Está bien, algunas cosas que nos pasan no son fáciles de reconocer,
más cuando luminiscencias y multitudes de semejantes proporciones vienen a
sumarse a la nostalgia y al impulso, para algunos inevitable, de cantar las
canciones.
Una de los primeros grupos de rock a los que me aficioné, fue a Black Sabbath (Black Sabbath el
original, por supuesto… para mí, daba muestras de mal gusto todo el que fuera
capaz de oír un Black Sabbath con otros vocalistas).
En un par de meses me
hice a su discografía, en este caso, como ya lo sugerí, la que va del 70’ al 78’.
Me “aprendí” (hice lo que estaba a mi
alcance) casi todas sus canciones y fue gracias a ellos que mi vocabulario bilingüe
se amplió con términos místicos y patológicos. Ese era el Ozzy que todavía no
decapitaba murciélagos con la boca pero que ya seguro había empezado a leer Mr.
Crowley.
Recuerdo que a pesar de mi condición de púber disidente, las
letras no me las tomaba en serio, algo
en Ozzy anulaba el contenido de sus perversiones y sus denuncias. Sí, el responsable
de que yo fuera un sectario descarriado no era otro que el mismo Ozzy y su
falta de seriedad. Podía cantar las
cosas más sórdidas valiéndose de una melodía y un timbre de voz lleno de
esperanza. Pero más que eso, dejé de creer en la “posible” maldad de Black
Sabbath, cuando después de meses de espera recibí un VHS que reunía conciertos
de distintas épocas en los que cantaba sus mejores canciones. Fue entonces que
vi las particularidades: el cantante de los flecos deambulando por el escenario
incesante, aplaudiendo y mirando a sus compañeros de banda como si tuviera alguna
discapacidad cognitiva, luego se quedaba junto a Tonny Iommy imitando el solo
de Iron Man o el solo de War Pigs. Bueno, el hecho es que aunque dejé de oírlos
por muchos años, Black Sabbath me siguió pareciendo una superbanda, cada vez
que sonaba algo por casualidad, lo oía hasta el final cantando con una memoria
que ojalá tuviera para otras cosas.
Por eso fue que hace unas semanas me emocioné mucho cuando
un amigo dijo que venían a Colombia, juntos, y que él ya había comprado la
boleta. En ese momento olvidé que Ozzy hace relativamente poco había visitado
Colombia promocionando alguno de esos álbumes no muy buenos que ha ido lanzando
desde Ozzmosis. De pasada también olvidé que dicho concierto tampoco recibió buenas críticas. Sí, olvide eso y otras cosas;
pero aun si las hubiera tenido en mente, si me hubiera ido al concierto a
regañadientes no habría esperado encontrarme con algo tan precario como lo que
tuvieron para darnos.
No haré una descripción detallada del concierto, al fin y al
cabo son los mismos errores dispersos por las pocas canciones que tocaron. El
show abrió con War Pigs “Por Dios, War Pigs, si uno no puede cantar
afinadamente una canción como War Pigs, qué se puede decir de más de la mitad
de las canciones de la banda". El hecho es que Ozzy no solo desafinó en cada
canción sino que se le notaba el esfuerzo que tenía que hacer para que no se
rompiera el hilo delgado que sostenía la canción que estuvieran tocando.
Imagínense: el señor tiene sesenta y no sé cuantos más y todavía cree que esas
maneras de animador tienen alguna gracia.
No pasaba un minuto sin que gritara sus proverbiales “I don’t see your
fucking hands”, “Loud that” “ I can’t Hear you” y esa molesto vicio de ponerle
el micrófono al público que no se le ve bien a alguien que está teniendo un mal
desempeño.
No sé cómo habrá sido el acuerdo con los empresarios. Lo que
sí es seguro es que compraron el paquete más barato. No lleve la cuenta
exacta, cantarían unas 12 canciones. Después de haber visto a
Paul Mccartney cantar el triple de esa cifra teniendo más años que Ozzy, con
una voz admirablemente conservada y una interacción con el público que es de
homo sapiens sapiens a homo sapiens sapiens.
Cuando se despidieron hicieron algo que sólo les he visto
hacer a ellos: irse de verdad. No volvieron y empezaron a encender las luces.
Al comienzo estaba abrumado y confundido por el gentío, sabía que no había sido
un buen concierto pero todavía no estaba en condiciones de ser sincero conmigo
mismo ni con los amigos que sí parecían menos insatisfechos que yo.
En Colombia se han hecho conciertos muy buenos, difíciles de
mejorar en cualquier otra parte del mundo, ahí está el de Roger Waters, por
ejemplo. Es un grosería que usufructúen el nombre de una banda como Black
Sabbath para traernos ese despojo de vocalista. Mis respetos para el resto de
la banda y mis felicitaciones para el nuevo baterista, ojalá le estén pagando bien.
Camilo velasquez









