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Jeringa y sustancia tóxica Más sobre esta caja de luz:
Jeringa y sustancia tóxica. Imagen de referencia. | Foto: Getty Images

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Mujer descubrió aceite para carros en sus glúteos, tras hacerse cirugía estética; esta es su increíble historia

Con una intervención denominada “alas de gaviota”, una técnica abierta para extraerle las sustancias, tratarán de devolverle la tranquilidad a la víctima.

6 de octubre de 2022

Una deportista de 49 años vive una pesadilla desde que se inyectó una sustancia para aumentar el volumen de sus glúteos en un centro estético de Medellín. Un médico que se presentó como experto en este campo de la salud prometió aplicarle biopolímeros, pero recibió aceite para carros. Ese fue el diagnóstico que ofició una clínica de la ciudad.

Ella se sentó en una camilla y el sujeto le anticipó que el procedimiento le causaría dolor. Doce horas después, fue internada en una unidad de cuidados intensivos porque la temperatura de su cuerpo empezó a elevarse más de lo normal. Esas fueron las primeras alarmas que encendió su organismo para dar cuenta de que algo no estaba bien.

La emergencia se complicó cuando revelaron los resultados de sus exámenes médicos. La ilusión que tenía empezó a derrumbarse con los segundos. En la clínica le explicaron que, contrario a las expectativas que tenía para elevar el tamaño de sus glúteos, a su cuerpo ingresó una combinación de sustancias que son altamente nocivas para la salud.

Por medio de una jeringa, la mujer recibió aceite de carro mezclado con aceite de cocina quemado. Primero fue la fiebre, luego llegó un dolor que la obligó a estar encerrada en su residencia. La intervención la impulsó a dejar a un lado la rutina que mantuvo en los últimos años, como la asesoría en entrenamientos deportivos en el Valle de Aburrá.

Su diagnóstico es complejo. En las próximas semanas tratarán de resolver el problema que un inexperto sembró en su cuerpo, así lo denominó el cirujano plástico que está a la cabeza del caso. El doctor Juan Carlos Vélez pretende devolverle la tranquilidad con la cirugía de “alas de gaviota”, una técnica abierta para extraerle las sustancias.

Lo primero que hay que decir es que estas personas son víctimas y valientes. Además, cuando se atreven a hablar ante los medios de comunicación, las revictimizan por decisiones del pasado. La atención ahora se debe centrar en la atención y la prevención, para que esto no se repita, por parte de sujetos inescrupulosos e irresponsables”, señaló el especialista.

Cada semana pasan cinco pacientes por su consultorio mostrando indicios de afectaciones por cirugías estéticas. Los casos que más han encendido las alarmas son los que relacionan el suministro de sustancias para aumentar el tamaño de los glúteos y los senos. Por ejemplo, otra mujer batalla en su organismo con un aceite de motor de avión.

Vélez aseguró que las complicaciones tras las intervenciones quirúrgicas están en su punto más alto, a razón de que los elementos extraños dentro del cuerpo apenas se manifiestan. Las situaciones documentadas en los últimos meses dan cuentan de las cirugías que se practicaron hace diez y doce años, cuando el fenómeno estaba en su máximo furor.

Lo peligroso es cuando los químicos que se inyectan empiezan a migrar a otras partes del organismo y amenazan la estabilidad de los sistemas. En ese momento, las maniobras para reducir los riesgos son más escasos. Ahora bien, el diagnóstico de la deportista de 49 años podría ser mitigado. En Medellín maniobrarán con el fin de quitarle el aceite para carros.

Por lo general, los procedimientos estéticos que se practican en sitios no certificados por las autoridades sanitarias del departamento terminan mal. Entre tantas cosas, el personal médico no está habilitado ni mucho menos capacitado para prestar este tipo de servicios. Además, en algunos sectores no se cuenta con los espacios adecuados para la atención.

A juicio del doctor Juan Carlos Vélez, esos son los primeros elementos que se deben tener en cuenta a la hora de buscar a un cirujano: verificar los títulos académicos del médico, identificar que la clínica tiene el visto bueno de las secretarías de salud, evitar garajes y viviendas remodeladas para la atención, también desconfiar de los precios bajos.