Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

Del palacio de Pizarro y otros palacios

El presidente Castillo no residirá en el Palacio de Pizarro y está tratando de imitar a sus modelos.

6 de agosto de 2021

Nunca en la época contemporánea el cambio de un gobierno en el Perú ha generado tanta polémica, dentro y fuera del país, como el de la llegada al poder de Salvador Castillo. Se debe no sólo a las características del nuevo mandatario, sino a sus pronunciamientos y a la designación de sus principales colaboradores.

El presidente Duque con buen juicio, asistió a la transmisión del mando, conjuntamente con los jefes de estado de los demás países limítrofes. Se dice que hubo desaires de Castillo. Si así fue, sería una visión miope del nuevo presidente peruano.

Parte de las críticas a Castillo radican en que algunos de sus más cercanos asesores han sido miembros o simpatizantes de Sendero Luminoso, el grupo armado que con acciones terroristas puso en jaque al Perú. Varios tienen o han tenido procesos penales de diferente índole.

No tenemos que escandalizarnos mucho ya que, en Colombia, personajes que fueron miembros activos de diferentes grupos armados se designaron como ministros, diplomáticos y altos funcionarios en diversas administraciones. Sin mencionar que el presidente Santos, acordó asignar a miembros de las FARC, acusados de todo tipo de delitos, varias curules en el congreso.

Castillo resolvió no ocupar la legendaria residencia presidencial, que se denomina Palacio de Pizarro, para tratar de mostrar austeridad y un nacionalismo basado en reivindicar el valor de los pueblos indígenas de la sierra que se han sentido marginados por siglos. Hace algunos años, el solo hecho de hablar quechua hacía a la persona sospechosa de ser subversivo. Castillo pues, está en lo suyo.

Censuras se le han hecho por no residir en el Palacio de Pizarro. Sin embargo, se olvida que el más connotado jefe del glorioso imperio Inca, Atahualpa, fue traicionado miserablemente por Pizarro, cuando este aceptó liberarlo, si le entregaba una habitación llena de oro y dos colmadas de plata.

Cuatro meses duró el proceso de conseguir el oro y la plata en todo el imperio. Sin embargo, después de la entrega, Pizarro asesinó a Atahualpa el 26 de Julio de 1533 en la plaza mayor de Cajamarca, imponiéndole la pena del garrote.

Fue una “gracia especial” del conquistador español porque Atahualpa estaba condenado a ser quemado en la hoguera, pero poco antes de morir aceptó “convertirse” al cristianismo y bautizado con el nombre de “Francisco”.

Pero además residir en los palacios presidenciales debe ser sumamente aburrido. El presidente Duque, cuando fue elegido, dijo que iba seguir viviendo en su casa. No sé si cambió de opinión.

Varios presidentes de Colombia detestaron vivir en la casa privada, que se encontraba antes en el Palacio de San Carlos, y que era de los lugares más fríos de Bogotá, al que no le entraba un rayo de sol.

El presidente Turbay en la última parte de su administración, resolvió que al llamado Palacio de la Carrera, que hacía muchos años se estaba refaccionando y donde funcionaba la cancillería, regresara la presidencia y el ministerio pasara nuevamente al histórico palacio de San Carlos, del que había salido.

Castillo trata de imitar a Fidel Castro, a Hugo Chávez, a Evo Morales y a Rafael Correa. El problema es que carece del liderazgo y de la inteligencia de Castro, de la sagacidad de Chávez, de la visión de Morales y del pragmatismo de Correa. Está acogiendo sus enormes errores, su autoritarismo y sus actitudes populistas.

Una especie de “Coctel Molotov”. Menos mal que el Perú está consagrado al Señor de los Milagros.

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