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Consejo de Estado y Congreso: la patria está en sus manos

En el carácter de los consejeros de Estado y de los congresistas dejamos nosotros, los ciudadanos de bien, el futuro de nuestra patria.

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Germán Calderón España
28 de noviembre de 2025

El Consejo de Estado y el Congreso son los órganos más importantes para lo que viene en el país por cuenta de cualquier ‘esperpento’ que pretenda imponer a la fuerza este gobierno para desequilibrar nuestra democracia, porque estas corporaciones tienen, la primera, la facultad de suspender los efectos jurídicos del decreto de convocatoria a otra consulta popular y, la segunda, ejercer control político automático al decreto legislativo que declare el estado de conmoción interior.

Vengo advirtiendo desde hace más de un año —cuando escribí un extenso documento titulado con el interrogante ‘¿Está en juego nuestra democracia?’— la situación constitucional y jurídica que se viene en el primer semestre de 2026, porque Gustavo Petro Urrego intentará modificar el orden constitucional a costa de todo y sin importarle si tiene que incendiar Bogotá y las grandes ciudades para alterar el orden público y así poder decretar la conmoción interior.

¡Ojo con lo que se avecina! Que Dios y los verdaderos patriotas nos protejan de posibles atentados contra la vida y la integridad de los candidatos a la Presidencia y sus familias; contra las sedes políticas, vehículos y demás bienes de la oposición; contra su integridad moral porque los órganos de inteligencia están en manos de exguerrilleros sin escrúpulos.

Cuidado con las primeras líneas que hoy, a diferencia de hace cuatro años, tienen músculo financiero que proviene del presupuesto nacional y ya no requieren del apoyo de Gustavo Bolívar, a quien el ruido de su cancelación de visa lo tiene callado; con un solo disturbio habilita a Petro para decretar el antiguo estado de sitio.

Me ha llamado la atención que con el desfinanciamiento de las fuerzas militares, el descuido de la protección estatal a sus miembros expuestos a diario por la licencia que tienen en este gobierno los criminales de todo orden y la infiltración de un general al servicio de las disidencias de las Farc, no resurja oficial alguno que levante la voz de protesta por el honor militar. No estoy azuzando a un golpe de Estado, sino criticando la falta de sangre en las venas de los actuales mandos. El honor está por encima de todo y hay momentos de la vida que ameritan dar un paso al lado que estar con quienes destruyen nuestra patria. Algún día la patria les devolverá su honor.

Si el presidente Petro se ufana de actos execrables que aún lamentamos, como la toma del Palacio de Justicia, muestra su capacidad de daño que le puede hacer al país y debe estar maquinando cómo lo termina de destruir, pues no podemos confiar en sus palabras ni en sus secuaces; motivo por el cual exhorto a los colombianos de a pie a pensar y repensar lo que necesitamos en este momento crucial de nuestra historia, porque podemos quedar sin ella, sin nada más que contar.

Ante este lúgubre panorama nacional, solamente queda un Consejo de Estado que tendrá que adoptar decisiones más prontas y adecuadas frente a las acciones del gobierno, porque de lo contrario, por una omisión, se nos va el país de nuestras manos y quedará bajo la égida de un socialismo destructor. Y un Congreso que tiene en su poder la facultad de frenar un estado de sitio por inconveniente, en forma inmediata y sin rodeos.

En el carácter de los consejeros de Estado y de los congresistas dejamos nosotros, los ciudadanos de bien, el futuro de nuestra patria. Defendámosla con los valores superiores constitucionales y hasta con nuestras vidas si llegase a ser necesario.

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