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Democracia o comunismo

La democracia está en juego y en las próximas elecciones jugarán un papel importante las mujeres y la juventud.

13 de mayo de 2022

En los próximos días se definirá el futuro de Colombia. La asistencia a las urnas decidirá si se continúa por el camino de la democracia, con sus virtudes y defectos, o si, por el contrario, los electores encandilados por las falsas promesas de un futuro ilusorio inclinarán la balanza hacia los horrores y pesadillas del comunismo/socialismo que tanto daño ha hecho en el planeta.

La izquierda está empleando todos los medios de lucha para posicionarse entre quienes tienen algo para ganar, pero nada para perder. La campaña de odio que está adelantando el candidato Petro lo único que ha logrado es polarizar al país y, en lugar de unir a los colombianos en torno a un programa político de trascendencia, dispara en todas direcciones con propuestas absurdas a fin de lograr figuración en medio de la agitada campaña mediática.

No se observa en las propuestas de Petro una estrategia macroeconómica que promocione la industria, la ciencia y tecnología, el desarrollo tecnificado de la agricultura, el componente jurídico para regular la explotación minera, el incremento de la producción y las exportaciones, la vinculación del territorio marítimo al desarrollo del país y otras medidas que favorezcan la generación de empleo para mejorar la calidad de vida de los colombianos, sino se observa una serie de desatinos cantinflescos, así como la promesa de acabar con la propiedad privada, las pensiones de los trabajadores y la expropiación de los medios de producción.

Tampoco se observa en sus declaraciones el interés por que la justicia sea efectiva, justa, imparcial y oportuna, a fin de que sirva de disuasión frente a los delincuentes, al contrario, busca la impunidad frente al delito con el famoso perdón social; parece que tiene muy fresco en su memoria los efectos de su prontuario como guerrillero del proscrito M19.

No es de extrañar el afecto que le están demostrando a Petro diferentes grupos al margen de la ley, como el Clan del Golfo y el constreñimiento armado en su favor, que estos y otros ejercen sobre la población.

No se puede dejar de mencionar la participación indebida de otros países o ciudadanos extranjeros en favor de la campaña de Petro; es el caso de los españoles, que según medios de comunicación están en su equipo de seguridad. ¿Es el comienzo de lo que ocurre en Venezuela con los cubanos? ¿Si llegara a ganar Petro vamos a tener en el país a extranjeros actuando como comisarios políticos en todas las entidades oficiales, en los sindicatos y en las Fuerzas Armadas?

Hay que mencionar, igualmente, la posible injerencia de regímenes extranjeros en la guerra cibernética para facilitar fraude electoral en favor de la izquierda; vale la pena traer a colación que hoy sigue muy campante Alexander Vega, registrador Nacional, después del aberrante proceso electoral para Congreso. Esto es impunidad y los resultados fueron para favorecer a la izquierda; además de las posibles faltas disciplinarias en la Registraduría, posiblemente hay delitos que están quedando en el limbo. Este funcionario ya debería haber sido reemplazado para asegurar transparencia en los próximos comicios.

El Pacto Histórico debería llamarse Pacto Diabólico, no solo por las acciones del equipo de Petro, sino por la calidad y actuaciones de algunos de sus más allegados; es así como: la congresista elegida Isabel Zuleta confesó la sucia estrategia empleada para afectar a los candidatos opuestos a Petro; la fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, recibiendo subsidios de Ingreso Solidario; el hermano de Petro, visitando a los presos por corrupción; los investigados y descarados trashumantes políticos Roy Barreras y Armando Benedetti, actuando como sus alfiles de cabecera. ¿Qué nos puede esperar en caso de que figuradamente Petro llegara a la Presidencia?

La democracia está en juego y en las próximas elecciones jugarán un papel muy importante tanto las mujeres, como la juventud; las primeras, por su responsabilidad en lo que será el futuro de sus propios hijos y de sus nietos; mientras que los segundos pavimentarán con su voto el camino hacia un porvenir promisorio o hacia una lucha de clases que no tendrá fin. No permitamos que Colombia naufrague.

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