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Dime qué medios usas y te diré quien eres. ¿Un referendo clientelista contra el clientelismo?

Gustavo Petro, representante a la Cámara da su punto de vista sobe el referendo presentado por el presidente Alvaro Uribe Vélez.

Gustavo Petro*
1 de marzo de 2003

Desde la crisis provocada por la financiación mafiosa de la campaña de Samper he integrado diferentes movimientos democráticos que buscaban realizar una profunda reforma política por la vía del referendo popular (ya casi nadie recuerda, por ejemplo, el movimiento "colombianos por el referendo" que movilizaba un simpático elefante por las calles del país en 1996).

Desde entonces, se ha construido una tesis básica para que una reforma de la política sea estructural: lograr que el voto sea libre. Para ello se necesitan partidos colectivos y programáticos, premios electorales para los que se aglutinen y no para quienes edifican famiempresas clientelistas, castigos profundos a la compra de votos, financiación pública total de las campañas, voto obligatorio, garantías de imparcialidad en los tribunales electorales y equidad sagrada en los medios de información para todas las posiciones políticas.

Parte de estas ideas incluso se encuentran en un documento olvidado: el acuerdo de paz entre el M-19 y el gobierno nacional de 1989 que nunca vio la luz de la realidad en tanto el Congreso de esa época lo hundió con la caída de la reforma constitucional de ese año. Desde entonces se percibió que un Congreso dominado por el clientelismo no podía tramitar una reforma anticlientelista. Los hechos históricos han corroborado esta información en forma repetida y estridente.

Hoy encontramos a Alvaro Uribe, que nunca se había interesado por el tema de la reforma política, abanderando la realización de un referendo. Y nosotros no lo apoyamos. ¿Por qué tal paradoja histórica?

El referendo uribista, más bien londoñista, no es una reforma política democrática. Tiene unos objetivos centrales poco publicados precisamente porque son oscuros, yo diría antisociales. Busca lograr el primer voto popular afirmativo en América Latina a la forma, como el FMI pretende solucionar la crisis económica de nuestros países, a toda luz fracasada.

Busca también fragmentar nuestra sociedad entre los que tienen salario y los que no lo tienen, entre los que tienen hijos libres de drogadicción y los que tienen drogadictos, entre los que lavan activos y exportan cocaína y que pueden ser indultados gracias al referendo y los campesinos que producen hoja de coca, a quienes se lleva a prisión. Cuando se busca responsabilizar de la crisis a minorías débiles, llámense empleados públicos, asalariados, jóvenes drogadictos, campesinos cultivadores de coca, y arrojar contra ellos el peso de los demás, no se hace sino repetir una práctica de los sistemas totalitarios. En una de sus versiones más radicales dejó esta manera de hacer política, 50 millones de muertos en Europa en tan sólo cinco años.

Este referendo busca prorrogar el mandato de alcaldes y gobernadores elegidos, la mayoría, con el clientelismo y lo hace para asegurar sus maquinarias a favor del SI con lo cual pasaremos del clientelismo parlamentario a uno peor, el del PRI mexicano, sólo que con armas: el clientelismo de los alcaldes.

Con el referendo también se desmantela el Estado en sus funciones sociales porque al congelar el gasto público y crecer el gasto en salud y educación en manos de los municipios en un porcentaje menor al crecimiento de la población, se dispara el crecimiento del pago de la deuda y el gasto militar. Entonces ya no tendríamos un Estado Social de Derecho: sólo un Estado armado para los especuladores. La Constitución del 91 realmente habrá llegado a su final.

El referendo busca esencialmente construir un Estado autoritario en Colombia. La reducción del Congreso que el público desinformado apoya porque según ellos representa unos cuantos bandidos menos, lo que provoca es la reducción de la representación de las poblaciones urbanas que votan libremente mientras se incrementa, en forma relativa, la de las provincias rurales controladas hoy por el clientelismo y el paramilitarismo activo electoralmente. El poder de la Hacienda y el latifundio crecería en la elaboración de las leyes de Colombia. Además el referendo le confiere al Presidente no sólo la posibilidad de indultar a los mayores exportadores de cocaína de hoy: los grupos paramilitares, sino, además, otorgarles curules sin límite lo que incrementará, aún más, la correlación de fuerzas en el Congreso a favor de la gran propiedad rural y su mundo de ideas reaccionarias y fascistas. No olvidemos que para ellos son más importantes las tierras y las vacas que los seres humanos. Nunca mataron un toro con sierras eléctricas. Total, el Presidente es fundamentalmente un hacendado.

* Representante a la Cámara