Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

De los pasaportes y la restauración moral

A pesar de las maravillas de nuestra patria, los hechos nos están colocando ante el mundo en una compleja condición.

23 de julio de 2021

Las fiestas patrias son siempre un hito en la vida cotidiana de los estados. Muchas veces sirven para meditar y hacer balances, no de gobiernos, que son efímeros, sino del devenir de las naciones.

Nuestras fiestas en este año tienen el telón de fondo de la tragedia de una pandemia que ha azolado al mundo y que jamás pensábamos que iríamos a afrontar. Pero además el de una crisis sin precedentes generada por resentimientos, los paros y los bloqueos.

Con un presidente que, con honradez y entereza, está luchando de buena fe contra el infortunio.

Desde hace años estamos soportando el estigma de ser el país de la cocaína. La experiencia demuestra que las estrategias que se han seguido para la erradicación de los cultivos ilícitos y la disminución de la producción de cocaína han resultado fallidas. El problema reside en la violencia, la corrupción, el ecocidio y el caos que generan.

Igualmente, las series de televisión y las películas, que antes tenían como tema el lejano oeste americano, ahora se refieren a Colombia como centro de actividades delictivas. Por eso los funcionarios diplomáticos y los pertenecientes a organismos internacionales, ganan primas especiales de riesgo como en Sudán y Somalia.

Los llamados “falsos positivos” han llenado las páginas rojas de la prensa internacional, que a la ligera los comparan con episodios en la antigua Yugoslavia. Igualmente, las cotidianas masacres y las muertes de los líderes sociales están en la agenda de los organismos internacionales, sin inferir cual es el origen.

Para alivio de males, el mundo está horrorizado con el asesinato del presidente de Haití en el que resultaron involucrados unos exmilitares colombianos patrocinados por mafiosos haitianos.

Ahora se ha divulgado que en la colocación de una bomba en una unidad militar y en el atentado contra el presidente Duque, estuvo involucrado un capitán retirado del ejército. La noticia dio también la vuelta al mundo.

¿Qué ha pasado? Algunos han perdido el sentido de patria, de la integridad y del honor, desbordados por la trampa y la ostentación. Entre tanto la historia, las maravillas de nuestro lindo país y los actos heroicos de militares y policías, son ignorados.

A finales de los setenta se cambió el color de los pasaportes colombianos, del verde, que tenían tradicionalmente, al rojo. El propósito fue el de disminuir en algo el efecto del “pasaporte verde” en las aduanas alrededor del mundo, ya que, con el solo hecho de mostrarlo, se generaba por parte de la autoridad migratoria una automática prevención, mientras que el portador era candidato a un tratamiento discriminatorio y abusivo. Eso que, en ese entonces, la situación del país era diferente.

Con una condición como la actual, seguramente habrá que escoger otro color para los pasaportes. La esperanza, como decía Jorge Eliécer Gaitán, es “La restauración moral de la República”, dentro de la “Libertad y el Orden” como reza el lema del escudo nacional. Compleja tarea.

De otra manera, se tendría que seguir cambiando el color de los pasaportes y modificar el lema del escudo por exigencia de algún grupo.

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