El barril sin fondo

En declaraciones de este lunes, con un aire melodramático, el presidente Gustavo Petro anunció que las finanzas públicas están al punto del colapso. Esta manifestación deja mucho que pensar, sobre todo cuando el 2023 fue, de lejos, el año de mayor recaudo tributario de la historia del país. El gasto público, que era de alrededor del 15 % del producto interno bruto a principios de los noventa, hoy alcanza sin rubor el 30 %. El presidente, siguiendo su agenda de desinformación, anunció que el problema surge porque el sistema actual de salud se volvió un barril sin fondo por la gestión deficiente de las EPS.

Pongámosle cifras y contexto. De 51 billones de pesos de dinero estatal en 2023, el presupuesto para 2024 es de 59 billones, un alza en más de 5 % superior a la inflación. Eso quiere decir que el dinero invertido en el sistema es cada vez mayor y que, por lo tanto, ceteris paribus, la atención en salud a los colombianos cada vez es mejor.

Otra cifra que hay que traer a colación es el presupuesto total, que para 2024 es de 500 billones de pesos, mientras que, para el 2023, era de 422 billones: un incremento de 18.9 %. Es decir que el incremento en gasto público es 9.4 % superior al del año pasado, de manera que el gasto en salud de 2024 es inferior en su participación en el presupuesto total.

Otro dato interesante es que el crecimiento en el presupuesto de la salud, de alrededor de 6 billones, es solo el 1.2 % del PIB. Difícilmente, dadas estas cifras oficiales, las finanzas públicas están al borde de un colapso, y, solo utópicamente, una eventual debilidad en estas es causada por el sector salud.

El presidente, de nuevo, con el fin de lograr pasar la reforma altamente inconveniente de la salud, falta a la verdad, manipula las cifras y las interpreta caprichosamente para justificar un discurso claramente improcedente.

Pero supongamos por un momento que hubiese, como lo afirma el presidente, una debilidad en las finanzas públicas para el 2024. Es decir, que el gasto público proyectado fuese superior al del presupuesto. Lo primero es que, a todas luces, sería inaceptable. Como se mencionó, el presupuesto público creció más de 9.4 % en términos reales, lo cual pone en el bolsillo del gobierno más de 40 billones de pesos adicionales en capacidad de compra. Afirmar que, bajo este escenario, un incremento de 6 billones en salud es la causa del problema, es fantasioso.

Segundo, en caso de que haya una debilidad en las finanzas públicas, hay cientos de rubros que el Gobierno puede tocar antes de tocar la salud de los colombianos, cuyo gasto per cápita es de los más bajos del mundo. Por ejemplo, se puede disminuir el presupuesto de la planta de la JEP y el Ministerio de la Igualdad a la mitad, no nombrar nueve nuevas embajadas para devolver favores políticos, limitar los subsidios de 10.7 billones de pesos del Departamento de Prosperidad Social, controlar los escándalos de alimentación escolar en el sector educación y en las cárceles, poner a crecer la economía, controlar el gasto de su mujer y su séquito… tantas medidas de austeridad que pasan por encima de golpear la salud de los colombianos.

Lo que no puede suceder, claramente, es que la opinión pública se quede con la idea de que la reforma a la salud mejoraría el gasto público. Ya el Ministerio de Hacienda ha aceptado en un comunicado de noviembre de 2023 que el gasto en salud con la reforma Petro sería más alto.

El Gobierno, que acusa a los medios de desinformación, no hace más que publicar declaraciones falsas con intenciones políticas, al tiempo que acusa a la prensa de no hacer más que desvirtuar el resultado de la estrategia Goebbels que aplica, según la cual una mentira repetida mil veces puede volverse una verdad. La tarea de quienes escriben sigue siendo desenmascarar estas estrategias, independientemente de quién esté en el poder.