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El senador Carlos García (derecha)y el ex representante Germán Viana protagonizan la más reciente pugna en el Partido de la U. Según Viana, García no es tan leal como debiera con el gobierno.

Nación

¿Es verdad que el presidente del partido de La U acusó a Álvaro Uribe de ‘dictador’?

Mientras se aclara en qué contexto Carlos García descalificó al Jefe del Estado, lo cierto es que la controversia deja mal parado al dirigente político, agudiza la crisis interna de la colectividad y pinta nubarrones en el horizonte de los uribistas a escasos siete meses de las elecciones.

30 de marzo de 2007

Desde su creación hace algo más de un año todo el mundo sabía que el Partido de La U tendría serias dificultades para mantenerse a flote en el escenario político debido a las profundas diferencias entre los sectores que lo conformaron. Se sabía que habría pujas internas por razones políticas más que por temas ideológicos y que era posible que en algún momento salieran a flote convertidas en rencillas personales. Todo eso lo dijeron los analistas políticos desde el momento en que el hoy ministro Juan Manuel Santos y un grupo de congresistas se dieron a la tarea de conformar el partido más uribista entre los uribistas.

Sin embargo no deja de llamar la atención la dinámica que está tomando la división del partido en vísperas de la campaña para las elecciones de alcaldes y gobernadores. Aunque sus directivas se empeñen en negarlo, es claro que La U está dividida entre un sector mayoritario de políticos de vieja data y el de los ‘sardinos’ o uribistas triple A, ambos con un caudal importante de votos. Esas diferencias no sólo salieron a relucir durante la elección del Consejo Electoral, sino que también se presentaron el 25 de noviembre durante el proceso que terminó con la elección del senador Carlos García como presidente del partido.

El rifirrafe del momento tuvo como detonante un regaño de García a los asesores del secretario general del partido, Germán Viana, quien respondió con una carta de renuncia pública en la que sacó a relucir supuestos malos manejos y comportamientos desleales del presidente del partido.

Las críticas de Viana van desde indirectas sobre el manejo de recursos hasta chismes sobre supuestas declaraciones de García en las que habría hablado mal del presidente Uribe, de su secretario Bernardo Moreno y de su ministro Santos, jefes naturales del partido.

Sobre los recursos del partido hay señalamientos que aun cuando no den para una acusación penal desdicen mucho de un colectivo que se vende como la encarnación de la nueva forma de hacer política en el país. Viana dice que García adoptó resoluciones desconociendo a los demás miembros de la dirección alterna, pasó por encima de los parlamentarios, hizo renunciar a varios funcionarios para poner en esos cargos a sus ahijados políticos con elevados sueldos y que se enojó porque Viana canceló un contrato de publicidad por 10 millones de pesos con la revista del Congreso.

Los chismes sobre las declaraciones privadas contra Uribe, Moreno y Santos también tienen su trasfondo político. Según Viana, García dijo en distintas reuniones que Uribe es un “dictador”, que Moreno “se reunía con narcotraficantes como Joselito de la Espriella” y que a Santos “sólo le interesa la compra de los helicópteros”. Viana deberá probar que dichas palabras son ciertas. De ser así, García se encontraría ante una situación incómoda, pues estaría incurriendo en una contradicción al defender un partido que según él tiene como jefes políticos a dictadores, narcos y que tienen intereses en la contratación del Estado.

Las confesiones de Viana produjeron un efecto de rechazo en la Casa de Nariño, en la que varios asesores del Presidente no creen que se las esté inventando. De hecho García ya ha generado algunos roces entre el partido y el gobierno. Uno de los más recientes ocurrió cuando salió a pedir la renuncia de la ex canciller María Consuelo Araújo justo en el momento de mayor tensión por la vinculación de varios de sus familiares con el escándalo de la para-política. En esa ocasión una fuente muy cercana a Uribe comentó sobre el caso que “con esos amigos para qué enemigos” en claro rechazo a la actitud del jefe de La U.

El ambiente en el partido no es el mejor. García, curtido jefe político del Tolima, ex presidente del Congreso y hermano del destituido ex gobernador de ese departamento Jorge García, parece ganar el pulso por razones de poder, pero con el costo que implican las nuevas dudas sobre su nivel de lealtad con el Ejecutivo. Viana, el ex representante que se quemó en las pasadas elecciones al parecer como consecuencia del fraude electoral en Bolívar, perdió pero ganó. Se va del cargo pero puso a pensar a algunos en el partido en la necesidad de seguir con más detalle lo que ocurre en La U de puertas para adentro.

Los congresistas disidentes encabezados por Gina Parody, Armando Benedetti, Nicolás Uribe y Martha Lucía Ramírez creen que el que pierde con estas peleas es el partido y que una de las formas de salir del impasse es dándole un giro a la presidencia de La U. Analistas como Miguel Silva también sostienen que la elección de García fue una equivocación para ese partido. Sin embargo todos reconocen que el jefe de La U tiene un enorme poder político y eso es lo que parece preocupar a los congresistas disidentes de cara a la transparencia que requiere el proceso de selección de candidatos para las votaciones de octubre.

García ha intentado blindarse mediante la activa participación en iniciativas de amplia resonancia nacional y con un discurso que invita a sumar en vez de restar. Su tesis es que en vez de división lo que hay en La U son matices, pero que todos los sectores tienen las mismas garantías para participar en los procesos democráticos. Por eso aceptó la renuncia de Viana sin hacer mucho ruido en los medios, pese a la carga de revelaciones con que fue presentada. Sabe que el reto de mantener el primer lugar de votación es muy grande y parece decidido a conseguirlo para catapultarse en la política nacional. Hacia ese camino apunta la designación del ex embajador Luis Guillermo Giraldo como nuevo secretario. Ampliamente fogueado en la plaza pública y con amplio reconocimiento como exitoso jefe de debate, Giraldo parece reunir todos los requisitos para echarse la campaña al hombro. Las grietas en La U son su primer obstáculo por vencer.