones de mi vida. La combinación de la cátedra y las actividades profesionales, muy complementarias entre sí, siempre me hizo feliz. Por eso, cada vez que me ofrecieron alguna oportunidad de servicio público, la única petición que hice fue la de poder seguir dictando clase. Mi alma mater es la Javeriana, pero también dicté clase en las facultades de Derecho de las universidades de Los Andes, el Externado, el Rosario, la Santo Tomás y la Militar, y en el Cesa.

Principalmente, de derecho constitucional, derecho administrativo, procesal administrativo y derecho económico. Mi primer nombramiento como profesor lo hizo el padre Gabriel Giraldo, en el curso de Derecho Administrativo en tercer año. Luego dicté durante varios años un curso de Derecho Constitucional Económico en el que tuve como alumna a quien un par de años después pasó a ser mi esposa, Julia Miranda. Ella fue, por decirlo así, “un descubrimiento académico”.

SEMANA: Ella es una abogada muy reconocida, directora de Parques Nacionales por más de una década y actual congresista. ¿Cómo fue esa historia de amor?

J.E.: Es una pregunta que nunca había contestado en ninguna entrevista. Pero se dio así. Me habían invitado a ser panelista en un Congreso de Abogados Javerianos en Cali. Y, en un momento dado, mientras esperaba el ascensor en el hotel, se abrió la puerta. Vi salir de él a una estudiante que me dejó impactado. Dos años después llegué a dictar un nuevo curso y me encontré con que entre los estudiantes estaba “la niña del ascensor”.

Lo siguiente que ocurrió es que, pasadas unas semanas, un día pedí un alumno voluntario que leyera y expusiera un libro formidable de Max Weber: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, y la niña del ascensor se ofreció a hacerlo. Cuando días después hizo su exposición, fue brillante, y me hizo ver que su inteligencia era tan destacada como su belleza.

SEMANA: ¿Y cómo terminaron juntos?

J.E.: Más adelante, Julia trabajó en mi oficina por unos meses. Al año siguiente comencé a buscarla, ya no en calidad de profesor, sino de interesado. Ahí comenzó lo que es hoy un matrimonio que va a cumplir 43 años.

SEMANA: También tuvo la fortuna de ser alumno de su papá, un abogado muy prominente y presidente de la Corte Suprema, y profesor de su hijo, que siguió sus pasos.

J.E.: Así es. Mi papá fue también profesor muchos años en la Javeriana y en el Rosario, y amaba la cátedra, que dictaba con enorme sapiencia, con rigor y con sentido del humor. En cuanto a ser profesor de un hijo, sin duda es algo profundamente emocionante, comprometedor y estimulante.

Juan Carlos Esguerra
Juan Carlos Esguerra. | Foto: GUILLERMO TORRES REINA-SEMANA

SEMANA: En 50 años, por su clase pasaron muchos jóvenes y muchas generaciones de abogados. Y usted formó a varios de quienes hoy ocupan altos cargos en el Estado. ¿Cómo siente que han cambiado los estudiantes?

J.E.: Me parece que había un más decidido compromiso en los de antes. Los de hoy me parecen menos dedicados, pero no quiero generalizar. Los de hoy dan la impresión de tener una menos definida vocación. Claro que los hay muy buenos, como siempre, pero con el panorama menos despejado.

SEMANA: Ahora hay una queja generalizada de los profesores y de los empleadores sobre esta nueva generación que no tolera la frustración y que no se esfuerza tanto. ¿Usted tiene la misma percepción?

J.E.: En cierta forma, sí. Y me duele decirlo. Pero siento que los jóvenes de hoy, no sé si sea la palabra, son menos centrados, parecen menos comprometidos con las cosas y los problemas de los demás, y quizás más concentrados en lo estrictamente suyo.

SEMANA: También existe la impresión de que el país está como más patas arriba que antes. Según usted, que desempeñó un papel clave en tantos momentos difíciles, ¿por qué se siente así este presente?

J.E.: Sin duda. El norte estaba más definido antes que ahora. Es una pregunta muy difícil, pero en buena medida hay un montón de cosas de fondo, de cosas de principios que antes se consideraban claramente definidos y sentados, y que hoy lo están mucho menos. Y como estamos hablando de derecho, le pongo un ejemplo. Antes todos los estudiantes sabían qué abogado querían ser; hoy su panorama es brumoso.

Eso me recuerda un momento, que fue el de la constituyente. Yo había tenido unos años atrás un alumno absolutamente dedicado y comprometido, que no solo participaba activamente en clase, como yo les pedía, sino que con frecuencia expresaba desacuerdos con conceptos, con autores, con decisiones judiciales y conmigo. Y decidí capitalizar la enseñanza que alguien me había dado de que uno debe tener críticos entre quienes lo rodean y los amigos, de modo que la exclusividad no la tengan los enemigos. Entonces, me propuse nombrarlo mi asesor en la asamblea, pero inicialmente me dijo que no podía porque estaba haciendo un posgrado en Estados Unidos. Y yo le dije: “Mire, el posgrado que yo le estoy ofreciendo tiene lugar por ahí cada 100 años, mientras el que usted está cursando se puede hacer cada año”. Al otro día aceptó y fue formidable. Años después fue presidente de la Corte Constitucional.

Juan Carlos Esguerra y todos sus estudiantes | Foto: X @FacJuridicasPUJ

SEMANA: Ya que habla de la constituyente, ¿Cómo ve la idea de Gustavo Petro de volver a este proceso?

J.E.: Ojalá fuera genuinamente un esfuerzo para volver a hacer una asamblea constituyente para mejorar la Constitución, que, no obstante ser muy buena, por supuesto puede ser mejor; pero son esfuerzos que están orientados solo a consolidar un vehículo político. En 1991 se recogieron una serie de reclamos muy válidos. Hoy no he oído una idea de reforma que valga la pena. Temo que esto termine en una cosa estrictamente política en el sentido clientelista. La veo inviable, pero sobre todo la veo inconveniente.

SEMANA: Usted fue embajador de Colombia ante Estados Unidos cuando el país estuvo descertificado y Ernesto Samper no tenía visa. ¿Cómo ve la tensión que vivimos hoy?

J.E.: Me parece que ambos países están manejando mal la situación. Eso de dedicarse a echarse agua sucia el uno al otro, sancionarse el uno al otro, ¿qué propósito tiene? ¿Qué puede salir bueno de ahí? La lucha contra el narcotráfico no se va a beneficiar en nada fomentando los desacuerdos y la consiguiente partición de cobijas entre ambos países.

SEMANA: Quisiera preguntarle algo que nada tiene que ver con el derecho. Llegar a cierta edad hace que surjan reflexiones más profundas sobre la vida. En este retiro de su vida académica, ¿le ha llegado alguna?

J.E.: Uno empieza a pensar más en algo que es obvio, pero que suele pasar por alto, que es la condición finita de la vida. Eso lo hace volver sobre sí, cuestionarse, criticarse, juzgarse más duramente, pero también disfrutar más la vida, la actividad profesional, la familia, los amigos, una buena conversación, un buen libro. Y, a la vez, cosas tan sencillas como, por ejemplo, un bocadillo con queso. Llega un momento de la vida en que se tiene más conciencia de que el tiempo es limitado, y valora uno más lo que lo inspira, lo aprendido, lo que ha podido enseñar, lo que ha vivido y la gente que uno quiere.