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¿El fin del capitalismo?

Solo un capitalismo ecológicamente sostenible evitará el colapso del planeta y su economía. Ojalá que todo este sufrimiento, que habríamos podido evitar de haber atendido las advertencias de los expertos a tiempo, nos ayude por fin a entender el mensaje de fondo.

José Fernando Flórez
30 de abril de 2020

Tantas veces han enterrado al capitalismo después de una crisis que ya sabemos que es inmortal. Hay una industria que está floreciendo en estos tiempos tanto como la de aplicaciones domiciliarias y de videoconferencias: la de los influencers charlatanes, que pontifican en las redes sociales sobre todo lo que no saben (incluidas las medidas económicas y sanitarias que se deben adoptar) en una época en la que solo deben tener credibilidad los verdaderos expertos, debido a los niveles tan altos de complejidad e incertidumbre que implica el procesamiento de la información sobre la pandemia.

A esa nueva industria de estafadores se suma otra de “filósofos del nuevo despertar”, por llamarlos de algún modo. “Pensadores”, incluso famosos, como el esloveno Slavoj Žižek, que ya vio en el coronavirus el anuncio del fin del capitalismo y una oportunidad para “reinventar el comunismo”. (Ya incluso sacó libro sobre el tema…).

Otro filósofo de peso que cayó en la tentación de las predicciones fáciles y apresuradas fue el británico John Gray, para quien la crisis significa un “adiós a la globalización” y el comienzo de “un mundo nuevo” donde la hegemonía global será de China. Ambos pronósticos son tan inciertos como indeseables.

A Žižek hay que responderle que la covid-19 no solo no acabará con el capitalismo, sino que el capitalismo nos está protegiendo del virus y nos ayudará a recuperarnos de la devastación económica cuando esto pase. El capitalismo es el que permite, entre otras cosas, que los Estados sigan funcionando mientras subsidian la parálisis, que Bill Gates esté financiando siete proyectos de vacuna y que la Universidad de Oxford ya haya empezado la prueba en humanos del primer prototipo de vacuna.

Cualquier forma de protección social estatal solo es viable y sostenible gracias al capitalismo. Y es justo ahora cuando lo estamos viendo con la mayor claridad. Los países que tienen con qué mantener la economía a flote por más tiempo en esta situación excepcional son los mismos que cuentan con un aparato capitalista más sólido para financiar sus Estados de bienestar.

El despliegue de capacidad estatal para pilotear la crisis ha sido tan desigual como la riqueza capitalista misma: Alemania ha sido el campeón, con el 60,1 % del PIB destinado a medidas de estabilización económica. Los porcentajes de Francia (24,6 %), Italia (21,2 %), Reino Unido (20,8 %), Estados Unidos y Dinamarca (12,2 %), España (11,7 %), Chile (9,36 %) y Grecia (3,6 %) reflejan las mismas asimetrías. Colombia, con muchas dificultades, ya ha dispuesto del 3,7 % de su PIB.

Con todo lo anterior no quiero decir que la pandemia pasará sin dejar huella en nuestras estructuras sociales. Al menos dos consecuencias positivas sobre el modelo capitalista son de esperarse cuando esto termine.

La primera es el fortalecimiento y ampliación del Estado de bienestar, acompañado de sistemas tributarios más progresivos y, sobre todo, que aumenten el recaudo para financiarlo. Se tratará de un contrato social reformado y más sensible al riesgo de las enfermedades contagiosas. Deberán ser los grandes empresarios quienes primero entiendan que la inversión estatal en un sistema de protección social robusto y universal es lo que mejor garantiza la productividad de sus empresas, la cual depende directamente de la salud y bienestar de sus empleados. Y deberán ser las élites políticas las que primero entiendan que ese sistema es el que mejor garantiza el ejercicio efectivo de la libertad de empresa y, por ende, el bienestar y prosperidad sociales.

La segunda consecuencia (y espero no estar pensando con el deseo) será una mayor concientización ambiental. A pesar de su gravedad, la pandemia de covid-19 es apenas el “abrebocas” de lo que podría ser el colapso ecológico mundial por el cambio climático. No olvidemos que esta crisis global estalló en buena medida por nuestra incapacidad de respetar los ecosistemas.

Esta es la mayor lección que nos puede dejar esta catástrofe: solo un capitalismo ecológicamente sostenible evitará el colapso del planeta y su economía. Ojalá que todo este sufrimiento, que habríamos podido evitar de haber atendido las advertencias de los expertos a tiempo, nos ayude por fin a entender el mensaje de fondo. Coincido con David Quammen en que “la diferencia entre la pandemia y el cambio climático es que esta nos está matando más rápido”.

José Fernando Flórez Ruiz (Ph. D.)

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